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Frutas y hortalizas en un establecimiento. EL NORTE
Valladolid tira cada día a la basura 40.000 kilos de comida en buen estado

Valladolid tira cada día a la basura 40.000 kilos de comida en buen estado

El Ayuntamiento y Mercaolid diseñan una estrategia para reducir el desperdicio alimentario

Víctor Vela

VALLADOLID

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Lunes, 24 de septiembre 2018, 07:45

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Piense en la manzana picada, en los macarrones de anteayer, en esos trozos de carne no aprovechados en torno al hueso. Piense en el jamón york lamigoso, en el yogur que creíamos caducado, en el último trozo de pizza que nadie quiere, en la suma de granos de arroz que harían sin problemas un par de cucharadas. Piense en los restos de comida que podría haber aprovechado y que, al final del día, terminan en el contenedor.

No es fácil establecer un cálculo (porque no hay inspectores ni básculas en los cubos de la basura de los vallisoletanos), pero el último informe elaborado para la Estrategia Alimentaria Local concluye que Valladolid arroja cada año a la basura 15 millones de alimentos en buen estado, 40.000 kilos al día, unos 130 gramos por persona. Esto supone el 7,3% de todos los alimentos consumidos en el municipio, como consignan Óscar Carpintero y Pedro L. Lomas, del grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid, autores del informe asumido por el Consistorio para emprender su lucha contra el despilfarro alimentario.

El diagnóstico local ha tenido en cuenta los datos de consumo del Ministerio de Agricultura, las estimaciones de la FAO, los registros de entrada en el centro de tratamiento de residuos, la recogida de restos de materia orgánica en Valladolid (donde también se incluyen desechos alimentario no comestibles, como pieles de frutas y hortalizas, huesos de carne, espinas de pescado). Al final, con el cruce de todos estos datos, la conclusión es que el desperdicio alimentario en Valladolid se sitúa en torno a los 15 millones de alimentos en perfecto estado.

Habría que tener en cuenta, eso sí, que esta cantidad no procede solo de los hogares, sino también, por ejemplo, de la hostelería. La consultora Te lo Sirvo Verde subraya que también incide mucho el desperdicio que procede de comedores escolares y hospitalarios. Y habría que sumar, además, los alimentos que no llegan a la cadena de consumo y que se pierden bien en el primer eslabón (los desperdicios agrarios, por ejemplo), bien a lo largo del proceso de fabricación, empaquetado o distribución comercial. En total, serían 190 kilos de alimentos por persona y año (aunque no todos, en torno al 35%, serían de comida que se podría consumir).

La cifra ha descendido en los últimos años:la crisis económica desatada en 2008 y una mayor conciencia han ayudado. «El tonelaje recogido en el contenedor marrón dedicado a materia orgánica muestra una reducción, desde los 38,2 millones de kilos en 2011 hasta los 31,6 millones de 2016 (con un cambio de tendencia ligeramente creciente desde 2014)», explican los autores universitarios del informe, a partir de los últimos datos disponibles.

Una cifra demasiado alta , por lo que el Ayuntamiento trabaja en el diseño de una estrategia para reducir el despilfarro alimentario.

Para combatirlo, Mercaolid construirá una nave de 1.225 metros cuadrados en planta baja (el presupuesto es de 900.240 euros)desde donde se coordinará un proyecto de I+D+i para evitar que se arrojen a la basura alimentos en buen estado, que a diario pasan por la principal despensa alimentaria de Castilla y León, por el gran centro distribuidor de comida de la comunidad.

Los datos de su última memoria de actividad, publicados este mismo verano, concluyen que desde Mercaolid se comercializan y distribuyen, de media, más medio millón de kilos de frutas y hortalizas al día (505.221) y 65.214 kilos de pescado y marisco cada jornada de apertura del mercado. El objetivo es ajustar al máximo la oferta y la demanda para evitar el despilfarro en este capítulo de distribución. Para ello es también importante el papel de los hogares a la hora de aprovisionarse de víveres.

Y hay cosas que están cambiando. Por ejemplo, cada vez se visitan menos los hipermercados (templos dedicados a las grandes compras semanales o mensuales, más proclives al desperdicio final) y los súper de barrio continúan ganando cuota de mercado. El año pasado alcanzaron en Valladolid el 69,8%, según los datos de Mercaolid, que resalta cómo este tipo de establecimientos (vinculados a grandes cadenas de distribución) viven un proceso de transformación hacia tiendas «más modernas, de mayores dimensiones, luminosas, sostenibles, eficientes y en las que el surtido se enriquece con productos frescos en venta asistida y otros 'listos para comer'». La gran tendencia de los dos últimos años es que el consumidor cada vez valora más «los productos frescos, identificados como saludables, frente a los congelados y preparados».

Aún así, las cifras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación consignan cómo durante los últimos diez años ha disminuido el consumo de legumbres, arroces, pescado y leche (veinte kilos menos por persona y año) y ha aumentado el de bollería industrial, refrescos, azúcares o salsas preparadas. En total, el consumo de los hogares de Valladolid y de Castilla y León fue de 651,26 kilos de comida al año durante 2017 (últimos datos disponibles), lo que supone un desembolso de 1.516,12 euros anuales. Es menos gasto que el año anterior (ha aumentado el consumo fuera del hogar, en bares y restaurantes, auspiciado por la recuperación económica)y también menos kilos por persona y año (como demuestra el gráfico que ilustra estas páginas). En este sentido, el envejecimiento de la población y que cada vez haya menos miembros en los hogares (menos hijos) influye.  

La Estrategia Alimentaria de Valladolid ha analizado diversas ideas y propuestas para intentar reducir al máximo el desperdicio alimentario y buscar alternativa de uso para esos víveres desechados. Los grupos de trabajo que han participado en la elaboración del documento reconocen que no han concretado aún líneas de acción, pero sí que han lanzado propuestas. Por ejemplo, fomentar «las acciones de reciclaje». Una vía sería «el biocompostaje útil para la actividad agraria, tanto profesional como en huertos urbanos comunitarios».

También proponen «el fomento del emprendimiento en la reutilización de los alimentos desechados, ya sea a través de su transformación en nuevos alimentos o en actividades de restauración». El Ayuntamiento anuncia talleres y charlas, campañas para fomentar el uso de productos a granel y de envases más ajustados a lo que se consume en el hogar y «la recuperación de alimentos para grupos sociales de rentas bajas».

El último pleno (10 de septiembre) aprobó con el apoyo de todos los grupos políticos sumarse al pacto de política alimentaria urbana de Milán que propone revisar normas estéticas, de clasificación o fechas de caducidad y elaborar eventos y campañas específicas.

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