Muere Jerónimo Gallego, referente de la Abogacía vallisoletana
Candidato al Senado en 1977, fue delegado de la Confederación Hidrográfica del Duero y ejerció el periodismo
Cuando en septiembre de 2001 recibió la medalla al mérito del Colegio de Abogados por sus 52 años de dedicación profesional, Jerónimo Gallego Pérez confesó, ... emocionado, que la abogacía era el oficio más maravilloso del mundo, pero también el más sacrificado. Y lo decía él, que además de ser un referente en la profesión había ejercido el periodismo, fue delegado de la Confederación Hidrográfica del Duero y hasta hizo sus pinitos, breves pero intensos, en la política.
Jerónimo Gallego falleció hoy en Valladolid a los 94 años. Zamorano de nacimiento, deja un legado enorme a los letrados jóvenes y ese insondable testimonio vital de quien ha sido un auténtico personaje en el Valladolid de la segunda mitad del siglo XX. Cuando lo entrevisté, hace ahora 20 años, en su despacho de la calle de López Gómez, ya figuraba entre los más renombrados especialistas en el derecho de familia, no en vano fundó su primer despacho colectivo a finales de los años 40, al poco tiempo de licenciarse en la Universidad de Valladolid.
Unos años antes se había topado con su primer aliciente político: esa Asociación Católica Nacional de Propagandistas que fue cantera de ministros franquistas. Era 1947 y Gallego, desde su despacho vallisoletano, compartía inquietudes con acenepetistas como Federico Silva Muñoz, Leopoldo Calvo Sotelo, Alfonso Osorio, Ruiz Navarro o Fernando Martín Sánchez-Juliá, a quienes solía tratar en las reuniones del Colegio Mayor San Pablo, en Madrid: «No éramos falangistas. Estudiábamos, hablábamos sobre la historia y el futuro político de España. Éramos conscientes de que Franco tendría que morirse algún año», recordaba.
Se convirtió entonces en «el hombre de Federico Silva», iniciándose entre ambos una relación de amistad y admiración mutua. Sabía Silva que aquel joven había dirigido la revista universitaria 'Valor y Fe', órgano de los Luises vallisoletanos, y la de las Milicias Universitarias. De hecho, el periodismo fue su segunda profesión: obtuvo el título en 1949, ejerció como redactor de 'Diario Regional' entre 1950 y 1954, dirigió el madrileño 'Informaciones' en 1967 y escribió de todo, incluida una impactante entrevista al pintor Capuletti a principios de los 50. Pero también sufrió. Ocurrió tras las elecciones de junio de 1977: «'Diario Regional' estaba en pésima situación económica. Algunos empresarios y comerciantes pensaban que la prensa no les apoyaba, tenían miedo al futuro. Manuel Casado y yo decidimos comprarlo». La debacle comenzó cuando ciertos colegas se retiraron del proyecto y el empresario catalán Sebastián Auger, que se había comprometido a hacerse cargo del Diario, planeó llevarse la rotativa a 'Informaciones'. Gallego se opuso: «Auger llegó a amenazarme. Finalmente, 'Diario Regional' se hundió y a mí me embargaron. La situación fue angustiosa». El último número salió el 7 de marzo de 1980.
Antes de eso había ejercido como delegado de la Confederación Hidrográfica del Duero. Su nombramiento, en 1966, fue obra de su amigo Silva Muñoz, que desde el año anterior estaba al frente del Ministerio de Obras Públicas. Cesó en el cargo en 1970, pero no en la política: en 1974, Silva presentaba los estatutos de la democristiana Unión Democrática Española, de la que surgiría, en 1976, la Acción Democrática Española (ADE), donde militó Gallego junto a los vallisoletanos Camilo de la Red y Agustín Díez Hierro. Al año siguiente ADE se integraba en Alianza Popular. En las primeras elecciones democráticas –junio de 1977-, Gallego fue tercero en la lista del Senado por Valladolid junto a Jesús Cueto y Antonio Soldevilla. Aunque contribuyó con su propio dinero a la campaña electoral, no solo no obtuvo escaño sino que mostró su disgusto por haber puesto a Arias Navarro al frente de la lista del Senado.
Al año siguiente, durante el II Congreso Nacional AP, Gallego era elegido vocal de la Junta Nacional. Propuso entonces crear un gran partido de centro-derecha, con un ideario renovado y dispuesto a unirse con UCD. En 1979, desanimado y muy tocado por la aventura del 'Diario Regional', decía adiós a la política para dedicarse por completo a la abogacía. Durante ocho años presidió la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia. Incluso tuvo tiempo de escribir dos novelas: 'Abogado defensor' (2010) y 'Consejo de Guerra en tiempo de paz' (2019).
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