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Los voluntarios, durante las tareas de recuperación de los espacios
El recuerdo del pozo Rafael

El recuerdo del pozo Rafael

La Asociación para la Recuperación de Patrimonio Industrial adecúa la bocamina San Ignacio en Vallejo de Orbó

el norte

Sábado, 16 de agosto 2014, 14:08

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La Asociación para la Recuperación de Patrimonio Industrial (ARPI) está desarrollando un proyecto de adecuación del acceso y el entorno del pozo Rafael y de la bocamina San Ignacio en Vallejo de Orbó. Y lo hace gracias a una acción de voluntariado ambiental realizada con la ayuda de la Fundación Caja de Burgos a través de su Aula de Medio Ambiente y Obra Social La Caixa y con la colaboración de los ayuntamientos de Brañosera y Barruelo de Santullán.

El proyecto, ya iniciado, consiste en la limpieza y acondicionamiento de los accesos y del entorno del Pozo Rafael y de la Bocamina San Ignacio y posterior señalización mediante paneles explicativos, para hacerlo visible, y con ello conseguir su difusión, divulgación y posterior valorización.

La asociación también colocará mobiliario urbano, una placa con código QR para descargarse información sobre los paisajes mineros de España (entre los que figura la cuenca del Rubagón y Vallejo de Orbó), y editará un plano guía de la zona.

El patrimonio natural y geológico de la Montaña Palentina, desde Vallejo de Orbó hacia el oeste, condiciona profundamente el número e importancia de las explotaciones mineras. En este caso, se trata de un paraje de gran riqueza paisajística, que supone un hito de notable valor en la historia de la minería del carbón del norte de Palencia. Dado el deterioro de su entorno y con un acceso inadecuado, el trabajo pretende su recuperación paisajística para darlo a conocer primero a los pobladores y luego a los viajeros y visitantes.

La Asociación para la Recuperación de Patrimonio Industrial recuerda que el pozo Rafael, de 1874 y propiedad de la Sociedad Minera La Esperanza de Reinosa, fue uno de los pocos pozos maestros anteriores al siglo XX. Estos pozos verticales se hacen necesarios para seguir extrayendo carbón cuando se produce el agotamiento de la explotación de la ladera de la montaña.

Con una profundidad de 112 metros, contaba con los problemas típicos de la época en la explotación del carbón: ventilación y eliminación del grisú, evacuación de aguas subterráneas y transporte del mineral desde el interior.

El ingeniero Mariano Zuaznávar de Arrascaeta sucedió en la dirección de las minas de Orbó a Rafael Gracia Cantalapiedra en 1879 y acomete una serie de proyectos de modernización tecnológica de la explotación. En febrero de 1879, se firma el presupuesto (150.000 pesetas) para la construcción de un canal horizontal que comenzaría en una cota de 112 metros y saldría al exterior tras recorrer unos 1800 metros de longitud.

El canal tenía forma hexagonal con 2,20 metros de anchura en su base y 1,60 en el techo y una altura de 2,50 metros. Se fortificaron sus paredes donde el terreno lo exigía, con mampostería en la parte inferior y encostillado de roble en la superior y en el techo. Y donde la impermeabilidad no estaba asegurada se revistió de cal hidráulica. Se construyó un anchurón en la caldera del pozo para el cargue de las barcazas con sistemas basculantes de vagonetas, y una exclusa en la dársena exterior que regulaba el caudal (86.000 litros al día).

Se construyeron chalanas de acero de diez metros de longitud que sacaban el carbón al exterior donde una grúa las descargaba. En diciembre de 1883, se realiza un recorrido de 300 metros entre los pozos 4 y 5 con 22 personas y en marzo de 1884 se inaugura oficialmente y navegan 140 mineros.

Además de lo novedoso de la obra en sí y del uso de dinamita, resultaron pioneros en su construcción la instalación de un timbre eléctrico en su interior para avisos de maniobras o la línea telefónica en el exterior, primera de Castilla La Vieja, así como la instalación de la primera línea ferroviaria de vía ancha.

En 1886, Zuaznávar abandona minas de Orbó y le sucede Elías Palacios. En el Pozo Rafael se profundizan 50 metros más y una máquina de vapor sube el carbón hasta el nivel del canal. En 1895, se utiliza tracción animal para sacar el carbón por el canal y en 1915 la tracción es eléctrica.

En 1969 se cierra el pozo Rafael y en marzo de 1972 cesa totalmente la actividad. En 1980, las subvenciones del gobierno hacen posible la reapertura y en 2005 tiene lugar el cierre definitivo.

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