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La directora de la Fundación Aldaba-Proyecto Hombre de Valladolid, María Paz de la Fuente, consideró hoy que el consumo de alcohol entre los menores de edad, no solo «no debería producirse por que está prohibid», si no que cualquier ingreso en urgencias hospitalarias por este motivo debe considerarse «como una desprotección que vulnera la ley«. En su opinión, esta práctica produce «un deterioro importante en la salud física y en el deterioro psicológico» en esta franja de población, tal y como puso de manifiesto en la presentación de la Memoria de actuaciones de 2017.
«Tenemos la obligación de proteger la salud de todos nuestros jóvenes y especialmente de los menores y que la sociedad no tienda a ser tolerante en los consumos abusivos», indicó en alusión a Ley de Protección del Menor. Además señaló que esta parte de la población en «su mayoría va a transitar» por el consumo de sustancias adictivas por que la accesibilidad hacia el alcohol y drogas «es grande para todos y especialmente para los menores». Así, aunque finalmente «sólo unos pocos queden enganchados», expuso, esta situación deriva en «unas conductas de riesgo, entre ellas las intoxicaciones etílicas que terminan en urgencias».
En su opinión, este escenario «debería desaparecer» ya que está considerada por la Ley del Menor «como una desprotección» y pidió a las autoridades públicas un mayor compromiso en prevención y que eviten «los botellones en espacios públicos» donde los jóvenes se reúnen para consumir alcohol, ya que todo ello conlleva que se produzcan intoxicaciones, violencia o relaciones sexuales no deseadas.
De la Fuente precisó que además de los daños físicos y cognitivos que causan el alcohol y otras drogas en los jóvenes, se producen otros deterioros importantes en la vida diaria como el absentismo y el fracaso escolar, dificultades de convivencia en el entorno familiar y comportamientos delictivos y violentos.
En cuanto a los adultos, desde Fundación Aldaba-Proyecto Hombre de Valladolid se recordó que el perfil de consumidores está «poralizado» y, por un lado, persisten los drogodependientes y de otras adicciones de «largo recorrido» asociados a una enfermedad mental y con poco apoyo afectivo y social, y por otro, «se ha detectado un incremento de estas personas cuya adicción causa un importante deterioro personal y familiar».
En otro punto, María Paz de la Fuente alertó de la situación de «emergencia» que generan de las nuevas problemáticas por un uso inadecuado de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) por parte de los jóvenes. «Se trata de un desafío y debería elaborarse una estrategia para frenar la adicción a redes sociales, todo tipo de dispositivos móviles y los denominados juegos 'on line' ante una problemática latente que está dando la cara y debe abordarse desde los profesionales y la comunidad científica en general», dijo.
La Fundación Aldaba-Proyecto Hombre prestó atención el pasado año en Valladolid a más de 5.000 personas entre programas de prevención, actividades formativas y tratamientos de adicciones. Así lo reflejó la responsable de Programas, Ana Macías, y en el caso del denominado 'Proyecto Joven' con consumo problemático de drogas se atendió a un total de 132, en su mayoría hombres (79,5%); menores de 18 años (84,8%); con frecuente nacionalidad española (87,9%); y una edad media de 16,9 años, similar entre hombres y mujeres.
La convivencia de los participantes adscritos a estos programas fue con la familia, bien con ambos cónyuges (40,9%), o bien con el padre-madre separados o divorciados (34,8%). En el 95% de los casos la droga, y el concreto el cannabis, fue lo que motivó la intervención con las familias y adolescentes, por problemas de convivencia y en el ámbito escolar que llevaban produciéndose una medida de dos años. «El programa es eficaz ya que el nivel de permanencia en el programa en un 70% de los casos es de al menos seis meses, indicar temporal considerado óptimo y en este periodo se consigue la reducción o abstinencia de la droga principal que motivó el tratamiento y se mejora la relación familiar y el problema escolar causado», dijo Macías.
En cuanto a los programas para adultos abusadores y dependientes de las drogas, 124 personas fueron atendidas en régimen ambulatorio y residencial (109 varones y 15 mujeres) en 2017. En los hombres la edad media es de 37 años y en un 61% de los casos el adicto es soltero y con trabajo (41,9%), siendo la principal sustancia por la que ingresa el alcohol (35,4%), seguido de la cocaína (29,9%) y el cannabis (16,9%).
Por su parte, las mujeres tratadas tienen una media de edad de 36,13 años y en su mayor parte viven independizadas de sus padres y por ello tienen menor apoyo y son más vulnerables. Un 20% vive con sus hijos, mientras que en los hombres esta situación solo se da en un uno por ciento. Aunque el perfil formativo de las féminas es menor que el masculino, su estatus laboral es más bajo (33,3% frente al 43,1%) y viven en mayor medida de las ayudas sociales que ellos.
El perfil de consumo problemático entre las mujeres es esencialmente de alcohol (53,3%) frente al de ellos, que es de la cocaína y otras drogas ilegales, y los problemas y trastornos psiquiátricos son más prevalentes entre las mujeres. Entre los varones se da una prevalencia de paología dual del 34,3% y entre las mujeres del 46,7%.
Según Ana Macías, el 80% de las personas adultas que inician los tratamientos «consigue la abstinencia en el primer mes y antes de ese periodo mejora la estabilidad psicológica y su vinculación familiar, así como la identificación de las situaciones de riesgo frente al consumo de sustancias adictivas».
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