

Secciones
Servicios
Destacamos
El espíritu de servicio, de entrega a los demás, forma parte de nuestra profesión. Es algo que los militares, que las fuerzas y cuerpos ... de seguridad del Estado, tenemos grabado a fuego desde la academia, ya desde nuestro periodo de formación», dice Rafael Sastre (Valladolid, 1958), teniente coronel en la reserva.
Por eso, asegura, la constitución de Cáritas castrense –de la que es presidente– parecía un «paso lógico» que había que dar en la provincia. El Ejército y Cáritas habían sumado ya esfuerzos en otros territorios, pero no había cuajado aún un cauce estable en Valladolid. Hasta ahora.
Ha sido durante esta crisis sanitaria, con tantas heridas abiertas, tantas necesidades destapadas, cuando un grupo de voluntarios (procedentes del Ejército, de la Policía Nacional, de la Guardia Civil) han decidido aunar esfuerzos para atender a los más desfavorecidos.
El germen de esta nueva agrupación se halla en la hermandad de veteranos. En los momentos más duros de la pandemia, cuando el confinamiento era más extremo, los integrantes más jóvenes del colectivo (aquellos que rondan los 60 años)iniciaron una campaña de acompañamiento telefónico. «Dijimos: 'Vamos a ver como están los nuestros'». Son militares ya jubilados. Muchos con más de 80, algunos que han superado los 90 años. En algunos casos viven solos. La reclusión pilló a sus hijos en otras provincias.
«Inicialmente, llamábamos a las personas de las hermandad, que son de las que teníamos datos. Pero también la delegación de Defensa hizo llamadas», cuenta Sastre. Reconoce la «incertidumbre» de los primeros días. «No sabíamos cómo iba a responder la gente al otro lado del teléfono». Hallaron más situaciones de soledad de las que se esperaban. «Una señora nos pidió por favor que le llamáramos todos los días, para hacerle compañía». Y crearon una red solidaria para distribuir medicamentos, recetas, para hacer la compra a las personas más necesitadas. «Como nosotros tampoco podíamos salir de casa, nos poníamos en contacto con unidades militares, a través de los regimientos, que son los que llevaban a esos hogares aquello que necesitaban».
La dura experiencia de esta primavera les ha espoleado para dar ese «paso al frente» y crear una nueva rama de Cáritas en la provincia.«Era algo que el arzobispo castrense, Juan del Río, había comentado en varias ocasiones. Su intención es que hubiera una delegación en todas las provincias. Ypoco a poco nos vamos sumando». Junto a Valladolid, la crisis del coronavirus ha desencadenado la apertura de delegaciones en Navarra y Zaragoza.
El 19 de mayo se constituyeron oficialmente y el pasado 5 de junio hicieron su presentación oficial, en San Pablo, con la entrega de más de 6.000 kilos de alimentos, repartidos por Cáritas diocesana en la residencia de Santovenia y las parroquias de Santo Toribio, Nuestra Señora de Guadalupe (Las Villas), La Milagrosa y San Martín. «Esta recogida en nombre de Cáritas castrense la hizo la IV Subisnpección General del Ejército (Suige)», explica Sastre.
Los objetivos que se ha marcado el grupo en Valladolid es continuar con ese acompañamiento, organizar recogidas de productos de limpieza e higiene («la comida está ya bien cubierta por el Banco de Alimentos») y atender las necesidades de vulnerabilidad que puedan existir entre los miembros del Ejército y los cuerpos de seguridad. «Hay situaciones muy complicadas que no reciben ayuda por otras vías, que no llegan por ejemplo a las parroquias. Hay casos de soldados separados, con hijos, que tienen que pasar pensiones, pagar rentas y para los que el sueldo no llega. Familias monoparentales. Hay casos vulnerables también entre nosotros y queremos atender esas necesidades», explica Rafael, quien ha encontrado en Cáritas castrense una vía más para canalizar esa «inquietud social» que dice haber tenido siempre.
Así, colabora también con una ONG que trabaja en Madagascar en la construcción de orfanatos, con proyectos sanitarios y educativos. «Ingresé en el Ejército en 1980. He estado con misiones en Líbano y Agfanistán. Y todas esas experiencias me han servido para reforzar mi voluntad de servicio, algo que tenemos todos en el Ejército», asegura. Y como muestra, recuerda la implicación de la base de El Empecinado en la desinfección de las residencias de ancianos durante la pandemia. O la presencia de otras dotaciones en patrullas de atención y vigilancia. O el reparto en residencias de batas de plástico confeccionadas por mujeres de Megeces durante la pandemia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.