Valladolid
Niceto Manso, memoria de Megeces, celebra sus 103 añosEl vecino más longevo del municipio repasa una vida marcada por el trabajo en el campo, el amor duradero y su carácter tranquilo y afable
El pasado fin de semana, la familia Manso volvió a llenar de alegría su casa de Megeces para celebrar los 103 años de Niceto Manso, ... nacido en el mismo pueblo el 9 de octubre de 1922. Hijo de Liduvino Manso Mena y María Manso Alonso, Niceto es el mayor de cuatro hermanos -Constancia, César y Carlos- y ha sido, durante toda su vida, un ejemplo de serenidad, trabajo y cariño.
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Agricultor, como lo fueron también sus antepasados, Niceto desarrolló su labor en Megeces, donde ha vivido casi siempre. Cumplidos los veinte años, fue llamado a filas y realizó el servicio militar durante tres años entre Valladolid y Urroz Villa (Navarra), en Artillería. La Guerra Civil había concluido poco antes, y él recuerda aquella etapa con afecto, por las amistades que forjó y que mantuvo durante décadas. Pero su historia es, sobre todo, una historia de amor. En Megeces, conoció a Tirsa Manso Martín, dos años mayor y modista, con quien compartió 76 años de matrimonio «muy, muy felices», según recuerda la familia. Tuvieron dos hijas, Rita y Adela, y de ellas nacieron cuatro nietos y siete bisnietos, que hoy continúan llenando de vida las reuniones familiares.
Cariñoso, tranquilo y siempre pendiente de los demás, Niceto es una figura muy querida en el pueblo. Le gusta conversar, bromear y compartir recuerdos con vecinos de todas las edades. Quienes le conocen destacan su memoria prodigiosa y su costumbre de acompañar cada conversación con un refrán. Su favorito, el que más repite, resume bien su carácter: «Dos no riñen si uno no quiere».
A pesar de su edad, Niceto mantiene una mente activa. Le apasiona leer, escribir poesías y resolver sopas de letras. Cada mañana disfruta de un café en Megeces o en Valladolid, según la época del año, y aprovecha ese momento para charlar con conocidos y amigos. Hasta la pandemia, no faltaba nunca a la partida de mus del bar del pueblo, donde el que perdía pagaba el café.
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Cuando se le pregunta por el secreto de su longevidad, la respuesta es sencilla: una vida ordenada, sin excesos, y un carácter sereno. Nunca fumó ni bebió, come de forma equilibrada y respeta los horarios de siempre. «La mejor lotería es un buen trabajo», suele aconsejar a los jóvenes, recordando la importancia del esfuerzo, la honradez y el buen trato hacia los demás.
Ver a la familia unida
El día de su cumpleaños, Niceto recibió decenas de llamadas y mensajes de familiares y amigos. El fin de semana, la familia se reunió —con la ausencia de solo dos nietos, que residen en Nueva York— para compartir una comida y rendirle homenaje. «Su mayor felicidad es ver a la familia unida», cuentan sus hijas. «Siempre da gracias a Dios por ello y nosotros seguimos aprendiendo de su ejemplo y disfrutando de su compañía», apuntan.
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No es la primera vez que el pueblo celebra a su vecino más longevo. Cuando cumplió 100 años, el Ayuntamiento de Megeces le rindió un emotivo homenaje y le entregó una placa conmemorativa, acompañado entonces aún por Tirsa, que alcanzó los 102.
A los 103 años, Niceto Manso sigue siendo una presencia entrañable en las calles y cafés de Megeces, una memoria viva de su historia reciente y, sobre todo, una persona que quiere y se hace querer.
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