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Viernes, 14 de febrero 2014, 19:46
La sensación que puede percibirse por el barrio Girón ante la posibilidad de cambio de nombre es muy parecida entre todos los viandantes. A pesar de que hay gente más a favor de quitar todo lo que recuerde la época franquista y vecinos que están completamente en contra, todos coinciden en que el cambio de nombre no es lo que más necesita el barrio en estos momentos. Reparaciones y empleo son las demandas de unos vecinos que no asocian ya el nombre de su zona a José Antonio Girón.
José Antonio Girón fue ministro de Franco desde 1941 hasta 1957. Su cartera, la de Trabajo, tuvo mucho que ver con el desarrollismo que empezó a vivir la después capital de la comunidad durante los años cincuenta y sesenta. Las calles del barrio que tomó el nombre del ministro todavía recuerdan, arquitectónicamente, las imágenes del éxodo rural. Como si de un pueblo se tratase, sus casas unifamiliares rompen justo al llegar a la calle Mieses con los altos edificios de lo que, también homenajeando a otra época, se convierte en Huerta del Rey. Al sur, los nuevos edificios de Villa del Prado se han comido la parte baja de un barrio que, cuestas arriba, mantiene su esencia. La parroquia San Pío X, con su placita, forman su propio centro.
Girón no está en medio de nada; realmente es más periférico de lo que parecen los alrededor de veinte minutos andando que, según Google Maps, separan la zona baja del barrio de la plaza Mayor. El C1, esa línea que no quiere saber nada del centro, lo atraviesa justo después de pasar por La Victoria y antes de dirigirse a Parquesol. El C2 hace la misma jugada, pero en sentido contrario. Aun así, el 3 es el autobús del barrio, ese que les conecta con las partes principales de la ciudad.
«Girón es Girón, para lo bueno y para lo malo», decía un vecino sobre el nombre de su barrio. «Que -los políticos- resuelvan los problemas principales que estas chorradillas son secundarias». Porque la polémica no llegado a ser tema central entre los vecinos del barrio. Ellos piensan en otras cosas que tienen más que ver con el día a día.
De momento, la asociación de vecinos Valle de Olid se posiciona en este sentido: según su presidente, Goyo Gómez, durante los doce años que lleva en la junta directiva, «ninguno de los asociados ha presentado nunca su inquietud por el nombre del barrio». Algo que se generaliza al charlar con los viandantes que pasean por las calles blancas: el nombre Girón no les preocupa. Es más, muchos de ellos defienden que no se cambie, apartándose de ideologías y de otros símbolos que pueden ser catalogados por la ciudad. Durante el próximo mes, el barrio, y todo Valladolid, verá cómo se acaba de hacer la lista de las conmemoraciones de la dictadura y de la Guerra Civil que deberán ser retiradas.
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