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Los pinchos del concurso de Valladolid homenajean al producto local
Los 41 establecimientos que participan en la XXIII edición saludan con sus elaboraciones a la 'nueva normalidad' con la apertura de barras y aforos
Los miembros del jurado habían pasado ayer, pasadas las doce del mediodía, por nueve de los 41 establecimientos que participan en uno de los concursos ... de mayor significado desde su creación porque, para la hostelería vallisoletana, esta XXIII edición simboliza las ganas de volver cuanto antes a la normalidad después de un año y ocho meses de pesadilla para el sector. La impresión sobre la acogida del público en las primeras jornadas ha sido «muy buena», dice Jacobo González, el representante de la Asociación de Hostelería Vallisoletana (Apehva) que acompaña a los jurados por su periplo por los locales concursantes. «Los hosteleros están contentos, comentan que incluso el miércoles, un día de diario, les sorprendió lo bien que funcionaron en la tarde noche, a pesar de que con las restricciones de la covid y el toque de queda se ha producido un cambio de costumbres en el público, que se retira más pronto. Estas actividades como el concurso de pinchos ayudan a ir retomando la normalidad en las barras», indicó González.
El Concurso Provincial de Pinchos arrancó el pasado martes 28 de septiembre y ayer era el primer día que los miembros del jurado –divididos en dos equipos, uno para los pinchos y otro, para los postres y elaboraciones sin gluten– iniciaban su recorrido para degustar las elaboraciones creadas por los restaurantes y gastrobares, 34 de la capital vallisoletana y siete de pueblos de la provincia (Traspinedo, Boecillo, Zaratán, La Cistérniga, Fuensaldaña, Cigales y Cogeces del Monte). La degustación concluirá el domingo 3 de octubre y la final será el lunes 4 en la Escuela Internacional de Cocina Fernando Pérez. Ese día se incorporará Rocío Parra, de Salamanca, la presidenta del jurado, y se darán a conocer los nombres de los ganadores de las distintas modalidades de esta edición.
La periodista especializada en gastronomía y empresaria Carmen Umpiérrez hizo ayer las veces de portavoz y destacó, después de probar ocho de las especialidades concursantes, un denominador común: la mirada hacia los orígenes y la apuesta por los productos de cercanía. «Lo que recalcaría es que, por la pandemia, la gastronomía ha vuelto a sus orígenes y, al igual que ha ocurrido con el comercio local, los hosteleros apuestan por sus vecinos, por los productos locales, lo que ahora se llaman de kilómetro cero, los productos de la tierra de toda la vida, aunque dándoles una vuelta». Lo ejemplifica la gastrónoma canaria en que en las elaboraciones que está probando el jurado pervive la tradición «en el caldo, en el fondo» pero se da una vuelta de tuerca en la técnica y la presentación. «En el sabor se mantiene la tradición y se aprovecha la presentación para innovar. Aunque parezca que en la gastronomía está todo inventado no es así, siempre hay sorpresas». Confiesa que al jurado le resulta cada vez más complicado decidirse y no deja de haber debate entre sus integrantes sobre estos primores del paladar de un solo bocado porque cada edición la calidad es más alta. «Valladolid lleva trabajando muchos años en ello y es una de las cunas de las tapas y los pinchos en España, tiene fama».
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De la primera jornada ya ha tomado nota de elaboraciones «muy potentes» y subraya la dedicación que hay en cada uno de estos pinchos «para que, cuando lo pruebas, en diez segundos percibas todo lo que hay detrás, en uno o dos bocados».
Por 2,50 euros, el público puede degustar hasta el domingo una de estas creaciones, aunque hay algunos locales que ofrecen precio especial de pincho más un quinto de cerveza por 3,5 euros.
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