De la patera a la viña con el sueño de ayudar a su familia
Desde hace 14 años Elhadji Mbaye y Modou Ndiaje, carpintero y pescador, reparten el año entre la uva en la Ribera del Duero y la aceituna en Andalucía. La falta de casas de alquiler impide el asentamiento de temporeros en los pueblos
Se mueven con precisión y soltura podando las frondosas viñas del páramo de Moradillo de Roa. Al carpintero Elhadji Mbaye (39 años) y al pescador ... Modou Ndiaye (33 años) se los rifan entre los viticultores de la comarca burgalesa. Por su dedicación y su modo de trabajar el viñedo con la poda en seco en invierno, ahora en verde, y en septiembre durante la vendimia, son muy valorados en la zona, donde desde hace catorce años viven entre seis y ocho meses.
A su modo han echado raíces, aunque no olvidan que una noche de 2006 se lanzaron a la mar en una patera, poniendo millas a la miseria en Senegal. Por boca de familiares en España habían oído que el campo necesitaba mano de obra. Así que Elhadji y Modoun hicieron la travesía que al primero le llevó a Tenerife y al segundo a la Gomera. Más que la penuria del viaje recuerdan la detención durante cuarenta días y el posterior traslado a Madrid. Luego, trabajos en el campo hasta recalar en Moradillo de Roa, donde el primero de ellos reparte el año entre la viña y la aceituna de Córdoba. Modou, en cambio, vive más tiempo en el pueblo, hasta ocho meses; el resto del tiempo lo pasa Jaén, también dedicado a la aceituna. «Yo casi soy de aquí, tengo alquilada una casa que comparto con otros compañeros; estamos contentos». cuenta sin perder de vista que en su país le aguardan su esposa y una hija de año y medio. Y Elhadji, aunque su mujer falleció de un parto hace cuatro meses, también tiene quien le espere: un hijo de 18 años y una extensa familia. Porque la presencia de estos temporeros no se explica sin la urgencia que sienten de enviar dinero a padres, madres, abuelos, tíos, primos... De su sueldo de entre 1.300 y 1.400 euros mandan a su país unos 900 con los que cada mes alivian las carencias de seres queridos, de los que siguen teniendo noticia a través del teléfono.
Aunque el sueño del pescador es comprarse un barco y el del carpintero montar un pequeño negocio en su país, no pierden la esperanza de traerse a vivir a sus familias a Moradillo de Roa. «Si encontráramos una casa para vivir, se vendrían aquí con nosotros, les buscaríamos trabajo y nuestros hijos tendrían la oportunidad de estudiar», anhela Elhadji.
A Javier Arroyo, viticultor y alcalde del pueblo, se le pone cara de fastidio si sale a relucir el tema de la escasez cuando no imposibilidad de encontrar alojamiento en el medio rural. «La base del problema es que no se alquilan las casas; hasta un cirujano del hospital de La Paz de Madrid ha venido buscando una y ha sido imposible; es un contrasentido que en las zonas rurales de Castilla y León haya miles de casas cerradas mientras mes a mes se agrava el problema de la despoblación; eso no se entiende cuando hay gente de otros países deseosa de venir y quedarse, su presencia hace revivir los pueblos. Habría que encontrar incentivos o fórmulas para dar salida a tanta vivienda vacía».
En Moradillo se han asentado de continuo tres senegaleses plenamente integrados, como los temporeros Elhadji y Modou. «Si el día de la fiesta hace falta alguien para llevar al santo en la procesión, allí están ellos ofreciéndose para eso y lo que haga falta, son gente seria a la hora de trabajar y de convivir», expone Arroyo. Madou, con amplia experiencia en las cabalgatas de Reyes de la zona, advierte: «Aunque no vivamos todo el año, somos parte del pueblo y tenemos que participar en la vida social», Son contados los viajes a su país, pero se han acostumbrado a sobrellevar la lejanía de la familia a base de videollamadas varios días a la semana. Entre tanto, perciben el cariño que se les tiene, concentrado en generosas cestas de lechugas, tomates y calabacines del huerto que les regalan algunos jubilados del pueblo.
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