Una vallisoletana de 96 años pasa cuatro días en la UCI por una picadura de avispa asiática
«He vuelto a nacer», asegura la mujer, que sufrió la picadura en Torrelavega mientras visitaba a uno de sus hijos
«He vuelto a nacer a los 96 años». De esta forma tan cruda relata la vallisoletana C. C. A. lo que ha sentido después de que la picadura de una avispa asiática en la localidad cántabra de Torrelavega le obligara a pasar cuatro días en la UCI del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander.
Los hechos ocurrieron el pasado 26 de octubre, cuando esta nonagenaria, vecina de Peñafiel, decidió pasar unos días en casa de su hijo en Torrelavega para huir de los rigores del invierno ribereño. «Ha sido peor el remedio que la enfermedad», explica poco antes de relatar su encuentro con el insecto que estuvo de arrebatarle la vida. «Me senté en una silla giratoria y me eché una manta por encima de las piernas. Entonces, en ese momento, vi que me subía algo por la pierna e intenté asustarlo con un manotazo, pero me agarró el dedo y me picó», afirma para explicar luego lo que sintió tras el picotazo. «Empecé a notar muchísimo calor y el dedo se me puso como un chorizo, así que avisé a mi hijo y llamó a un amigo suyo que es médico. Él alertó rápidamente al 112», asegura esta mujer, aún con miedo en el cuerpo.
Esa celeridad en el aviso a un profesional ha permitido que esta peñafielense pueda contar el suceso desde una butaca que una de sus hijas tiene en sus viviendas del barrio de Las Delicias. Y es que, cuando llegó la asistencia sanitaria lo de menos era ese dedo con aspecto de chorizo. «Me montaron en la ambulancia y no me enteré de nada más. Me empecé ahogar y me han dicho que eché espuma por la boca y que entré en parada cardiaca cuando llegó el 112 a casa de mi hijo», explica.
Al ver el alcance de las lesiones producidas por el insecto, el hijo de esta mujer decidió acabar con el animal con insecticida para dárselo a los sanitarios con el objetivo de que supieran cómo atajar el shock anafiláctico que le produjo la picadura. «Nunca me ha picado ni una avispa de las aquí y la primera que pica tiene que ser esa que llaman 'avispa asesina' en todos los periódicos», incide esta vecina de Peñafiel que no guarda buen recuerdo de su última visita a tierras cántabras. «He estado cuatro días en la UCI y otros dos, en planta, así que cuando he salido del hospital he dicho que me quería ir lejos. Ahora estoy en casa de mi hija en Valladolid tan ricamente», añade esta peñafielense poco antes de que su yerno recalcara que el susto ha sido mayúsculo. «A esta edad pocas personas salen de una cosa tan grave tan bien como ha salido ella», apostilla el yerno de esta nonagenaria que ahora pasará unos días en tierras vallisoletanas para recuperarse de un enorme susto.
Por fortuna, este incidente solo ha sido un escollo más en la vida de esta mujer. «Cuando estalló la Guerra Civil yo tenía 13 años, he vivido de todo, pero la única vez que pensaba que me moría ha sido ahora», afirma C. C. A., que no quiere que su nombre aparezca en el periódico para evitar dimes y diretes. «A mí no me gusta dar que hablar», concluye esta nonagenaria, que aún conserva la avispa que le picó en un bolsa. «Ahí está bien, que no salga», concluye.
Una amenaza que ya ha llegado a Valladolid
Las avispas asiáticas ya han llegado a tierras vallisoletanas, tal y como confirmó a principios de año la Asociación de Apicultores de Valladolid (Aprova) tras la retirada de un nido en Amusquillo. Este insecto originario del sudeste asiático llegó en 2004 a Francia, se cree que en un cargamento en el puerto de Burdeos. Desde ahí, una misma reina logró colonizar el territorio europeo y varios españoles han muerto ya como consecuencia de reacciones alérgicas a su veneno, el último, un agricultor de 67 años que sufrió varias picaduras en Lugo el 18 de octubre.