Lassalle: «El Instituto Cervantes debe ser la marca de la cultura en español»
El secretario de Estado de Cultura recuerda la Cumbre de Cádiz en la que se propuso un Alto Comisionado Cultural para la comunidad hispanohablante
Victoria M. Niño
Domingo, 6 de diciembre 2015, 10:23
En el tiempo de descuento, clausurando la jornada económica del ciclo Valladolid, Tierra Capital del Español y con la puerta de la campaña política abierta de par en par, José María Lassalle esbozó el Instituto Cervantes que debe afrontar los retos del siglo XXI.
«Propuse una reflexión crítica que suscitase el debate intelectual. La ley del Cervantes es de 1991. Estamos en otro momento. Siempre hablamos del éxito del español, pero es relativo.Seguimos citando su potencial, insistiendo en el futuro. Debemos sentarnos con serenidad y altura de miras, hacer autocrítica y analizar si después de tantos años hemos conseguido los objetivos. Esto es algo que trasciende a los partidos, no puede ser reivindicado por uno solo ni ser una reflexión de partido. Intelectualmente desde mi cargo pongo sobre la mesa que tratemos de reflexionar sin complejos y prejuicios. Tenemos que ser capaces de extraer toda la oportunidad estratégica que para España y América Latina tiene lo del español.
¿Seguimos siendo platónicos, preferimos la potencia al acto?
Sí, creo que tenemos un déficit de actividad. El Cervantes tiene un cierto sobredimensionamiento en su actividad institucional localizada en Madrid. Nos falta una visión estratégica del conjunto, segmentando nuestras apuestas estratégicas continentales, y pensar que hay una sobreabundancia de centros en Europa pero no estamos en el sur de África, apenas en la India, en Oriente es pequeña la presencia y en los países árabes no se consolida. Debemos pensar cómo orientar su actividad y no podemos hacerlo solos, debemos hacerlo con los países de Iberoamérica.
¿Qué relación tienen los ministerios implicados, Exteriores, Educación y Cultura y Hacienda?
El Instituto depende de Exteriores aunque hay una relación compartida dentro de una relativa autonomía de gestión, con Educación yCultura. Todos dependemos de Hacienda. El Cervantes tiene a su disposición la capacidad de generar recursos propios y cierta autofinanciación. Eso ha permitido salvar su estabilidad y el mantenimiento de su actividad durante la crisis, pero debiéramos ser capaces de hacer un diseño que permita su autonomía. Primero creando consejo de administración con los patrocinadores, deben tener responsabilidad corporativa. En ese consejo habría que calibrar la carga política, la presencia de altos cargos y de los ministerios, que son miembros natos, para incorporar un consejo consultivo que ponga de manifiesto la presencia del mundo latinoamericano. En la Cumbre Iberamericana de Cádiz de 2012 ya se propuso la creación de una Alto Comisionado Cultural de América Latina, para el conjunto de la actividad que tuviera que ver con la cultura. Con Víctor de la Concha fue director, ya hubo esfuerzos por internacionalizar el Instituto abriéndose a la UNAM, se puso en marcha el DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera), pero creo que es el momento de pisar el acelerador y tratar de desarrollar el potencial estratégico del español, que no solo es un instrumento de la política sino de la política económica y de posicionamiento estratégico de la comunidad iberoamericana y eso trasciende la capacidad de España.
¿Se le contagió el panamericanismo de las academias inoculado por García de la Concha?
Quien puso la idea de iberoamericanizar el Instituto fui yo, en la legislatura pasada lo trasladé como reflexión sobre la base que abordó la Real Academia Española, sumando academias en una unión panamericana que hizo posible la historia de una lengua que tras las independencias logró salvar su unidad. La aportación de la RAE explica que alguien que la dirigió, García de la Concha, fuera responsable del Cervantes.
Sugiere la necesidad de que haya una carrera profesional interna dentro del Cervantes. ¿Demasiados nombres de las letras españolas han estado al frente de centros, cambiando según el gobierno?
Sí. Uno de los elementos de reforzamiento de la autonomía del Cervantes ha de ser la generación de una carrera profesional, como el Goethe o el British Council. Los directores de centros deben ser profesionales elegidos por mérito y capacidad. Ese cambio de nombres de ciertas personalidades de la cultura que desembarcan sin experiencia en gestión ni conocimiento real de la actividad de la enseñanza del español y la difusión de la cultura española lastra la eficiencia y la rentabilidad de nuestros centros en el exterior. Esa inestabilidad por los cambios de gobierno dañan la capacidad corporativa. Por otra parte esa carrera debiera estar abierta al mundo iberoamericano. Hay que ir transformando de manera iberoamericana las tripas de la propia institución, teniendo claro que debemos buscar lo mejor para el Cervantes y para la marca país, que debe ser marca de toda la cultura en español.
¿Incluida la zona de influencia lusa?
Cuando hablamos del Cervantes, debiéramos pensar que el español tiene que ir de la mano de su lengua hermana, del mundo lusófono que abarca Portugal, Brasil y varios países africanos. África es un continente de crecimiento de futuro. A la c de Cervantes, hay que añadir la de Camões.
¿Se ve dirigiendo este cambio en el futuro?
No depende de mí el futuro de José María Lassalle en términos políticos. Espero ser elegido diputado por mi tierra para estar disponible para el próximo gobierno y seguir en actividades que tengan que ver con mi trayectoria profesional. En cualquier caso espero que la reflexión del Cervantes se proponga, que seamos capaces de convertir al Instituto en la marca de la comunidad iberoamericana. España es la frontera norte de América Latina, la europea, somos los latinoamericanos europeos y esto tiene valor cualitativo desde valor institucional pero no cuantitativo. Debemos interiorizarlo, si queremos construir marca cultura en español. El Cervantes nos posiciona extraordinariamente por encima de cualquier otra institución iberoamericana, es algo que debemos ofrecer con generosidad a la comunidad como instrumento para que el conjunto embrionario de hoy pueda desarrollarse lo que nos pone bajo el sol global que es la cultura en español.
¿Está satisfecho de su legislatura?
Desgraciadamente una parte de mi actividad era controlar los daños de la crisis. En ese sentido he tratado de que el modelo cultural asociado al ministerio no colapsara. A partir de ahí, se ha llevado a cabo una reforma en la planificación estratégica, en la actividad interna, logrando transparencia en el control y la ejecución, algo novedoso en la administración. En segundo lugar, hemos modificado el modelo de subvenciones, desapareciendo las nominativas y sujetándolas a la concurrencia. Hay un seguimiento para revisar que el dinero público se gasta bien. Han quedado proyectos pendientes que tendría mucha ilusión en materializar.
¿Se le quedó algo en el tintero, la ley del mecenazgo, bajar el IVA cultural, el cine?
El cine ya tiene modelo consensuado con el sector. Es muy importante ser capaz de desarrollar una red cultural que agrupe la actividad de las distintas administraciones, que no compitan entre ellas, que se integren con un liderazgo que debiera corresponder al Estado. Hay que eliminar susceptibilidades, hacer un esfuerzo en la cultura de cooperación, vincular el trabajo en red. Que el Estado diseñe estrategias de orientación de los sectores culturales y detectar el talento la creatividad, que el Estado pueda decidir cómo proyectar fuera ese talento. Que el Estado pueda decidir cómo quiere identificar su marca de país. Eso nos hará maduros y nos librará de titulas funcionariales heredadas de la dictadura. Será bueno para construir un modelo de gestión cultual más profesionalizado y vinculado a los que saben de cultura.