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Las chimeneas de la azucarera y de la antigua fábrica de cerámica destacan sobre los edificios derruidos, ante la línea de aerogeneradores eólicos.
Monzón espera la reindustrialización

Monzón espera la reindustrialización

El Ayuntamiento propone reparcelar el terreno de la azucarera para desarrollar un polígono de pequeños negocios o incluir el área como nudo logístico del Corredor Atlántico

Asunción García Diez

Lunes, 24 de noviembre 2014, 11:15

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«Frustración». Es la palabra con la que el alcalde define el sentimiento del pueblo y el suyo propio respecto a la situación en los terrenos de la azucarera de Monzón de Campos once años después de su cierre. El socialista Mariano Martínez Hoyos califica de fraude el plan de reconversión industrial que en su día planteó Ebro Agrícolas y que fue pactado con las organizaciones agrarias y con la Junta de Castilla y León. Se trataba de compensar el desmantelamiento de la industria remolechera con una maltería para la producción de derivados de la cebada. Ese proyecto nunca se llevó a cabo, y la empresa tuvo incluso que devolver una subvención para una inversión que no se hizo. «El pueblo siempre ha estado indignado, primero por el incumplimiento de la empresa, y segundo, contra la Junta, porque no supo tutelar el proyecto, exigir que se cumpliera, ni sentar luego las bases para la reindustrialización», afirma el alcalde.

Mariano Martínez, que se incorporó en este mandato al gobierno municipal, ha retomado la iniciativa de buscar alternativas para estos terrenos, tras el bloqueo de más de una década, en gran parte motivado por la situación económica. «Nuestra crisis empezó siete años antes que la general, nos rebotó en la cara en 2003 con el cierre de la azucarera», indica.

El Ayuntamiento ha propuesto a Ebro Agrícolas, todavía propietaria de las 40 hectáreas de terreno a la entrada del pueblo, la reparcelación de la superficie para desarrollar un polígono industrial en el que se vayan asentando pequeños negocios.

El planteamiento no ha sido rechazado, pero la empresa ha puesto de entrada dos inconvenientes. Uno, que el grupo no desarrolla suelo industrial, y otro, que es partidario de vender el solar completo a una empresa que quiera implantar aquí una industria.

Consciente de las dificultades para que este proyecto sea viable, el Ayuntamiento baraja otra posibilidad, la de integrar este suelo en el Corredor Atlántico de transporte terrestre. Este sería un punto logístico de conexión intermodal con el puerto de Santander, dada la buena situación estratégica y de comunicaciones, ya que por Monzón pasa la autovía y la vía de ferrocarril es colindante a los terrenos de la antigua azucarera. Es una iniciativa que está a expensas de que el propio Gobierno central y la Junta definan el trazado y los servicios. Cualquiera de las iniciativas contribuiría a impulsar la economía en el municipio y en toda la zona de influencia, que se vino abajo con el desmantelamiento de la azucarera.

El cierre no extrañó a los vecinos, que ya se temían que esta fábrica, una de las más antiguas se abrió en 1944 y en la que no se habían hecho obras de reforma ni modernización, sería una de las afectadas por la reconversión que aplicaba el grupo azucarero, según recuerda ahora el alcalde de Monzón de Campos. No obstante, en el pueblo confiaban en que alguna actividad industrial viniera a compensar la pérdida de empleo y la fuerte repercusión económica que supuso.

Y es que, en palabras de Mariano Martínez, «nada menos que todo un barrio quedó barrido de un plumazo». En aquel momento, agosto de 2003, en la azucarera de Monzón trabajaban 90 empleados fijos y otros tantos eventuales. Ninguno de ellos hizo ya la campaña de ese año, que se desarrollaba a partir de octubre. Pero la industria, que empezó molturando unas 500 toneladas de remolacha y llegó a transformar hasta 4.000 en los últimos años, empleó en sus momentos de auge económico a 150 trabajadores fijos y a 300 fijos discontinuos.

Un barrio desaparecido

En torno a esta factoría surgió el barrio, con 75 viviendas, incluida la del director. Las casas se mantienen apenas en pie, pero se distinguen claramente las más espaciosas y de mejor arquitectura para los trabajadores con cierto nivel profesional, en una zona, y las de carácter colectivo del resto de trabajadores. El grupo urbanístico, que era propiedad de la empresa, fue comprado por un particular. Todas las viviendas están deshabitadas y no se han hecho trabajos de remodelación, de forma que se aprecia ya el deterioro, con techumbres hundidas y a punto de derrumbarse. Curiosamente, alguno de los bloques se utiliza para las prácticas de los bomberos, que hacen aquí simulacros de incendio, según indica el alcalde, y se puede ver la fachada manchada de humo junto a las ventanas.

El de la azucarera fue un barrio próspero en el que había escuela, iglesia, economato, y llegó a contar con carnicería y zapatería. Ninguno de estos edificios se conserva, salvo el economato, ahora destinado a otros usos, y la zona no se ha recuperado ni industrial ni urbanísticamente.

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