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Mirada serena, sonrisa imborrable, palabra fluida y ajustada, gesto amable, cordialidad encantadora, memoria envidiable, divertido humor o desbordante simpatía, bien pudieran ser rasgos de muchas ... personas, aunque bastante más difícil sería si la que los tiene acaba de llegar a los 108 años, como la vecina de Villabrágima Natividad Sanabria, que este miércoles celebró su más que longevo cumpleaños en el pueblo que la vio nacer.
Por la mañana, Natividad recibía visitas y contestaba las llamadas para felicitarla en la casa de su hija María Jesús, con la que vive en Villabrágima desde hace muchos años. El párroco, Francisco Casas, también se acercaba para darla la comunión, acompañado de un grupo de jóvenes madrileños que durante estos días tienen un encuentro en la localidad y que desde la calle la cantaron el Cumpleaños feliz. Como no podía ser de otra manera, en un día tan especial no faltaron a la celebración sus ocho hijos, Esperanza, Rafaela, Begoña, Natividad, Miguel Ángel, Conchi, Ignacio y María Jesús, además de sus yernos y nueras, que no dejaron de encomiar a su madre, como «una mujer buenísima». Miembros de la corporación municipal entregaron a Natividad un ramo de flores.
De nuevo, en la víspera del cumpleaños, en una tradición familiar que Natividad vio hacer a su madre, Rafaela, y que ella realizó a sus abuelos, Acacio y Raimunda, y después a sus hijos, nietos y bisnietos por sus cumpleaños, su hija María Jesús la puso por la cabeza un rosario, diciéndola «aquí te pongo este rosario bendecido por Santa Teresa para que mañana por la mañana me pongas buena bandeja». María Jesús aseguró que «es un verdadero regalo, porque 108 años no se cumplen todos los días».
De nuevo, Natividad hizo gala de una excelente memoria recitando largos poemas o cantando alegres canciones, como «María de O», ante el aplauso de todos los presentes, a los que también regalo con sus ocurrencias de gran humor, como cuando, ante un piropo de uno de sus hijos, expresó «no sé si soy la más guapa, pero sí la más vieja», a lo que las hijas recordaron que «de joven fue muy guapa». Respecto a su edad, deseó que «ojalá pudiera despachar algunos de los años que tengo para poder defenderme mejor». En cuanto a su futuro, indicó que «estoy conforme a lo que venga, estoy a gusto, no tengo dolores, por lo que si me concede un año más, bendito sea Dios, pero también a los que me atienden», añadiendo «qué voy a pedir si soy feliz». En este sentido reiteró sentirse muy bien cuidada por su hija María Jesús y su yerno Even.
En la memoria familiar se encuentran los años de niñez de Natividad, cuando en la escuela eran un centenar de niñas y jugaban en el patio a la rueda, la juventud con los bailes en la plaza, el noviazgo con el que iba a ser su marido, Patricio Alonso, que tuvo que ir a la guerra durante tres largos años. También están los recuerdos hacia su padre, Francisco Sanabria, y a su oficio de esquilar, «por el que cobraba 3 perras por una oveja». Su padre y el de su marido, Domingo Alonso, trabajaron en la construcción del Canal de Panamá.
Al final de la jornada, la buena de Natividad, después de tantas visitas, llamadas de teléfono y felicitaciones, tras cenar la ensalada y beberse el aderezo, volvió a besar al Niño Jesús que tiene en su habitación antes de acostarse, para pedirle que «me mantenga mientras se pueda y, si no, hágase su voluntad».
Ahora, ya espera que llegue este sábado para que su numerosa familia se reúna en el Hotel Vittoria Colonna de Medina de Rioseco para celebrar una multitudinaria comida, en las que no faltarán sus hijos, yernos y nueras, además de muchos de sus 25 nietos y sus 36 bisnietos, a la espera de ver a tataranieta cuando regrese con su familia de Londres.
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