Conrado Íscar, presidente de la Diputación de Valladolid: «Estoy muy orgulloso de ser de pueblo; no lo cambiaría por nada»

–¿A qué verano que añora le hubiera gustado volver este verano y no pudo?

–Cuando cumplí los dieciocho años. Tenía carné de conducir y eso en el mundo rural era lo más, ya eras mayor. Recuerdo con cariño esa libertad de poder moverte. Fue un verano muy feliz.

–¿Tiene pueblo o le prestan uno?

–Siempre he vivido y mi intención es seguir viviendo en mi pueblo, Matapozuelos. Estoy encantado y muy orgulloso de ser de pueblo. Por supuesto tiene las barreras que existen en el mundo rural, pero no lo cambiaría por nada del mundo. Dice el refrán que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Es verdad, pero yo lo modifico un poco:quien tiene un pueblo tiene un tesoro.

–¿Qué se llevaría a un pueblo vaciado?

–Personas. Luego, le dotaría de servicios. Ahí está la clave.

–¿Es de los vallisoletanos de Benidorm o de los vallisoletanos de Santander?

–De Santander, pero reconozco que poco de ambas cosas. A Benidorm no he ido en mi vida, y a Santander he ido poquito. No por nada, porque soy de los que piensa que la playa de Valladolid es la de Santander, pero por motivos de trabajo he tenido muy pocas vacaciones en mi vida.

–¿Playa o montaña?

–Ambas. A mí me gusta más la montaña, pero mis hijas y mi mujer tiran más para el mar.

–Si tuviera que perderse en algún lugar, ¿dónde podemos encontrarle?

–En Málaga. Tiene muchos encantos y zonas costeras, pero he descubierto una zona con mucha paz y tranquilidad.

–¿Qué hay mejor que un amigo con piscina?

–Un amigo con un frigorífico y con bebidas, que se suma a la piscina. Fuera bromas, el compartir esos ratos, una merienda... La piscina al final es la excusa para juntarte con los tuyos. Ese es el mejor plan.

–¿De qué se desconfinaría primero, de su pareja, de los hijos o nietos, de la mascota, del trabajo...?

–Un poco de todo. Ha sido un estado muy complicado para todos, días muy duros a los que ojalá no tengamos que volver. He tenido la suerte de vivir en una casa con patio, que ha ayudado bastante, pero ha sido una prueba que hemos tenido que pasar los que vivimos en pareja o familia. No estamos acostumbrados a estar tantas horas juntos. Aunque también lo he pasado bien;he aprovechado para estar un poquito más con mis hijas. Hacía muchos años que no comía diez días seguidos en casa, siempre estaba de viaje o trabajando fuera y me ha servido para recuperar eso.

–¿Realizó todos los planes que se le ocurrieron durante el confinamiento o dejó alguno para el verano?

–Los planes fueron saliendo, más despacito de lo habitual, pero sacamos casi todo adelante.

–Volver de la playa con la mascarilla en el moreno, ¿es sexy?

–No sé decirte, la verdad. La gente viene de la playa quemada, pero no con la marca de la mascarilla, y eso que la llevan puesta. Pero no termina de calar.

–Para sus hijas o nietos querría un verano como el del año...

–Como el de cuando era joven. Es una pena que se hayan perdido todos esos juegos y ese clima por la maquinita, el móvil o el ordenador. Que está bien, no digo que no, pero que no dependamos, y yo me incluyo, tanto de las nuevas tecnologías.

–¿Y aquí? ¿Qué nos recomienda hacer o descubrir en Valladolid?

–Siempre he defendido todo lo que tiene que ver con el turismo natural. Creo que es el gran desconocido de nuestra provincia. Hay auténticas maravillas. Desgraciadamente no tenemos mar o montaña, pero tenemos riberas, parajes y reservas naturales... Son auténticas maravillas. La ciudad es un grandísimo potencial.

–¿Qué lleva siempre consigo?

–Los auriculares del teléfono seguro. La cartera me acompaña a todos los sitios, pero creo que los cascos y por supuesto el teléfono no se me olvidan nunca.

–¿Qué le gusta hacer cuando tiene un rato libre?

–Me gusta mucho pasear, leer y escuchar música, pero depende de la época del año. Ahora, si quiero salir a andar, tengo que hacerlo muy pronto. En los ratitos que puedo intento también estar con la familia y todas las noches, antes de irme a dormir, escucho música.