Matanza de cerdo para abrir boca en Hinojosa de Duero
En esta ocasión el matancero de honor elegido por el Consistorio fue José Antonio Bautista, quien procedió al sacrificio del animal
TAMARA NAVARRO
Viernes, 6 de diciembre 2013, 18:11
Parece que los grados bajo cero en los que amanecía la mañana de ayer, no fueron impedimento para que los vecinos de Hinojosa de Duero celebraran su ya tradicional matanza de cerdo, la costumbre reúne a familias enteras en torno a un animal del que, aseguraron, se aprovecha todo.
A dicha celebración asistieron decenas de vecinos y otros muchos turistas que en este puente de La Constitución recorren Los Arribes, llegados diferentes puntos del país.
En esta trece edición, la persona encargada de dar muerte al animal o en este caso «sacrificarlo», como muy bien expresaron algunos de los vecinos, fue José Antonio Bautista, el matadero de Honor.
A partir de ahí, los hinojosos sin pereza alguna comenzaron todos los preparativos que requiere una matanza bien hecha, como la recogida de la sangre, con la cual, posteriormente hicieron morcillas.
Tras el duro trabajo que requiere el despiece, las mujeres llevaron ricos dulces artesanos a los allí presentes, con algún que otro chupito, que ayudó a la enorme hoguera a dar calor a los más frioleros. Después, muchas de ellas procedieron a «desempeñar labores típicas como el lavado de tripas, o la ayuda a sus maridos», explicó el alcalde de la localidad José Francisco Bautista.
Las más mayores, llevaron el mando de los guisos, los pucheros hirvieron durante toda la mañana al calor de la lumbre para que después todos los asistentes probaran la matanza del día.
Con la comida ya lista a las 14:30 horas, se completó una animada mañana, aunque algunos confesaron sentirse «hasta arriba», tras llevar toda la mañana comiendo pinchos de panceta o chorizo de cerdo.
Finalmente, la tarde, no fue menos, para esas horas el Ayuntamiento tenía más cosas preparadas, una calvotada y una chocolatada, que sin lugar a dudas consiguió reunir a todos los vecinos entre risas y anécdotas de años anteriores, una tradición que según su alcalde «no queremos perder».
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