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La vida de Hornillos de Eresma discurre en torno a su plaza principal, donde se encuentra el Ayuntamiento, con el bar en la planta baja. J. s.
«Los niños del campamento dan vida a Hornillos y nunca vimos nada raro»

«Los niños del campamento dan vida a Hornillos y nunca vimos nada raro»

Los vecinos viven entre el «estupor» y la «prudencia» la investigación por abusos sobre veinte menores y reconocen que se enteraron de la detención por los medios

J. Sanz

Valladolid

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Miércoles, 4 de julio 2018, 13:13

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«Aquí hemos dejado toda la vida a los nietos por la calle y parece que ahora vas más con ellos», reconocen los vecinos de la pequeña localidad de Hornillos de Eresma en alusión a la inusual agitación vivida en sus tranquilas calles la semana pasada, cuando «las teles de media España» tomaron su plaza, epicentro de la vida de un pueblo de 163 habitantes censados que vive entre el «estupor» y la «prudencia» la detención de un monitor del campamento El Traste, situado en un pinar a medio kilómetro exacto del casco urbano, investigado por supuestos abusos sexuales sobre una veintena de niños madrileños. «La verdad es que nos enteramos por los medios, cuando se plantaron aquí de la Sexta, Telecinco, Telemadrid...».

Y ellos, claro, no dan crédito a lo ocurrido en unas instalaciones que llevan diez años en funcionamiento y en la que los propios niños del pueblo acuden cada verano a una jornada de puertas abiertas en vísperas de las fiestas del pueblo. «Siempre han venido encantados de allí y nosotros mismos estamos encantados con el campamento , ya que sus niños suelen pasar por aquí una o dos veces por semana y dan muchísima vida a Hornillos», reconocen los residentes antes de incidir en que «nunca hemos visto nada raro».

Los jóvenes, en su mayoría menores de todas las edades procedentes principalmente de Madrid, no han vuelto a pisar el municipio desde que uno de sus monitores, J. S., de 30 años, fuera detenido el miércoles por la mañana. «Al chico le conocemos porque es de los más veteranos y la verdad es que era majete, normal, nada sospechoso, vaya», apuntan.

Los grupos que hasta ahora acudían al pueblo, donde «hacían colas interminables a las puertas del bar y de la tienda para comprar algunas chuches», siempre lo hacían a cargo de «tres o cuatro monitores, chicos y chicas, con absoluta normalidad». Después, ya dentro del recinto del complejo educativo ambiental El Trasto, que así se llama el campamento, cuentan con un sistema de videovigilancia, al menos, en la entrada de unas instalaciones completamente verjadas situadas al borde de la carretera que une la carretera de Madrid (N-601) con Hornillos.

«Lo que haya podido ocurrir de puertas para adentro solo lo saben ellos», reconocen los vecinos antes de incidir en que «son temas muy delicados» y de desear que «lo que sea se resuelva y aclare lo antes posible».

Preocupaciones cotidianas

La vida, entre tanto, continúa con normalidad en esta pequeña localidad más preocupada en lo cotidiano por los «insufribles malos olores procedentes del arroyuelo que viene de Olmedo –a nueve kilómetros– y que llevamos años sufriendo sin que nadie nos ofrezca una solución».

Lo que haya podido ocurrir en el campamento El Trasto, claro, también les ha golpeado de lleno y llevado el nombre de su pueblo a los titulares de los medios de todo el país. «Es una pena que te conozcan por algo así», lamentan los hornillejos, gentilicio de un pueblo tranquilo que confía en que «todo se aclare».

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