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Íscar y Pedrajas prolongan la Pascua de Resurrección con sus romerías campestresTras una semana marcada por la inestabilidad meteorológica, aunque con temperaturas agradables pese a la amenaza de lluvia, Íscar y Pedrajas de San Esteban cerraron ... ayer, Lunes de Pascua, las celebraciones religiosas de Semana Santa. Lo hicieron con sus tradicionales y concurridas romerías campestres, en honor a Cristo Rey y la Virgen de Sacedón, en torno a sus respectivas ermitas.
En Íscar, vecinos del municipio y de otras localidades cercanas de Valladolid y Segovia celebraron su tradicional romería en honor a Cristo Rey. El encuentro tuvo lugar en el parque recreativo del conocido Pinar del Concejo, concretamente en el paraje de Puente Blanca, junto al río Pirón, donde confluyen las carreteras CL-602 y VP-1102.
La jornada comenzó con una eucaristía oficiada por el párroco titular. Presidieron el acto los descendientes de los siete cofrades fundadores —Lucio Ballesteros, Tomás Lobejón, Agustín Rico, Tomás Rodríguez, Isabelo Caviedes, Julio Álvarez y Francisco Manso— quienes, junto a sus esposas, levantaron la ermita en 1946 e impulsaron esta celebración.
Finalizada la misa, los asistentes se repartieron por las zonas del parque para reunirse en corros de familiares y amigos. La veterana Peña El Ruedo ofreció limonada de forma gratuita, con motivo del 60 aniversario de su fundación, que se conmemora este 2025.
Por la tarde, al son de jotas interpretadas por dulzaineros, tamborileros de la Asociación Cultural La Pinaza y numerosos danzantes, la imagen de Cristo Rey fue procesionada a hombros por el área próxima al río Pirón. Este recorrido fue adoptado en años recientes para evitar cortar el tráfico en las carreteras que antes atravesaba.
En Pedrajas de San Esteban, la meteorología adversa redujo la afluencia de vecinos y visitantes que se desplazaron hasta el paraje pinariego junto al río Eresma, donde se encuentra la ermita de la Virgen de Sacedón, edificada a principios del siglo XVIII. La romería, con 277 años de historia documentada, comenzó con la misa tradicional en la pradera. La ceremonia fue oficiada por el párroco Domingo Olmo y el religioso carmelita Antonio Martín. Asistieron cientos de fieles, presididos por Pilar Casilda González, Mayordoma de la Virgen, quien portaba la vara con la insignia. La acompañaban el alcalde Alfonso Romo Martín, miembros de la corporación municipal y autoridades provinciales como el diputado socialista Francisco Ferreira. El acto concluyó con el canto de la Salve y los vivas a la Virgen de Sacedón y al Niño Chiquitín.
Después del almuerzo y la sobremesa en los habituales corros de amigos y familiares, poco antes de las 16:30, el sonido del esquilín —la pequeña campana de la espadaña— convocó a los asistentes frente a la ermita. Comenzó así uno de los momentos más esperados: la primera subasta de los brazos de las andas para portar la imagen en procesión. Esta desciende por unas escaleras hasta el lugar donde antiguamente se situaban las balsas de agua y, según la leyenda, se apareció la Virgen a un pastor, lo que motivó la construcción de la primera ermita.
La peña Amigos del Lechazo, por vigésimo tercer año, tuvo el honor de sacar la imagen gracias a su puja por los brazos delanteros (550 euros), mientras que los brazos traseros fueron adjudicados a familiares de la Mayordoma (100 euros).
Veinte minutos después, se celebró la segunda subasta para cruzar el pequeño arroyo que discurría desde la fuente al río. Desde allí, los porteadores ascendieron con energía una pendiente del 4,5 %, llevando la imagen hasta la cañada, pasando bajo un centenario pino albar, junto al monumento homenaje al piñero. Cientos de danzantes, en dos filas, acompañaron el trayecto bailando jotas y lanzando vivas a la patrona.
La tercera y última subasta tuvo lugar ya en la pradera, para introducir la imagen en la ermita. La imagen fue elevada sobre las cabezas de los porteadores, mientras los danzantes pasaban por debajo de las andas, detenían su avance y proclamaban vivas.
La procesión, que se prolongó durante dos horas, fue animada por dulzaineros de la Escuela Tierra de Pinares. Finalmente, con la imagen ya en el dintel de la ermita, se celebró el emotivo traspaso del cargo de Mayordomo. Pilar Casilda González entregó la centenaria vara a Juan José Sanz Morejón, junto con un beso a la insignia de plata. Él será el encargado de acompañar a la Virgen hasta el próximo año, cuando vuelva a repetirse este ritual.
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