Miguel Isla muestra la esencia de su obra monumental en la Fundación Montes

Miguel Isla (Tudela de Duero, 1953), que ha paseado su obra por medio mundo, hace escala en casa para ofrecer en la Fundación Segundo y Santiago Montes una muestra representativa de su trabajo, siempre vinculado al carácter público y monumental del arte. Pretende que sus esculturas sean accesibles para todos. Así se ha referido a su obra este viernes, durante la presentación en la fundación de 'Ouróboros', una exposición que reúne una veintena de piezas en acero, granito, bronce y mármol, muchas de ellas estudios previos a las obras definitivas que lucen en espacios públicos de hasta veinticinco países. El audiovisual 'Periplos' dará cuenta al visitante de casi toda su trayectoria.

El término 'ouróboros' está relacionado con un símbolo celta que describe la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno, que el artista identifica con su propia experiencia profesional. Después de haber trabajado en países como China, Taiwán, Argentina, Australia o Turquía, vuelve a empezar quien asegura que le resulta más fácil conseguir encargos en el extranjero que en su propia tierra. Su próxima escultura lo llevará a Dubai.

El escultor tudelano se siente deudor de artistas a quienes ha admirado profundamente. Le apasionan las mágicas contorsiones de Berruguete, el movimiento en el espacio de Chillida y la concepción escultórica de Oteiza. Intento hacer tan solo contenedores, espacios para ser habitados por los sentimientos de los demás, sostiene. Su obra alterna líneas curvas con rectas, en función de lo que le inspira el entorno en el que concibe la escultura. Mi obra sí refleja la cultura en la que vivo, dice, refiriéndose a la dureza de líneas impuesta por el paisaje castellano, aunque acopla las formas a las otras culturas en las que reside cuando trabaja fuera.

La exhibición cuenta con una pieza especial. 'El jardín de después de la tormenta' es un homenaje a su amiga Catalina Montes, quien fuera durante dos décadas presidenta de la Fundación. La obra recuerda a los elementos de un jardín tras esa aparente derrota que fue su muerte. Tras esa tormenta súbita, su espíritu prevalece, zanja el escultor.