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Es Valladolid una provincia «tremendamente solidaria». Cada día más. Lo tiene claro el presidente de la Fundación Banco de Alimentos, Jesús Mediavilla, que insiste una ... y otra vez en que gracias a las donaciones de los vallisoletanos –tanto particulares como empresas– la organización sin ánimo de lucro puede llenar sus almacenes para ayudar a los más necesitados. «Nos demuestran cada día su implicación con nosotros y con los que lo están pasando mal. Siempre que organizamos algo, la respuesta es buenísima», admite Mediavilla.
La última muestra la dieron hace tan solo unos días, en la última gran recogida. Se logró recaudar, la mayoría de forma 'online', «más de 300.000 euros» para adquirir productos básicos no perecederos para las familias más vulnerables. Con todo ello se aseguran contar con los víveres necesarios para atender a los usuarios del Banco de Alimentos en la provincia al menos durante el primer trimestre del próximo año. Hasta marzo. Una noticia que Mediavilla tilda de «buenísima», pues les genera «tranquilidad porque vamos a poder ayudarles» y les permite ser «ambiciosos». «Antes de la covid, recogimos con donación de productos alimenticios no perecederos más de 240.000 kilos de productos, la mitad leche. Ahora, con esos más de 300.000 euros podemos llegar a comprar 280.000 litros de leche y aún nos quedaría la mitad del dinero», precisa el presidente, mientras anticipa que la otra parte se destinará a adquirir otros productos «como conservas de atún o cereales».
En definitiva, con la «enorme» cuantía económica donada por los vallisoletanos han calculado en la entidad que podrán comprar «más alimentos que lo que recogimos antes de la pandemia». Comenzarán a adquirir conservas y tarros de comida, el próximo año, a partir de enero. Gracias a ello –dice– afrontan el 2022 con la «garantía» de cubrir las necesidades alimenticias de noventa días. «Con eso vamos a empezar a hacer pedidos a las diferentes cadenas de supermercado», explica Mediavilla, que también avanza que no lo realizarán «todo junto», del tirón, y lo almacenarán en la sede de la entidad, sino que se hará de forma progresiva, en función de las necesidades de cada momento. «La idea es hacer los pedidos según nos vayan haciendo falta y no tenerles aquí –en referencia al Banco– almacenados para que no se puedan pasar las fechas de consumo preferente», matiza.
Atienden, a día de hoy, a unas 4.500 familias en toda la provincia, una cifra «similar» a antes de la pandemia, aunque ligeramente inferior a lo alcanzado en meses anteriores, cuando la covid mostraba su peor cara.
La última campaña, con vistas a la Navidad, se articuló fundamentalmente en torno a donaciones de dinero, aunque también se implantaron puntos de recogida de alimentos imperecederos en algunos institutos y centros educativos. Esto último, señala, ya tiene dueño. «Se recibió y se ha dado todo. Si no fue en la entrega de noviembre, ha sido con la de diciembre», incide.
Ahora, la labor de los voluntarios se centra fundamentalmente –además de cargar palés para llenar las estanterías del almacén situado en el polígono de Argales de Valladolid capital– en organizar el lote de productos de diciembre que estos días están recogiendo los usuarios.
A los productos básicos que habitualmente se reparten, esta vez han dado al lote un toque navideño, con dulces, turrones y dos muslos de pato por persona «para que todo el mundo viva unos días especiales». «Hemos metido diversos productos de Navidad para que a ningún niño le falte un dulce estos días», argumenta el presidente del Banco de Alimentos, que asevera que «lo mejor de todo» son los mensajes de agradecimiento que han recibido por parte de los usuarios. «La acogida ha sido magnífica, nos han dicho cosas muy emotivas, como que les hemos salvado y alegrado la Navidad», concluye.
«Hubo meses muy malos en los que alcanzamos picos de usuarios, pero por suerte se ha reducido», reconoce el presidente del Banco de Alimentos de Valladolid, Jesús Mediavilla, quien atribuye esta «importante bajada» a la creación de puestos de trabajo y al fin de los ERTE en sectores como la hostelería o la construcción. «Hacia el mes de mayo alcanzamos puntas en las que llegamos a donar a 6.000 familias, y desde entonces ha bajado considerablemente porque este mes y el pasado ya ha habido puestos de trabajo, el paro se ha reducido, los ERTE también... Y eso ha permitido que la gente necesitada que recurría a nosotros haya bajado también», considera.
No obstante, el representante de la organización sin ánimo de lucro opina que aún quedan «hachazos». Que el próximo año no será tan halagüeño como inicialmente se creía. «Prevemos que, tal y como vienen las cosas, comencemos el año con alguna dificultad a mayores de la que tenemos ahora», afirma, al tiempo que concreta que «se están cerrando comercios y cuesta poner en marcha nuevos». «La sexta ola va a incidir de alguna forma, aún no sabemos cómo, pero creemos que afectará fundamentalmente a las personas más desfavorecidas», subraya.
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