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El parque inclusivo de una alumna de la UVa que ha llamado la atención del AyuntamientoUn trabajo de fin de grado premiado y que, además, podría hacerse realidad en su ciudad. Doble recompensa para más de medio año de esfuerzo ... de la ingeniera vallisoletana Cecilia Díez por su diseño de un parque infantil en el que todos los niños -con sus diversas capacidades- encuentren un lugar para la diversión, la socialización y el desarrollo a través del juego.
Tenía clara la idea desde que cursaba segundo de Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto en la UVa y finalmente, entre casi una treintena de proyectos, el suyo ha sido elegido como el mejor Trabajo Fin de Grado en los Premios 'Valladolid, ciudad inteligente y climáticamente neutra'. La idea de crear un parque infantil en el que los materiales, las dimensiones, las estructuras e incluso los colores giren en torno a la inclusión y la sostenibilidad no solo ha conquistado a jurado académico, ya que también ha captado la atención del Ayuntamiento de Valladolid, que se plantea la posibilidad de implantarlo en un futuro en la ciudad.
Al alcalde le llamó la atención la idea de este parque inclusivo y el poder dotar a Valladolid de un proyecto así. «Hemos hablado con el servicio de parques y jardines y vamos a pedir el proyecto, hablar con la alumna y valorar económicamente la creación del parque antes de pensar posibles ubicaciones», señala el concejal de Medio Ambiente, Alejandro García.
El Ayuntamiento quiere examinar además de las dimensiones del mismo el coste económico que este parque tendría para ver si es factible que sea una realidad. «Donde vemos más dificultad económica es en el empleo del mobiliario hecho de materiales sostenibles y reciclados que son más costosos que los convencionales», aseguran desde el Consistorio que sigue interesado en dar vida a este parque «aunque sea aún pronto para hablar de posibles ubicaciones».
Por su parte, Cecilia ha conseguido el objetivo de crear un espacio «sin barreras para fomentar la autonomía de todos los niños desde las primeras etapas de su vida. Es fundamental que los niños con discapacidad puedan disfrutar del juego y socializar con el resto en espacios habilitados para todos», explica desde Valencia, donde trabaja actualmente.
Graduada en Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo de Producto ha pensado en todo y en todos con su idea desarrollada bajo el lema 'Un parque muy normal, porque lo normal es que todos podamos jugar'. «Da igual las necesidades de cada persona en este parque cualquiera tiene cabida». Por eso, el diseño inclusivo es la piedra angular de su parque en el que podrán jugar niños con movilidad reducida y también con discapacidad visual.
«El hecho de diferenciar las zonas de juego por colores, que estos sean llamativos no solo fomenta la creatividad, también estimula el aprendizaje y facilita el reconocimiento a las personas que tienen dificultades a la hora de poder ver», señala Díez. En un futuro está previsto que sea un punto de encuentro de rampas, columpios adaptados y paneles de juego inclusivos ideal para la interacción entre niños con y sin discapacidad por lo que las zonas de tránsito cuentan con una distancia de al menos metro y medio entre distintos elementos para fomentar la integración y la empatía desde la infancia.
«No solo he pensado en la inclusión como eje central, también en la sostenibilidad a la hora de que este proyecto sea una realidad en Valladolid», señala esta joven de La Flecha. Por eso, propone el uso de materiales reutilizados tanto en el suelo del parque como en los elementos modulares, que están pensados para que puedan ser reparados fácilmente. «También he pensado en el empleo de energía solar para iluminar el colorido parque», explica. Un parque con cartelería que ayudará a las personas con autismo, gracias a los pictogramas, y a las personas con dificultades en la visión con paneles en braille.
Consciente de que el 16% de la población mundial sufre algún tipo de discapacidad según la OMS; lo que se traduce en, aproximadamente, 1.300 millones de personas. Cecilia considera que «tiene que ser imposible de ignorar a la hora de establecer los requerimientos de diseño de cualquier producto de gran alcance, porque actualmente siguen siendo demasiadas las barreras que estas personas encuentran en su día a día debido a un mal diseño». Su padre tiene movilidad reducida y ha sido en parte «inspiración de este proyecto», pues tal y como asegura la joven, «hasta que no vives esas limitaciones muy de cerca o de forma directa es muy difícil que te lo plantees y te das cuenta de la falta de adaptabilidad que hay en el entorno para que las personas con diversidad funcional puedan disfrutar libremente de lo que puede ofrecer una ciudad», asegura.
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Su esfuerzo y tesón le llevaron además a clavar la presentación del proyecto en el que ha obtenido la calificación máxima. Eso le dio «seguridad y la sensación de que se podía implantar» aunque no se esperaba el premio que vendría después. «Me volví loquísima cuando me dijeron que mi parque había sido elegido como el mejor TFG entre los que se habían presentado». «Es una sensación que ojalá pueda tener más veces», finaliza la joven egresada de la UVa que quiere normalizar la discapacidad desde las etapas más tempranas de la vida.
El TFG de Cecilia no solo se limita al diseño del parque incluye también una guía detallada sobre cómo abordar proyectos inclusivos. «Este trabajo busca servir como referencia para otros diseñadores que deseen crear espacios accesibles y sostenibles porque es fundamental que entendamos la discapacidad no como una limitación, sino como una característica que puede integrarse en cualquier diseño», asegura.
La guía abarca desde los principios básicos del diseño inclusivo hasta ejemplos prácticos de implementación, incluyendo el uso de materiales accesibles, la adaptación a diversas normativas y cómo involucrar a las comunidades en el proceso de creación que permite entender qué es la discapacidad infantil, qué es un parque infantil adaptado y cómo conseguirlo, de manera que sirva de base a otros diseñadores.
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