Los padres de la niña que cayó por una ventana en Valladolid: «Solo pedimos que se haga justicia»
Un año después de que Yanela resultara herida grave tras precipitarse desde un primer piso del colegio Entre Ríos, Enrique Jiménez y Lidia Escudero cuentan cómo está la menor y en qué punto se encuentra el proceso judicial
Hace frío en la calle. Enrique Jiménez, Lidia Escudero e Izan, los padres y el hermano de Yanela, la niña de seis años que hace un año resultó herida grave tras caer desde la ventana del colegio Entre Ríos de Valladolid ... , bajan con paso firme por las escaleras de un modesto bloque de pisos situado en el barrio de La Rondilla, muy cerca del parque Ribera de Castilla. Sus rostros, parapetados bajo una mascarilla, se intuyen abatidos. Exhaustos. Han pasado doce meses desde aquel día de extraescolares que pudo haber terminado en tragedia. Para ellos ha sido un año interminable. «Muy duro». «Hemos tenido nuestras altas y bajas; nos ha costado muchísimo recuperarla, había días que prácticamente no hablaba y no tenía fuerzas, pero a pesar de todo puedo decir que lo hemos pasado, que es lo principal. Hay muchas cosas que todavía tenemos que tratar, no es un proceso rápido, pero lo que no nos mata nos hace más fuertes», dice Enrique, que se erige como portavoz de la familia.
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Reconoce que estos meses han intentado no recordar la tarde de aquel 13 de febrero de 2020. Por ellos, porque no les «favorece», y por sus hijos. Izan tiene tan solo diez años, pero ha afrontado con una madurez impropia de su edad la situación. Con Yanela, en cambio, procuran no hablar «mucho de estos temas». Porque no se acuerda de «nada» de lo que le ocurrió. «Habrá un momento en el que tengamos que exponérselo, pero muy lentamente y sin prisas, a medida que se vaya recuperando», cuenta.
Esa misma noche Yanela emprendió una carrera de fondo en la que aún a día de hoy está inmersa. El fuerte impacto de la caída le provocó varias fracturas en cabeza y extremidades, y fue operada de urgencia en el Clínico. Estuvo varios días ingresada en la UCI. Fueron horas críticas. «La operación fue muy dura, todo muy rápido. Estaba en estado crítico y en principio creían que no pasaba de esa noche; nos llegaron a dar horas de vida para ella», admite el joven matrimonio. La irrupción de la covid precipitó su alta hospitalaria –decidieron enviarla a casa para evitar un posible contagio– y frenó su recuperación.
«A nivel físico se encuentra un poquito mejor, va recuperándose con sus fisioterapeutas, pedagogas y rehabilitación, pero a nivel neurológico todavía tenemos que ampliar mucho el tema, necesitamos ayuda y a los mejores médicos», explica Enrique, optimista con todo lo que le rodea, que simula entereza, pero sus ojos, vidriosos, desvelan lo contrario.
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En la actualidad están a la espera de un informe cognitivo que determine el alcance «real» de las lesiones y con el que confían que se dé un paso al frente, definitivo, «para poder llevarla a un centro que pueda ayudarla a reactivar todo el aspecto neurológico». Esa es, a día de hoy, su principal lucha. «Estamos teniendo problemas a la hora de derivarla a algún centro especializado simplemente para fortalecer y reactivar todas aquellas zonas que necesita», añade. También aguardan, pacientes, la llamada de los médicos para la operación que precisa la menor. Estaba prevista para después de Reyes, pero la tercera ola frustró sus planes.
«Al no tratar hasta la fecha un grupo profesional que pueda decirme la capacidad y lo que puede o no desarrollar estamos en una encrucijada; no sabemos verdaderamente si va a recuperar o no cierto desarrollo. Necesitamos un diagnóstico definitivo de todo».
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Cierra Enrique Jiménez los ojos y su mente se anega de 'flashes'. De ambulancias y coches policiales frente al colegio Entre Ríos. De un agente abordándole 'in situ' para preguntarle si es el padre de la pequeña Yanela. Aún a día de hoy no entienden por qué nadie les avisó de que su «princesita», como se refieren de un modo cariñoso, se había precipitado desde la ventana de un primer piso del citado centro escolar mientras asistía a una clase extraescolar de danza, impartida por Procomar (Promoción de Colectivos Marginados).
«Nadie nos avisó»
Fue allí, en la misma escuela, mientras subía las escaleras, cuando le informaron de lo sucedido. Media hora después del fatal accidente –ocurrió sobre las 16:45 horas–. Ese es el pesar que arrastra esta familia. «Nadie nos avisó. Fui de buena fe a recoger a mi hija, como todos los días, y allí ya me enteré de todo», lamenta Enrique. No deja de hacerse preguntas. Los porqués le han arrebatado el sueño. «No lo entiendo, solo me queda pensar que fue por miedo a posibles represalias o a que reaccionara de forma agresiva, y creo que es injusto. Reaccioné como cualquier padre, estábamos preocupados por Yanela, nada más. Yo no tengo capacidad de ver que mi hija está en una ambulancia y ponerme a discutir con nadie», justifica.
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Declaró la pareja ante el Juzgado de Instrucción Número 6 de Valladolid, que instruye las diligencias del caso y abrió una investigación al considerar que hay indicios de la comisión de un posible delito de lesiones por imprudencia, a finales del pasado mes de junio. En julio hizo lo propio la monitora, quien admitió en su testimonio que, en el momento del suceso, se encontraba en el interior del aula, pero que se puso a «atender a otros dos, perdió de vista a la niña, que se subió a la mesa y cayó por la ventana, que estaba abierta porque hacía mucho calor», tal y como confirman fuentes próximas a la investigación.
Un par de meses después testificaron tanto el colegio como representantes de Procomar. La dirección del centro alegó que el día que la niña cayó por la ventana debía haber dos monitores en la clase y no uno, como finalmente se desarrolló. Así manifestaron que lo acordaron con la entidad, y aseguraron que no se les informó de que únicamente iba a asistir un profesor. Los segundos, por su parte, defendieron que la escuela era conocedora de la situación. Tras ello, la familia, a través de su abogado, ha hecho llegar un escrito a la jueza solicitando que la «responsabilidad recaiga sobre la directora y la profesora». «Solo pedimos y esperamos que se haga justicia, no pedimos más. No se puede permitir que ni a mi hija ni a nadie que vaya a un colegio le pase esto. Se supone que allí están protegidos, que te vas y les dejas con toda la confianza de que no les va a pasar nada», opina Enrique, al tiempo que revela que no ha recibido disculpas «directamente» y que considera que «nadie quiere asumir responsabilidades».
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Ahora esperan respuestas tras todo el periplo judicial. Mientras, su hija sigue luchando. Día a día.
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