El abuelo de Íscar sigue sumando años
Cirilo Sanz Sanz, que lleva una vida normal pese a su limitación en la visión, ha cumplido 103 años este 9 de julio
Se considera orgulloso de ser un iscariense más, pues no en vano en la villa carpintera ha sido donde ha pasado más de media vida desde que decidiera trasladarse de Torre de Peñafiel a Íscar junto a su esposa, Luisa Plaza San José, y sus cuatro hijos, Inés la primogénita, Luis fallecido en 1975 en un accidente laboral en los astilleros La Naval de Sestao (Vizcaya), Santos empresario hostelero que durante años presidio la asociación iscariense de dicho gremio, y María Luisa copropietaria de una empresa de elaboración y comercialización de biomasa en la vecina Pedrajas de San Esteban.
Hijos que le han proporcionado un total de seis nietos, Eva, María Jesús, Inés, Juan José, Fernando y Miguel, y ocho bisnietos, Miriam, Fátima, Daniel, Mateo, Jaime, Alexia, Carlos y Manuela, esta ultima nacida apenas hace poco más de dos meses.
Aunque la celebración familiar al completo tendrá lugar mañana domingo, este calurosos 9 de julio, Cirilo Sanz Sanz, en un hecho insólito ya que hasta ahora solo lo habían protagonizado en la villa carpintera algunas mujeres, alcanzaba los 103 años de edad, que le convierten por derecho propio en el primer abuelo de Íscar al encabezar la nómina de centenarios formada por dos hombres y tres mujeres.
Cifra llena de connotaciones de todo tipo, sobre todo después de estos dos últimos años en los que la pandemia, además de llevarse por delante a muchas personas mayores, la situación creada no le ha permitido llevar esa vida normal que el disfrutaba, pese a su limitación en la visión, en la que no faltaba los vinos al mediodía y por la tarde, el café tras la comida, así como largos paseos y animadas conversaciones de todo tipo. Costumbres que aunque ha recuperado en el último año, reconoce ya no son lo mismo, «primero porque uno ya empieza a flaquear, y segundo porque algunos de esos compañeros con los que alternaba o bien ya no salen o han fallecido, lo que me obliga a arrimarme a gente algo más joven que yo».
Cirilo, que fue el menor de los cinco hijos que tuvieron Emeterio Sanz y Eustaquia Sanz, fijó su residencia en Íscar el 11 de noviembre de 1968 tras conseguir un contrato de trabajo en la hoy día cerrada fábrica de piensos compuestos propiedad de la familia Muñoz donde desarrollo su etapa laboral hasta que fue jubilado, unos años antes de cumplir la edad reglamentaria por un problema de reducción de la capacidad visual como consecuencia de una ulceración en ambos ojos mientras desarrollaba de joven tareas agrícolas con abono químico en su pueblo natal.
Desde 1989, año en que enviudó, reside a razón de una semana con cada uno, con sus hijos a caballo entre Íscar y Pedrajas de San Esteban, localidades en las que viven estos y en las que siempre ha tenido y mantiene muchos y buenos amigos. Cortas temporadas que le permiten no perder el contacto directo con los suyos y razón por la que tiene armario en la casa de cada uno de ellos y así no tener que hacer y deshacer la maleta.