Curioseando
El rastro de las casas que guardaban el grano y la sal sigue en ValladolidLa ciudad tardó un tiempo en construir su propia alhóndiga, por lo que era normal que el Ayuntamiento alquilase viviendas destinadas a almacenar los alimentos
Tener un buen abastecimiento de alimentos ha sido siempre una preocupación prioritaria del por entonces Concejo de Valladolid (actual Ayuntamiento). Aunque en la actualidad estas ... necesidades están cubiertas por empresas, durante siglos, fue el propio consistorio el que debía asegurar que la comida estuviera al alcance del vecindario. La carne, el pescado o el pan, eran indispensables, aunque también existían otras demandas como hielo, sal o velas, para iluminar y completar el fondo de las despensas de las viviendas.
Sin embargo, de entre todos los productos el más solicitado era el abasto del trigo, en gran parte por la importancia que tenía el pan en la alimentación de los vecinos. Y es que fueron muchas las protestas que se sucedieron en el pueblo por las subidas del precio del pan o la escasez del mismo. El grano se almacenaba en alhóndigas, paneras o graneros, dependientes del Ayuntamiento y administrados por el pósito. Estos lugares desempeñaron una función vital para garantizar semilla y grano en tiempos de escasez, y así, evitar hambrunas y asegurar la siembra en los años de sequías.
Se llamaba pósito al edificio destinado a administrar y vender el grano que, en ocasiones, tenía un horno panificación donde se almacenaba el grano y también otros productos para abastecimiento de la población. En el caso de Valladolid ambos espacios estaban en un mismo edificio. Por su parte, la cesión de grano a panaderos, agricultores u otros particulares llevaba implícito la devolución del préstamo con unos intereses (por norma general bajos) que eran conocidos como «creces».
El suministro del pan ha dejado huella en la ciudad, y el callejero vallisoletano es una prueba de ello que refleja en sus placas nombres como calle Panaderos, Tahonas, Paneras, Troja, este último conocido como el depósito donde se almacenaba el grano dentro de la alhóndiga.
La existencia del pósito en la ciudad de Valladolid viene de muchos años atrás. Concretamente en diciembre de 1499 el Regimiento encarga a dos regidores que estudiasen dónde se puede hacer la alhóndiga nueva, ya que hasta esa fecha no había ninguna en la villa. Se trataba de una iniciativa para tener provisiones suficientes de harina destinadas para proveer a los pobres en los años de malas cosechas. Sin embargo, se tardó mucho en construir una alhóndiga propia en la ciudad, por lo que el Ayuntamiento iba alquilando casas donde guardar el grano a buen recaudo. Finalmente, en 1528 se llegó a adaptar un edificio en la actual plaza de la Universidad (antigua plaza de Santa María) en donde se nombró a un mayordomo de la alhóndiga para administrar esta nueva institución.
Existen varios lugares en Valladolid donde se fueron construyendo pósitos y alhóndigas que reunieran todos los requisitos para tener buena capacidad de almacenaje del grano. A finales del siglo XVII, en la plaza de la Rinconada se crea una casa de granos dependiente del Concejo. Se habla que, probablemente, los arcos de piedra que se conservan en el arranque de la calle Cebadería fueran parte de la misma. En 1865 en la plazuela de Belén (actual plaza de Santa Cruz), se ubicaba un pósito y alhóndiga en estado ruinoso con tres depósitos de almacenaje para el trigo que, posteriormente, se pensó en reconvertirlo en escuelas para niños y niñas con habitaciones para los maestros.
Alfolíes, las casas que dan cobijo a la sal
El abasto de sal era en esos tiempos un servicio público muy importante que, mediante la intervención directa del Ayuntamiento o haciendo concesiones administrativas para que hubiera comerciantes que se obligaban a abastecer a la población de este producto, al igual que se hacía, por ejemplo, con la carne, el pescado o el hielo.
Los almacenes donde se guardaba la sal eran conocidos como alfolíes. La primera noticia que se tiene de este es en 1713 a través de una noticia de «alfolí de la sal sito en el soportal de la Espadería», es decir, que se ubicaba en la plaza de Fuente Dorada. En ese momento la sal, según su origen y calidad era considerado un condimento culinario que servía para la conservación de alimentos, como complemento mineral del ganado y, sobre todo, para la cura de determinadas enfermedades, como el herpes. Se conoce que el municipio con mayor protagonismo en lo que a sal se refiere es Laguna de Duero.
El diccionario geográfico de Madoz indica que la actividad industrial de esta localidad era la agrícola «y la que proporciona la elaboración de sal, que se hace con el agua de la laguna, por cuenta de la Hacienda Nacional». Una información que desvela que el Estado era el que explotaba directamente este bien de interés nacional.
La próxima semana
Desde Curioseando por Valladolid descubrimos la historia de cuando Valladolid se quedó en dos ocasiones sin su pregón de fiestas.
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