«En mi casa, hemos hecho pleno, hemos dado todos positivo», dice una vecina de Torrelobatón
Son ya 42 los contagios vinculados al brote que mantiene en vilo a la población, muchos de ellos, niños y adolescentes, la mayoría asintomáticos
El coronavirus parece haber detenido el reloj en Torrelobatón. Las calles están vacías y las horas no avanzan cuando se esperan resultados. Son ya 42 los positivos vinculados al brote que mantiene en vilo a la población, muchos de ellos, niños y adolescentes. Afortunadamente, la mayoría asintomáticos. Según ha informado la Delegación Territorial de la Junta en Valladolid, desde el centro de salud de Tordesillas se mantiene la vigilancia a todos los contactos rastreados, que podrían superar el centenar. Dada la alta incidencia, el jueves los sanitarios del centro de salud de Tordesillas se desplazarán para realizar un cribado masivo a todos los que actualmente viven en el pueblo.
Los grupos de whatsapp echan humo estos días. Los vecinos, que han decidido autoconfinarse, se informan con detalle de sus respectivos resultados. Es una información que consideran útil para hacer el seguimiento de los contactos. «En mi casa, hemos hecho pleno», dice Leticia Ortega. Esta joven de origen torreño y afincada en Tordesillas, recibió el lunes el resultado. Toda su familia era positiva. «En cuanto mi padre supo que estaba infectado, todos nos hicimos la prueba. Sólo había estado con él durante un rato el lunes anterior, pero debió ser suficiente para que nos contagiáramos todos. Mi madre, mi hermano, mi marido, los niños y yo también lo tenemos», cuenta.
Leticia tiene un negocio de hostelería que el sábado por prudencia decidió cerrar. En redes sociales informó a sus clientes de la situación. «He recibido muchas llamadas de ánimo y agradeciendo la sinceridad. Tengo claro que no abriré hasta que todos seamos negativos. La verdad es que estoy preocupada, porque es mi única fuente de ingresos. Hemos estado varios meses cerrados y ahora que el verano iba bien, me encuentro otra vez parada y sin poder terminar la temporada. Esto ha venido en el peor momento. La sensación que tengo es de que esto nos ha parado la vida. Se han truncado todos los planes que teníamos a corto plazo», dice con tristeza.
Su hijo Marcos, de 10 años, hacía la comunión el próximo domingo. «Hemos cancelado todo. Muchos conocidos nos han llamado y nos han dicho que le van a tener muy presente ese día. Nos están dando ánimos y el niño lo entiende perfectamente. Le hacía ilusión hacerla con sus amiguitos, pero no podrá ser. Se hará cuando se pueda», dice emocionada.
Su hija Carla de 5 años también está contagiada. «Me preocupa tener a los dos niños con el virus, pero lo estoy llevando con relativa normalidad. No tienen síntomas, están muy alegres y con ganas de jugar. Verles bien me tranquiliza mucho», añade Leticia.
Raquel Domínguez es la propietaria del bar Los Castillos, uno de los dos establecimientos de hostelería del municipio. El sábado por recomendación sanitaria, decidió colgar el cartel de cerrado. No sabe cuando lo podrá retirar. Ella ha dado negativo, pero su hijo es positivo y su hija pequeña acaba de hacerse la PCR. Está esperando ansiosa los resultados. La organización de su casa, dice que se ha complicado. «Cada uno estamos en una habitación y cuando coincidimos, guardamos la distancia. Me paso el día desinfectando todo», dice esta joven torreña. «Ha sido un gran disgusto para todos los vecinos. Nos podíamos esperar un rebrote en el otoño, pero no en pleno verano. Parece mentira que esto haya pasado en un pueblo tan pequeño como Torrelobatón. Es posible que decreten oficialmente el confinamiento porque cada día salen nuevos casos», aventura.
Luisa Luengo está pasando el verano con sus padres en Torrelobatón. Dice que tiene el miedo en el cuerpo, aunque de momento ninguno de los suyos haya dado positivo. «Esto nos tiene que hacer pensar que este virus es peligrosísimo y que tenemos que seguir las pautas sanitarias al pie de la letra. Nos hemos confiado pensando que en el pueblo estábamos más seguros, pero la cercanía que tenemos ha jugado en nuestra contra y ha hecho que se transmitiera mucho más rápido», explica.
Pablo Hernández es taxista y lleva varios días con el taxi aparcado en casa. Su primo dio positivo y él y su familia corrieron hacerse el test. «Me llevé una alegría al saber que era negativo. La sorpresa vino cuando me enteré de que me daban la baja como mínimo 10 días, hasta tener el resultado del segundo test. Para los autónomos esa es una faena grande. Sé que es por la seguridad de mi familia y del resto, pero no trabajar, supone no ingresar», dice.
Inma Vázquez tiene los nervios a flor de piel. Su hija Julia, de 3 años, padece AME tipo 1, una enfermedad neuromuscular de las consideradas raras, que se caracteriza por los problemas respiratorios. Desde que se lo detectaron extrema las precauciones de higiene y distancia para proteger a la niña. El brote de Torrelobatón ha trastocado su tranquilidad. «Un familiar directo ha dado positivo. No hemos tenido contacto con él, pero otros miembros de la familia si. La corporación se ha preocupado mucho por Julia y por su estado de salud. Ante la avalancha de casos positivos, hemos decidido no esperar al rastreo y hacerle la prueba a través de una clínica privada. El coronavirus es una amenaza constante para ella y tenemos que protegerla», dice asustada.