Valladolid cierra en agosto por vacaciones
Comercios y restaurantes aprovechan para coger días de descanso y echan la persiana por reforma. Es festivo y la capital deja ver sus grandes avenidas con un descenso notable del tráfico
El anuncio sobre el sorteo extra de verano retumba por los cuatro costados de una calle Santiago que este jueves ha amanecido más desahogada de ... lo habitual. El vendedor de la ONCE incita al juego, a tentar a la suerte y buscar la fortuna con un boleto que asegura ganador: ¡Vamos que toca! enfatiza entre los contados viandantes que huyen del descanso costero o el bullicio del medio rural. Carmen, 65 años, pasea con su mascota mientras observa los escaparates de una vía comercial que hoy no levanta la persiana. Ni siquiera las pocas cafeterías que hay a su paso han querido madrugar. Es 15 de agosto, fiesta en media España. Y Valladolid se despierta más tranquila de lo habitual, con silenciosas calles y grandes avenidas que lucen más amplias de lo que acostumbran. «Da gusto pasear, es un lujo poder disfrutar así de la ciudad», se congratulaba Carmen, mientras dirige los pasos de su mascota hacia la Plaza Mayor.
Los trabajadores de limpieza se afanan en abrillantar el suelo del casco histórico. No hay ruidos de cafeteras ni casi cucharillas dando vueltas al café. Las terrazas se protegen del sol, que hoy sí calienta. Y son pocas las que hoy han quitado el candado a las pilas de sillas. «Son días para irse de vacaciones», definen desde la Asociación Provincial de Hosteleros. Porque la semana más festiva del año coincide además en Valladolid con las vacaciones de funcionarios de la Administración autonómica y con las de los trabajadores de Renault, grueso laboral de la capital del Pisuerga. «Y somos conscientes de que entre eso, y las fiestas de los pueblos, en Valladolid hay poco. Se aprovecha para dar días de descanso y vacaciones, pero también para cerrar por obras o reformas», añaden desde el colectivo hostelero.
El cartel de 'cerrado por vacaciones' asoma en puertas y ventanas de no pocos establecimientos. No es buena semana. Tampoco para el comercio, que desde Avadeco (Agrupación Vallisoletana de Comercio) se atreven a calificar como «la peor del año». «Porque parecía que las vacaciones en Valladolid se habían diversificado, pero volvemos otra vez a la tónica de que agosto se paraliza. De hecho, en el sector de transporte no trabajan y eso para el comercio de áreas como el mueble es una paralización casi total», resume el presidente del colectivo, Alejandro García Pellitero.
El pulso en esta ciudad se recupera a final de mes. Porque si ocurre como este año, que el 15 de agosto forma un puente festivo, «el que no coge vacaciones coge los cuatro días» y el comercio en general tiene un horario más limitado. «Los que no tienen empleados se toman estos días de respiro y cierran, porque saben que hasta finales de agosto la gente no regresa de vacaciones o de los pueblos», argumenta Jesús Herreras, de Fecosva.
Menos actividad en el comercio y la hostelería pero también en los talleres de reparación de automóviles, peluquerías y centros de estética. Valladolid camina en agosto a otra velocidad. Hay menos población y se constata también en las estaciones de aforo que miden los vehículos que circulan por la ciudad. Influyen muchas variables -cierre por contaminación, por obras o fallos en los propios medidores- pero con las cifras de 2018 en la mano agosto tuvo 30.000 vehículos menos que la media anual. Es decir, si a lo largo del año circulan 340.000 vehículos de media por la capital -y según las 34 estaciones tomadas como referencia-, en agosto del pasado año fueron 310.000. Es decir, en 10% menos, que varía en función de las estaciones medidoras que se tomen como referencia. Así por ejemplo por Isabel la Católica se contabilizaron 2.500 vehículos menos, pero en las que bombean vehículos hacia la salida de la capital -avenida de Salamanca o San Isidro y la Circular- aumentaron ligeramente.
Y hay más. Otro medidor que habla del descenso del tráfico en la ciudad en esta época. Son los datos de utilización de los parkímetros de la zona de estacionamiento regulada por la ORA, cuya recaudación en agosto de 2018 fue el 13% inferior a la media anual, es decir, 50.000 euros menos de lo habitual. Que son algo más de 90.000 si se compara, por ejemplo, con el mes de octubre, el de mayor uso de esta zona azul por parte de los vallisoletanos.
Hay aparcamientos libres, plazas de la zona azul vacías, aceras más amplias sin terrazas y vías más descongestionadas del tráfico. El ruido se aleja de Valladolid, allá donde las verbenas, los encierros urbanos y los desfiles de peñas copan la programación del medio rural. Pero no está vacía. La ciudad levanta la persiana y ofrece una estampa inusual durante el resto del año. Y hay más cámaras de fotos de lo habitual colgando del hombro. Y también más ruidos de maletas rodando por los céntricos adoquines de la ciudad. Porque agosto es sinónimo de huida de sus habitantes pero también de turismo. En 2018 fue el mes que más visitantes descubrieron la capital del Pisuerga, con un 4,81% más que el año anterior. Son turistas de paso, pero también pernoctan. De hecho, la ocupación hotelera para este agosto rondará el 60%. Algo más para los del centro. «Y no está mal, la tendencia es buena», resume Francisco Posada, presidente de la Asociación de Alojamientos Turísticos. El bullicio, de momento, está lejos de Valladolid. Al menos este 15 de agosto.
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