Mueren dos rumanos de 39 años en su casa de Villaluenga por intoxicación alcohólica
Sus cuerpos no tenían signos de violencia y habían estado todo el sábado compitiendo a ver quién bebía más
ricardo s. rico
Domingo, 26 de febrero 2017, 11:56
La cotidianidad en un municipio de 150 habitantes como Villaluenga de la Vega, ubicado en la comarca de Saldaña, a 65 kilómetros de la capital palentina, se ha alterado de forma brusca, sobresaltados los vecinos en una mañana de domingo con el hallazgo de los cuerpos sin vida de dos hombres de origen rumano, I. P. e I. D., ambos de 39 años, en la casa de la calle Damas donde vivían y descansaban tras su trabajo en la industria maderera para una empresa leonesa que desarrolla su actividad en la zona de Saldaña. El sábado no era día de labor, y los dos hombres, según ha trascendido de las pesquisas de la Guardia Civil, ocuparon todo el día en beber. Así, con mayúsculas. Se apunta incluso que en Rumanía son habituales competiciones de este tipo, suicidas y absurdas, en las que se apuesta quién es el osado de beber más, y la Guardia Civil baraja la tesis de que los dos hombres, tras ingerir cantidades desorbitadas de alcohol durante todo el día, pudieran haber muerto por esta razón, por la ingesta desmesurada de alcohol, si bien los investigadores no descartan aún otras hipótesis. La autopsia determinará el motivo, pero el hecho penoso es que los dos hombres, que vivían en la casa al parecer con otros dos compatriotas, fueron encontrados allí muertos.
La voz de alarma precisamente la dieron los compañeros de vivienda de I. P. e I. D., que alrededor de las 22:00 horas del sábado les dejaron en la casa tumbados en un colchón, al parecer en estado muy ebrio, y que al volver ya de mañana, alrededor de las 9:00 horas, después de haber estado toda la noche de fiesta, se los encontraron sin vida.
Los compatriotas de I. P. e I. D. avisaron al Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León, que comunicó el incidente a la Guardia Civil y que envió una ambulancia a la vivienda, si bien, en el lugar de los hechos, los sanitarios solo pudieron certificar la muerte de los dos hombres.
En la vivienda, la Guardia Civil se cercioró de que los dos cadáveres no presentaban signos de violencia, por lo que parece descartada la tesis de una muerte por homicidio, y en la vivienda tampoco se encontraron evidencias de que el fallecimiento de los dos hombres pudiera deberse a la inhalación de monóxido de carbono por la mala combustión de una estufa, brasero o caldera. Ninguna hipótesis está descartada, tampoco la de que I. P. e I. D. pudieron haber ingerido un líquido extremadamente nocivo para su vida, si bien cobra cuerpo esa posibilidad de que la abusiva ingesta de alcohol les hubiese ocasionado la muerte. Hasta la vivienda se trasladó la titular del Juzgado de Carrión de los Condes y el equipo forense para proceder al levantamiento de los dos cuerpos sin vida y ser trasladados al Tanatorio de Palencia para que se les practicara la autopsia.
En Villaluenga de la Vega, tras la misa de mediodía, los vecinos hacían cábalas y cábalas para conocer qué podía haber sucedido a escasos metros de la iglesia. Yes que la voz corrió de unos a otros a primera hora, como relataba un hombre que vive solo y a quien llamó otra vecina cuando la Guardia Civil trabajaba ya por la zona. Los vecinos coincidían, igual que apuntaba el alcalde del municipio, Raúl Berzosa, en que las víctimas estaban integradas en la vida de este pueblo de la Vega. No obstante, su trabajo en la industria maderera para una empresa leonesa que desarrolla también su actividad en la zona de Saldaña les hacía estar fuera de casa la mayor parte del día, por lo que no coincidían demasiado con los demás vecinos. De hecho, algunos vecinos de la zona señalaban lo habitual que era verlos en bares una vez acabado el trabajo. «Bebían muchos chupitos de JB y cervezas en dos o tres horas. A veces, hasta tres botellas entre cuatro», comentaban.
Uno de los dos fallecidos llevaba varios años en Villaluenga, adonde había llegado también su compatriota, al parecer ambos solteros. Y fueron otros dos rumanos que convivían con ellos parece que durante alguna temporada vivieron hasta siete u ocho personas en la casa, pero los demás se habían trasladado a Saldaña los que encontraron a sus amigos al llegar a casa de fiesta. «Lo normal, al ser sábado», apuntaban algunos vecinos en relación al grupo de inquilinos, que llevan años en la misma casa de alquiler. «Eran muy buenos en la madera, especialmente trabajaban en choperas, en trabajos sacrificados», subrayaba Raúl Berzosa, que insistía en que las muertes se habían debido a una mala combustión de la calefacción. «Yo les conocía de vista, porque coincidíamos en el bar. A veces les invitaba yo a un café, otras veces ellos. Eran muy majos y nunca habían tenido ningún problema con nadie», destacaba el alcalde de Villaluenga.