Santa Eufemia del Arroyo toca las campanas para ahuyentar las tormentas

Como es costumbre, los vecinos se reunieron en el bar antes de que, los más valientes, desafiando las bajas temperaturas y bien abrigados, subieran a la torre de la iglesia. El veterano Félix Fernández, de 80 años, inició el repique de las campanas con unos toques característicos que recordaban el conjuro 'Tente nube, tente tú, que solo Dios puede más que tú, si eres lluvia, ven acá, si eres piedra, tente allá'. Fernández aseguró que, aunque le gustaría que sus toques se acercaran a los de antaño, «lo seguiré haciendo mientras que tenga las fuerzas». El vecino Joaquín Santos, de 76 años, también tocó las campanas «en una gran celebración que une a todo el pueblo».

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Este año la tradición sirvió para ver de cerca la restauración de las campanas que ha promovido el Ayuntamiento a través de la histórica empresa de Saldaña Campanas Quintanas, con sustitución de los yugos y herrajes, lo que ha permitido recuperar el popular toque por volteo. Además, se ha llevado a cabo un lavado de cara de las campanas que se ve a primera vista al observar su color dorado, según explicó la teniente de alcalde, Lydia Uña, quien también apuntó que se ha instalado un sistema automatizado con electromartillos para sonar las campanas y programador para la puesta en marcha manual o automática de cualquier campana o juego armónico. De hecho, ya existe un toque automático de Santa Brígida que este martes sonó para sorpresa y orgullo de los vecinos, a sabiendas que «cada año se realizarán en la torre de forma manual para no perder la tradición».

En su casa, Silvestre Santos, a sus 94 años, al oír las campanas, como tantas veces lo ha hecho desde su infancia, recordó las celebraciones de Santa Brígida de tiempos lejanos, cuando los hombres subían a la torre a las 12 de la noche, y después el Ayuntamiento les invitaba a un dulce. Además, rememoró que para subir a la torre había que hacerlo por unos travesaños de madera y que el piso del campanario era una estructura de madera. No dejó de traer al presente que su tío Bonifacio Martín y, años después, su primo Boni eran grandes expertos en tocar bien. Sin embargo, a él no le gustaba tocarlas porque no lo hacía bien. En un necesario relevo generacional, la hija de Silvestre, Nuria Santos, no faltó a su cita con las campanas, ya que «es muy importante conservar las tradiciones como forma de identidad». Aunque no las tocó, realizó una retrasmisión en directo a través del perfil de Facebook Me gusta Santa Eufemia del Arroyo, con cerca de 500 seguidores, y una videollamada con su hermana Anabel, en Madrid, y con sus amigas Francis, en Salamanca, y Rocío, en Valladolid.

A escasos metros de la torre, en su casa, la vecina Raimunda González, a sus 96 años, no dejó de oír los populares toques, en la creencia del dicho tradicional de que al escucharlos «este año, por lo menos, ya no me muero». Tampoco se quiso perder la tradicional cita el joven madrileño de 22 años que teleestudia arquitectura Cristian López, cuyos abuelos Saturnino y Anuncia eran de Santa Eufemia. El joven aseguró «la grandeza de vivir este tipo tradiciones que en Madrid no existen». Por eso, añadió que «son cosas que no deben desparecer». La velada acabó en el bar del pueblo con una invitación por parte del Ayuntamiento a degustar sabrosas viandas para reponerse del viento helado de la torre.