El nuevo perfil del alcohólico en Valladolid: varón sin trabajo con otras patologías que se rehabilita
La bebida fue causa de depresión en el 95% de los casos que trató la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados el año pasado
Alcohólicos que ayudan a alcohólicos. «El proceso de rehabilitación intenta ser un espejo, que ellos nos vean como ejemplo a quienes hemos superado la enfermedad». ... Es el principio fundamental de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Valladolid (ARVA), como explica su presidente, José Ramón Díaz. «Se empieza reconociendo la enfermedad. El siguiente paso es buscar una solución, haciendo caso a los consejos de los compañeros, de las indicaciones del equipo y con el apoyo que les aportamos desde que entran por la puerta», añade. El año pasado, la asociación cumplió medio siglo de historia atendiendo a personas de la capital y de la provincia. En esos doce meses de aniversario atendieron a un total de 98 personas, 64 de las cuales iniciaron el tratamiento de rehabilitación tras realizar todas las entrevistas con los profesionales -67% hombres y el 33% mujeres-. Además, veinte personas acudieron para reiniciar el tratamiento.
La extensa memoria de la asociación recoge el estado civil y el tipo de convivencia de quienes acuden a ARVA. En este caso, el 30% fueron casados, el 28% solteros, el 19% personas divorciadas, el 6% separados y un 2% viudos. El 15% restante corresponden con personas que viven en pareja. Esto es importante para ver cómo ha cambiado el perfil del consumidor. «La problemática sigue siendo la misma, pero el alcohólico que conocí hace 32 años, cuando llegué aquí, no tiene nada que ver con el actual, ni en la forma de consumo ni en el tipo de bebida», asegura Trinidad G. Talegón, médica de la asociación. La profesional define al consumidor de antes como una persona integrada en la sociedad, con familia, mujer e hijos, pero que tenía unas pautas de consumo muy determinadas y casi de forma diaria. «Se empezaba a beber por la mañana, que si un chupito de anís, luego se almorzaba con vino o cerveza, antes de comer igual, después café y copa, y así de una forma más o menos diaria».
El consumo mediterráneo está más basado en beber acompañado y durante las comidas; el anglosajón pasa más por consumir el fin de semana.
Un tipo de consumo que se define como mediterráneo y que ha quedado atrás para pasar a uno anglosajón. «Ahora, en la mayor parte de los casos que tratamos hablamos de un alcohólico solo, que vive en pareja pero que no se implica. Gente que viene por vía judicial, alcoholemias positivas, casos de maltrato o alteraciones de orden público, pero no es gente que bebe a diario, son personas que cuando empiezan no saben parar», añade.
Así, las pautas del consumidor han cambiado. Desde ARVA también observan un nuevo tipo de bebedor, de entre treinta y cuarenta años, que bebe en casa mientras realiza otra actividad, como ver la televisión o simplemente jugar a videojuegos. «También influye el ocio. Ahora ya no se sale a beber, se sale a emborracharse y luego vienen las consecuencias. Algunos casos de jóvenes de 25 años, les dices que salgan sin beber, pero para ellos son cosas que van de la mano. Esto da una percepción de que la enfermedad alcohólica tiene algo, porque lo más habitual es empezar a beber en la adolescencia -el 59% de los casos que tratan-, pero luego unas personas pasan a ser alcohólicas y otras no».
Riesgo en jóvenes
Junto con esto, Talegón también destaca cómo ha cambiado la percepción de riesgo en la sociedad. «Antes, no estaba bien visto ver a una persona borracha por la calle, pero parece que ahora se ha normalizado. Esta disminución de la percepción de riesgo también influye en que la gente beba más y no sea consciente de que tiene un problema». Una de las causas que hace que la mayoría de los pacientes lleguen ahora a ARVA de forma obligada, no por decisión propia. «Normalmente propiciado por jueces y por obligaciones judiciales», resume Estela Morán, trabajadora social de la asociación. La labor de ARVA comienza con ella, quien es la encargada de realizar la primera acogida al paciente y la presentación de la entidad, quien además realiza un pequeño perfil de la persona. «Después va la parte biológica y psicológica, donde entran la médica y la psicóloga y cuando se intenta indagar en, por ejemplo, si hay policonsumo». En este proceso, el paciente tiene la posibilidad de acudir acompañado por otra persona, como puede ser un familiar. En la mayoría de los casos esta persona es una mujer, pareja del paciente, un hermano o la esposa.
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Toda esta suma de factores genera una situación en los jóvenes, quienes no tienen una percepción de los peligros que causa de la enfermedad. «No tienen percepción de la enfermedad y cuando se hacen más mayores las consecuencias del consumo se hacen más obvias», apunta el presidente. Según sus datos, la edad media de las personas atendidas es de 50 años, con el mayor grueso en el rango de edad de los cuarenta. Pero también acuden jóvenes. El 6% de las personas tienen entre 21 y 30 años. En consonancia con las palabras del presidente, el 39% de los pacientes tardan veinte años hasta que aparecen los primeros problemas con el alcohol. «Antes hablábamos de un paciente varón, de 55 años, casado, con hijos e integrado en la sociedad. Ahora es una persona que vive en pareja o soltero, alguien más desintegrado a nivel social, sin trabajo y con desestructuración familiar», explica Beatriz Domínguez, psicóloga de ARVA.
«Cuando están cerca de los tres años pasan a la fase de mantenimiento, de la que ya no salen, porque no existe un alta médica propia»
Según los datos de la asociación, el 45% de sus pacientes acusan de bajo rendimiento en el empleo, el 14% han tenido absentismo laboral, el 11% han padecido incapacidad laboral transitoria y en el 12% de los casos el alcoholismo ha derivado en un despido. Cabe destacar que solo el 36% de los pacientes son población activa y uno de cada tres son parados. Una vez se realizan las entrevistas con las profesionales de la asociación, se llega a la denominada fase de motivación. «Aquí hacen educación para la salud o aprenden sobre los daños del alcohol. Tienen dos terapias semanales, una muy dirigida por nosotras y otra de autoayuda, hasta que pasan a otros grupos diferentes, donde ya ven un estilo de vida nuevo, con hábitos saludables. Cuando están cerca de los tres años pasan a la fase de mantenimiento, de la que ya no salen, porque no existe un alta médica propia», comenta la psicóloga.
Psicopatologías
Otro de los cambios que también han percibido en los últimos años es el aumento de personas que presentan una psicopatología dual. «Que no vienen solo por un trastorno de alcohol, sino que además tienen un trastorno mental añadido. Son casos que cada vez suman más importancia y son más habituales entre los pacientes que llegan a la asociación», apunta. Los más habituales son los episodios depresivos, la dependencia de otras sustancias y los intentos de suicidio. Durante la labor que realizan en la asociación, con una primera entrevista para conocer a la personas, encuentran también los efectos que el alcohol ha producido en la persona a nivel sintomático. En este apartado se encuentran algunos como la depresión, considerada a nivel sintomático, que aparece en el 95% de los casos, autolesiones, en el 17% de los casos, alucinaciones en el 9,4% o desórdenes alimentarios, en el 89%. Además, en la totalidad de las personas se ha detectado labilidad emocional. De aquí destaca el aumento de la agresividad por el alcohol, que en un año ha pasado del 26% al 43% de los casos.
Las personas rehabilitadas que lo deseen pueden pasar a ser parte activa de la asociación
Otra de las características del funcionamiento de la asociación es que las personas que acuden a ARVA pueden estar dentro el tiempo que quieran («su compromiso no tiene fecha de caducidad»), ya que una vez rehabilitados pueden ser parte activa de la labor. «Deben tener mínimo un año de abstinencia, realizar un curso de voluntariado y, en función de las capacidades de cada uno, pueden ser desde moderadores en las terapias o ser recepcionistas, la cara visible de la primera entrada en la asociación», explica la psicóloga.
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