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El escritor argentino Eduardo Berti frente al escaparate de Oletum, en Valladolid. Henar Sastre
«China fue la excusa para escribir la historia de 'El país imaginado'»
LIBROS

«China fue la excusa para escribir la historia de 'El país imaginado'»

El autor bonaerense presenta en Valladolid su última novela, que recibió el premio Las Américas

VIRGINIA T. FERNÁNDEZ

Miércoles, 7 de noviembre 2012, 11:23

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Para Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) la imaginación no solo es un refugio. La imaginación hecha literatura es un motor que puede ayudar a encontrar alternativas a una realidad oscura. 'El país imaginado' (Impedimenta), recientemente galardonada con el premio Las Américas, es la última novela del escritor argentino que ayer presentó su obra en la librería Oletvm al amparo de Gustavo Martín Garzo. El autor viaja en su último trabajo a la China de los años 30 para darle voz a una dolescente que experimenta la ebullición de enfrentarse a una edad adulta que le trae, entre otros descubrimientos, la atracción por su amiga Xiaomei.

¿Por qué irse tan lejos para enmarcar su historia?

Siento que son cada una de las historias que me pongo a narrar las que van eligiendo sus itinerarios y sus épocas. Me pongo a tirar de un hilo y completo una trama, eso ya viene con una época, un mundo o un par de opciones posibles. En esta caso no fue fácil por ser una cultura y una época distintas pero si bien leí mucho también traicioné mucho. Mi idea nunca fue hacer una novela histórica, no al menos esas que tienen afán didáctico. Lo que me interesa es la historia y China es la excusa. Es una novela a partir de una China inventada. Eso no deja de lado todo lo que he investigado, hice que tenga cosas verdaderas para que todo lo inventado se apoye sobre una base verosímil.

¿Cómo fue meterse en la piel de una niña?

Yo creí en esa voz. Para mí era importante sentir que esa voz era real. Hay ese juego. Fui consciente a medida que la escribía que hay un juego de antípodas. Comienzo de un siglo anterior, otro sexo, otra edad, otra cultura. Pero pese a que todo podría parecer muy lejano he volcado en ese mundo un montón de vivencias personales, las he transformado, sublimado.

Pese al contexto concreto, trata temas atemporales...

Los temas centrales del libro son el amor, la amistad, la familia, la rebeldía de los hijos, los cambios de paradigma que se dan cada tanto en el mundo. Son temas universales. Quise trabajar eso, poner temas universales en un contexto muy particular.

¿Hace falta imaginar más para superar la realidad?

Yo creo que sí, cuando estamos con problemas la imaginación es una de las cosas que nos saca de los problemas. Imaginar ayuda a pensar en alternativas en los malos momentos. Ese es otro rol muy bonito de la literatura, muy noble, puede ayudar a pensar que las cosas no son fatalmente así y nada más que así. Ser lector te puede ayudar a tener esa gimnasia.

¿El mundo 'está mal hecho' como dice la joven protagonista?

El mundo no está mal hecho, como dice Xiaomei, está por hacer. Considerar que el mundo está hecho nos pondría en un lugar en la historia muy triste.

¿Qué busca con su literatura?

No pretendo dar ninguna lección, solo que el lector crea en la historia, que se emocione a su modo, de forma más cerebral o más visceral. Creo que los libros invitan inevitablemente a ponerse en la piel de otro. Son un ejercicio de empatía entre el lector y los personajes. Y ese ejecicio es lo que nos hace ser humanos. La literatura no pretende dar lecciones pero se basa en un principio de humanidad que es la empatía. Y esta es una novela de mucha empatía en ese sentido.

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