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Valladolid
La reforma de la dársena del Canal de Castilla suma 20 meses con una calle a medio urbanizar y sin salidaLos obreros trabajan en la construcción de la nueva rampa peatonal en un tramo final de la calle Canal aún empantanado y cerrado a peatones y vehículos
«La verdad es que la están dejando muy bonita, pero para pasar por aquí hay que dar un buen rodeo», suspiran vecinos y paseantes ... habituales de la calle Canal, una vía que continúa sin incorporarse al callejero oficial de Valladolid después de veinte largos meses de obras de reurbanización, a cargo de su propietaria, la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), sin visos de que los trabajos concluyan a corto plazo en esta vía que discurre en paralelo a la dársena del Canal de Castilla y en la que a día de hoy continúa cerrado a peatones y vehículos el tramo final que desemboca en la carretera de Fuensaldaña.
Los trabajos comenzaron en un lejanísimo mes de febrero de 2022, cuando se manejó un plazo inicial de un año para su ejecución, que luego creció hasta los quince meses y que después el organismo de cuenca prolongó 'sine die' o, en palabras de los propios operarios, «hasta que acabe la obra». Y aún está lejos de concluir. Cuando eso ocurra, y no será, con absoluta probabilidad, antes del año que viene, la CHD prevé ceder la vía, aún privada de uso público, al Ayuntamiento para incorporarla oficialmente a un callejero en el que no figura su existencia.
La parte abierta muestra aceras adoquinadas, una hilera de aparcamientos y una calzada que unirá la avenida de Gijón y la carretera de Fuensaldaña
La calle Canal, al menos, ha recuperado el tramo inicial desde el acceso por la avenida de Gijón, donde se encuentra el restaurante La costa del piñón y donde hay un segundo restaurante (La Maruquesa) en obras para reabrir próximamente sus puertas. Son 430 metros lineales completamente remozados, que se abrieron al tráfico (sin salida al fondo) y al paso de peatones (ni siquiera ellos podían pasar por allí) a mediados de septiembre. Y en ellos se aprecia el resultado de la intervención, con aceras adoquinadas de dos metros de ancho, una única banda de aparcamientos de la misma anchura del lado de los números pares y una calzada también adoquinada a la misma cota (de cuatro y dos metros de ancho según el tramo) para vehículos y que alberga un único carril en sentido de circulación desde la avenida hacia la carretera de Fuensaldaña. Se han renovado, además, las conducciones subterráneas de servicios (agua, luz...) y colocado nuevas farolas.
La calle, no obstante, continúa cerrada (a vehículos y peatones) en el tramo final de 340 metros que conduce a la carretera de Fuensaldaña. Eso obliga de momento a los conductores a salir en sentido contrario de vuelta a la avenida de Gijón. Y dentro, en la parte abierta, solo se permite el estacionamiento en dos tramos de doce plazas de aparcamiento cada una. Otra hilera, la que se encuentra al final, en torno al laboratorio de aguas de la confederación, luce en sus farolas nada menos que nueve señales de chapa, se entiende que provisionales, indicando que allí está prohibido dejar el vehículo.
Esto último entre las fachadas de los bloques de viviendas, restaurantes y oficinas de la CHD. Por detrás, al borde del canal, se ha habilitado un camino de sirga, también con nuevas farolas, a lo largo del mismo tramo inicial. Justo hasta la pequeña pasarela sobre el cauce fluvial que desemboca en la calle Dársena de La Victoria. A partir de allí, tanto por detrás como, sobre todo, por delante, aún queda mucho tajo para rematar unas obras en las que se han invertido cerca de cuatro millones de euros. Justo desde el portal del número 18 continúa prohibido el paso a pie y en coche, con una suerte de 'muro' de separadores de plástico en los que se deja bien claro, con un texto 'amanuense' con pintura fluorescente, en el que se advierte de que esta 'prohibido el paso'.
Y es allí, en esos últimos 340 metros de la calle Canal, donde se concentran ahora las obras destinadas a adoquinar los antiguos senderos de tierra que serpentean entre los jardines, ya sin viviendas en los 240 metros finales, y a habilitar una calzada que abra esta vía a la carretera de Fuensaldaña. Los operarios de la empresa adjudicataria de las obras, la unión de empresas formada por Contratas Vilor y Martín Holgado (la misma que ejecutó el carril bici que discurre en paralelo al paseo de Isabel la Católica), están centrados ahora en la reconstrucción de la escalinata y la rampa peatonal que conectará el tramo final de la vía con la salida, con un paso de cebra regulado por semáforos en la carretera de Fuensaldaña, hacia la Cuesta de la Maruquesa (calle del Barco de San Vicente).
La vieja rampa, que desemboca en la pequeña pasarela sobre el canal que lleva por el otro lado a la calle Dársena (La Victoria), se ha demolido por completo y los operarios están levantando ahora una estructura de hormigón de mayores dimensiones destinado a unir la Cuesta de la Maruquesa con La Victoria a través del citado paso.
El puentecillo, al que se ha acoplado temporalmente una rampa metálica con barandillas para facilitar el paso de vecinos y viandantes, permanece abierto y es el único punto de entrada y de salida desde y hacia La Victoria para el tránsito peatonal, sobre todo, para los vecinos. Y también para los paseantes. «Ahora tienes que venir desde la otra pasarela (la de madera que sale al final de la calle Canal y que lleva a la calle Fuente El Sol) por el sendero de la otra margen del Canal para después continuar por detrás de las casas (por el sendero de sirga ya habilitado) y salir más adelante a la calle Canal (camino de la avenida de Gijón)», explican algunos de los caminantes habituales del entorno de la dársena antes de resumir que es un buen «rodeo». Pero no hay otra forma de dar un paseo por la margen derecha del canal.
El estado de las obras en esta parte final de la calle Canal es desigual. En el tramo inicial, de 100 metros lineales, que discurre aún entre las casas, entre los portales de los números 18 y 26, y las singulares casetas de los gallineros (nada menos que 27) que se conservan frente a ellas (del lado de los números impares), los trabajos están muy avanzados y, aunque aún no se permite el paso (salvo a los residentes), solo falta por adoquinar la calzada para vehículos, que en este punto se reduce a dos metros de ancho.
Es más adelante donde la intervención aún continúa en pañales. Allí se centran ahora los trabajos en la reconstrucción de la citada escalinata y rampa peatonal que permite salvar el desnivel hacia la carretera de Fuensaldaña. Y por debajo, entre los antiguos jardines en los que hasta ahora moría la calle Canal (su calzada era antes de doble sentido con entrada y salida por la avenida de Gijón), los espacios verdes forman una suerte de isleta central en torno a la cual discurren los nuevos senderos, que serán adoquinados, y la calzada central, solo dibujada con bordillos. Más lejos, hacia la desembocadura en la pasarela de madera sobre el canal y la futura salida a la carretera, tanto los paseos peatonales como la calzada apenas se intuyen. Las vallas, que lucen una señal tradicional de 'prohibido el paso a toda persona ajena a la obra', indican que aún faltan meses por rematar los trabajos y abrir esta parte de la vía a viandantes y vehículos.
Una obra que acabará «cuando acabe»
El final de la obra es una incógnita a día de hoy más allá de que acabará, y tal y como advirtieron en junio los propios operarios, «cuando acabe». El propio organismo de cuenca declinó entonces, ante las quejas de los residentes (de las 69 viviendas de su propiedad de dicha calle) y hosteleros por el evidente retraso acumulado en los trabajos, ofrecer plazos. Y tampoco lo hizo su presidenta, María Jesús Lafuente, durante una reunión con el alcalde celebrada a finales de julio. Entonces sí anunció, al menos, que el tramo inicial de la calle Canal se abriría en septiembre. Y así fue. Pero la parte final continúa aún empantanada y sin fecha para su conclusión y para la apertura completa de la vía a coches y viandantes.
Los vehículos, cuando la vía finalmente se abra al completo a la circulación, solo contarán con un carril que permitirá circular desde la avenida de Gijón hasta la salida a la carretera de Fuensaldaña. Y los peatones, por su parte, estrenarán aceras adoquinadas y ajardinadas en la parte final a lo largo de los 770 metros lineales de la calle y con caminos de sirga para pasear al borde del Canal de Castilla.
2025
2021
Y todo ello en cuanto a la primera fase de la intervención en torno a la dársena del Canal de Castilla, ya que hay una segunda, en la que se invertirán otros 5,8 millones de euros, para recuperar la margen izquierda del propio canal, la que discurre pegada al barrio de La Victoria, cuyo inicio se prevé -en este caso sí que se anunció su comienzo- para finales de 2026.
En esta segunda fase se prevé abrir caminos transitables a los peatones por una zona ahora cercada y recuperar algunos edificios industriales de la propia confederación situados en dicha margen del canal, donde los antiguos talleres se transformarán, o eso se anuncia, en un conjunto museístico configurado por dos centros de interpretación, uno de la gestión del agua y otro del Canal de Castilla, y una sala de exposiciones de maquetas de la cuenca del Duero y de varias presas. Lo que no anunció la presidenta de la CHD es el plazo para la ejecución de esta segunda fase. La primera, de momento, suma ya veinte meses de obras. Y subiendo.
El inicio de la segunda fase, destinada a recuperar la otra margen y habilitar un conjunto museístico, se anuncia para finales de 2026
Este doble proyecto, heredero de uno anterior, más ambicioso aún, de 2011, deja de lado, sin embargo, el futuro de las 69 maltrechas viviendas que acogen los cinco bloques intercalados entre las dependencias de la CHD en la calle Canal y que aún albergan a algunos inquilinos, en una situación un tanto alegal en cuanto a su uso; pero en las que hay muchas vacías y otras ocupadas ilegalmente.
Un proyecto descartado para vivienda joven
Del mal estado de las casas da fe la decisión del Ayuntamiento, ya con Jesús Julio Carnero en la Alcaldía, de descartar un preacuerdo rubricado por la anterior Corporación (con Óscar Puente) con la confederación para comprar los cinco bloques completos y rehabilitarlos para destinar los pisos a alquileres asumibles para jóvenes. Pero el «elevado coste» de la intervención, que rondaría los ocho millones de euros, llevó al nuevo equipo de Gobierno a descartar definitivamente el proyecto en febrero del año pasado. «Ni regaladas la queremos», expuso gráficamente entonces el concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona.
Las viviendas en cuestión, con su futuro, y el de sus inquilinos, aún sin desvelar, continúan así languideciendo. Se trata de cinco edificios, construidos entre los años 50 y 60 del siglo pasado, que albergan 69 viviendas de noventa metros cuadrados de media y que en su origen estuvieron destinados a los trabajadores del canal y a sus allegados. Su rehabilitación, sea cual sea su finalidad, supondría una tercera fase que permitiría recuperar definitivamente la calle Canal e integrarla definitivamente en el callejero de la capital. Esto último, en teoría, ocurrirá cuando concluya la primera. ¿Cuándo? Cuando «acaben las obras».
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