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Los vecinos que soportaron 20 años un caso de Diógenes conviven ahora con la okupaciónHace un año, los vecinos del número 10 de Corpus Christi ponían fin a más de dos décadas conviviendo con problemas de olores y salubridad ... por su vecina del tercero. Josefa, de 71 años, padecía síndrome de Diógenes y llegó a acumular hasta 15 toneladas de enseres y basura en su pequeña vivienda. «No sabes bien lo que hemos aguantado hasta que por fin el Ayuntamiento hizo algo, hasta que se limpió todo e internaron a Josefa, gracias a Dios que no ha vuelto. Aquello fue un calvario«, dice un vecino del bloque. En ese portal, los vecinos creían haber recobrado la calma tras las molestias de convivir desde 1998 con la acumulación de enseres y basura por parte de esta vecina, pero la calma ha durado poco (no ha llegado a siete meses) y la tranquilidad no ha vuelto al rellano de la forma en que esperaban.
Son unas 60 familias las que componen este bloque de cuatro alturas y tres escaleras que está conectado por un pequeño y alargado patio interior. «Por si no tuvimos suficiente con Josefa ahora vienen y nos okupan uno de los pisos y encima no puedes hacer nada», señala bastante molesto un vecino de la comunidad. «Al final, esto rompe la armonía en la que vivimos aquí, concretamente hay mucha gente sola y ya mayor. No hay derecho a que entren aquí y nadie haga nada. Es lamentable», explica este vecino mientras va camino de los recados de la mañana.
La Policía Nacional ha acudido en varias ocasiones al domicilio okupado, el bajo derecha de la segunda escalera. Tras varias visitas ha conseguido identificar a los actuales moradores de esta vivienda (que ha tenido varios moradores ilegales en los últimos meses), donde por el momento no constan más intervenciones por quejas vecinales o problemas de convivencia.
La vivienda -propiedad de un particular- fue okupada aproximadamente en el mes de octubre del año pasado. «Fue cuando nos dimos cuenta. Es cierto que no dan problemas, al menos los que hay ahora pero eso no quita para que estén donde no deben», admite una señora que entre en el portal al llegar del trabajo. «Desconozco si se dedican a algo, la verdad», añade antes de cerrar la puerta.
Coinciden los vecinos (quienes no quieren facilitar su identidad) que «se trata de una pareja que ronda la treintenta y que tiene dos hijas mellizas de unos dos o tres años». No se quejan de ruidos o molestias, «aunque ya que están aquí de forma ilegal podrían al menos no generar suciedad y mantener más limpia la zona de su rellano», señala una mujer mayor que comparte escalera. «Como no tienen llave de la puerta del portal, le ponen un tope y la dejan siempre abierta, no han generado conflictos y esperemos que así sea, porque ya tuvimos bastante con el tema de Josefa», añade un jubilado en referencia a su vecina con Diógenes.
El vicepresidente de la comunidad, Francisco Martín, relata que fueron varias las ocasiones en las que le advirtió a la actual propietaria de la vivienda que viniera «a dar una vuelta a la casa, al menos a bajar las persianas para que no se metiera nadie, porque ese piso ha estado vacío, por lo menos, durante los últimos ocho años. La mujer que vivía aquí enfermó y se marchó».
De hecho, el paso del tiempo y la dejadez se dejan ver en el exterior de las ventanas de la vivienda, que dan al patio interior del bloque. Las ventanas abiertas y la luz del baño encendida en plena mañana hace evidente que siguen ahí. Aunque no responden ni a la llamada del telefonillo ni a la de la puerta.
«Siempre tienen la luz dada, claro, como no lo pagan ellos... En todos estos meses la dueña me ha comentado que se ha gastado ya unos 600 euros en facturas de luz», explica Martín. Asimismo, asegura haber visto cómo algunos días «los okupas han hecho limpieza». Explica este vecino que los inquilinos ilegales han sacado en varias ocasiones ropa y enseres de la anterior propietaria, que fue la última persona que habitó en ese bajo antes de cedérselo a la dueña actual. «Cada día salen a la basura y tiran lo que les da la gana, ropa y que le quieran. Contra esto no se puede y como no cambien la ley, pues así nos va y más con niños de por medio que eso alarga todo el proceso», explica.
Martín explica que «esta gente, que se deja ver poco, se las sabe todas y va buscando pisos vacíos en los que puedan quedarse, pero fastidian a los propietarios como en este caso, que tiene que hacerse cargo de las facturas de la luz y del resto de suministros de la casa. No se lo puedes dar de baja porque encima te la cargas. Es un sistema injusto, lo mires por donde lo mires», asegura este vecino.
A la expectativa de ver cómo evoluciona la convivencia con estos nuevos e ilegales inquilinos, los vecinos del 10 de Corpus Christi solo esperan que reine la tranquilidad en sus rellanos.
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