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Todas las alegaciones presentadas ante el Ayuntamiento han sido rechazadas. Poco recorrido les queda en su desvelo, aunque al menos quieren que su «malestar» conste ... en acta, que se conozca públicamente, sin renunciar, matizan, a «posibles acciones» que les aseguren que el procedimiento «se ha realizado con total transparencia». La comunidad de propietarios del número 4 de la calle Veinte de Febrero muestra su rechazo al proyecto de rehabilitación del Teatro Lope de Vega. No a la intervención en sí, sino a la magnitud con la que se ha planteado. Hace una semana celebraron una asamblea extraordinaria en la que decidieron dar a conocer a través de El Norte las acciones que han llevado a cabo para frenar lo que consideran «una barbaridad urbanística»: la autorización para levantar una torre escénica de 28 metros de altura, que, a su juicio, afectará negativamente a las condiciones de vida de sus viviendas y del entorno más cercano a la dotación.
«Los vecinos no nos enfrentamos a que un edificio emblemático sea rehabilitado, pero sí nos oponemos a la envergadura con la que se va a llevar a cabo; va a alterar nuestro descanso y el derecho que nos asiste a la tranquilidad que debemos tener en nuestros domicilios, la cual se verá afectada por la contaminación lúminica que sufriremos cada vez que se exista una actuación que suponga la retroiluminación de ese cubo de 28 metros de altura ubicado a escasos metros de nuestros dormitorios», se lamentan. «Supone la construcción de todo un edificio de nueva planta que saldrá desde la cubierta del teatro y que nos va a robar el sol», abunda uno de los afectados.
Los propietarios de los pisos de esta finca encargaron en mayo al arquitecto Eduardo Rodrigo Aragón un informe sobre la intervención ya en marcha. Según se considera en ese documento, los residentes de los inmuebles colindantes deberían haber sido tenidos en cuenta antes de dar vía libre al plan de reforma. «Pudiendo aceptar el valor arquitectónico de la operación como algo cierto, no es menos cierto que se debe asegurar el procedimiento de aprobación y someter a consulta determinados aspectos de la obra, pues existen afecciones que requieren publicidad, ya que afectan al interés general y también al particular; afecciones que obviamente, van más allá del solar donde se actúa y que inciden en la propiedad privada de colindantes y en la vida de las personas», se expone.
En su opinión, plantear un torre retroiluminada de esas dimensiones sin conocer la repercusión que tiene la contaminación lumínica que produce en los patios interiores de la manzana y en las viviendas a las que da frente, donde hay estancias de viviendas que son dormitorios, no es aceptable. Añaden, además, que proponer una pared fotovoltaica que generará efectos de reverberación del calor acumulado en las placas sobre los edificios cercanos exige que se cumplan unas distancias de separación de los paneles solares que «no se han considerado».
«La energía captada por los paneles orientados al sur es la energía del sol que los edificios de la calle Veinte de Febrero han disfrutado durante años y ahora se les niega por razón de un elemento superpuesto que emerge sobre una edificación con un nivel de protección P3 y P4» y que, según la descripción contenida en la ficha del catálogo del Plan General, estaba construido «siguiendo el modelo de los nuevos teatros decimonónicos de carácter más comercial y menor presencia urbana», es decir «a una escala que no es la pretendida».
El estudio recupera las propias manifestaciones de los autores del proyecto sobre la filosofía de esta obra. «Vamos a realizar una intervención respetuosa con elementos tradicionales que no distorsionen y que no llamen la atención» en la que los elementos nuevos «deben ser silenciosos, discretos y que no supongan un impacto y una falta de respeto a la memoria». Para los afectados, esas afirmaciones se contradicen con lo que realmente se va a ejecutar.
Subraya el informe del arquitecto contratado por la comunidad que lo sorprendente de la intervención rehabilitadora sobre este edificio histórico es proyectar fuera del volumen de lo protegido una caja escénica de veintiocho metros de altura, «algo solamente reservado para los más grandes teatros de Europa». «Baste señalar que el Teatro Real de Madrid tiene un cajón escénico de 35 de altura, similar a su fondo, y el teatro Calderón de Valladolid cuenta con un escenario de 16 metros hasta la chácena y 23 metros de altura hasta el peine», incide.
Para los vecinos esta «escala de gran teatro otorgada al Lope de Vega» en su restauración en la zona reservada para la escena «no guarda proporción con el espacio disponible para otros usos y funciones, «como es obvio, por la propia limitación del solar», encajado en el tejido urbano del Valladolid de antes de la Corte.
El documento, que recibió contestación por parte del Servicio de Arquitectura y Vivienda de la Concejalía de Urbanismo el pasado mes de junio para tumbar todos estos argumentos, hace referencia también a las condiciones del entorno. Así, apunta a que no se ha realizado un estudio de tráfico que tenga en cuenta los flujos peatonales y motorizados, así como las operaciones de carga y descarga para los montajes que vaya a acoger el Lope de Vega.
La comunidad destaca que un teatro de 501 plazas de aforo y más de 736 de pie en eventos ocasionales solo en la gran sala, y 6.050 metros cuadrados de superficie construida, genera en el espacio circundante exterior una movilidad peatonal y rodada que incide sobre la trama viaria más inmediata. «Es capital conocer cómo se va a facilitar la llegada y acogida de espectadores y personal vinculado a la actividad desplazados a pie o en vehículos privados y conocer su incidencia en el transporte público, así como la saturación del tráfico y aumento de contaminación atmosférica y acústica que provocaría el trasiego de vehículos en la zona», subrayan.
Con estos y otros argumentos, muchos de ellos amparados en artículos y prescripciones de la normativa urbanística municipal y regional, los vecinos censuraban que no se hubiera abierto un periodo de exposición pública del expediente, no se diera traslado a los colindantes afectados, se obviara un estudio de movilidad urbana, no se aportara estudio ambiental que evaluase las consecuencias de la instalación fotovoltaica y careciera, asimismo, de un dictamen de la Comisión de Patrimonio, entre otras 'ausencias'.
En su respuesta, la Concejalía de Urbanismo destaca que la altura de la edificación no se aumenta por encima de la permitido (máxima de 28 metros), por lo que no es necesaria una tramitación con exposición pública. Se cumple con lo contenido en el PGOU de 2020 y recuerda el Consistorio que ese Plan General se abrió en dos ocasiones a alegaciones sin recibirse ninguna en este ámbito concreto. Además, al no plantearse ningún tipo de estacionamiento en el interior de la parcela, sostiene este departamento que no es necesario este estudio detallado que evalúe los impactos funcionales sobre la movilidad urbana en el entorno.
Respecto a la instalación de paneles fotovoltaicos, el Ayuntamiento recalca en su contestación que se trata de una exigencia del propio Código Técnico de la Edificación al ser un inmueble que se amplía en más de mil metros cuadrados y por ser una construcción que se reforma íntegramente, por lo que su incorporación es «imposición normativa».
Rechaza, asimismo, la alegación en la que se llama la atención sobre la ausencia de un informe de Patrimonio. «El inmueble del Teatro Lope de Vega no es Bien de Interés Cultural (BIC) por lo que no se necesita una autorización previa de la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural», aunque sí se tramitará al inicio del la excavación y movimiento de tierras, según avanza Urbanismo, según se aclara.
El Ayuntamiento concluye que el proyecto plantea la rehabilitación de un teatro histórico en el que no cambia, ni se pretende cambiar, su función original. «Se ha procedido a la adecuación normativa actual exigible y a mejorar en la medida de lo posible las condiciones espaciales para desarrollar su cometido, sin ampliación de superficies, dotando de la altura necesaria al telar escénico y siempre dentro de los limites normativos urbanísticos permitidos, los controvertidos 28 metros de altura de la futura torre.
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