Pinceladas de Valladolid: Miguel Santos insinúa en un lienzo la ciudad en torno al río
El pintor muestra algunos de los puentes que engarzan el río Pisuerga y alrededor una urbe que se rehace al emerger entre una atmósfera invernal
El espíritu de una ciudad se reconoce en ausensias y presencias, lo definen sus olores, el orden o el caos de su traza callejera, sus ... estruendos y silencios. También subiendo a las alturas a observar con minuciosidad los elementos por los que fluye el trajín urbano. En ello se afanó Miguel Santos (Toledo, 1947) atisbando Valladolid a vista de pájaro frente a los puentes de Isabel la Católica, Poniente y, al fondo, el Mayor escoltado por el edificio Duque de Lerma.
A este catedrático de dibujo le atrae la captación de panorámicas como las que contempla desde su estudio en un décimoprimer piso de Parquesol. Desde allí se asoma a un Valladolid reducido a minúsculos puntos de referencia que después traslada a óleos de gran formato, como este titulado 'Invierno' (162 por 150 centímetros). Define su pintura como «figuración expresionista» este artista con querencia por medirse en concursos, siempre guiado por la idea de recrear estampas reconocibles pasadas por el filtro de su peculiar mirada. «En mis cuadros no hay nada, están deshechos, y sin embargo está todo». Así resume su propósito, decir lo desecho «porque ahí está mi yo».
Del profesor de dibujo
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense y catedrático de dibujo de enseñanza Secundaria en Valladolid, Miguel Santos reside en la ciudad desde 1979 y entre la veintena de galardones que atesora figuran un primer Premio del Certamen Acor, varias paletas de oro de la Unión Artística Vallisoletana y galardones de pintura del Ejército así como los de los ayuntamientos deToledo, Salamanca y Ciudad Rodrigo.
En este lienzo ofrece una vista brumosa con una parte de los bloques de edificios desperezándose de la neblina en los márgenes de la escena mientras la nitidez se concentra en las orillas cosidas por el río Pisuerga. La grisura azulada del río se contrapone a los tonos teja y blanquecinos del tropel de ladrillo y hormigón ordenado en geométrica posición en torno al río. La escena invita a imaginar algo más tras ese envoltorio colectivo bajo el que se mueven miles de vidas aquí intuidas en clave minúscula, en una criptografía de calles, avenidas, aparcamientos y bloques en altura, una estampa en la que se prescinde de orillas verdes y arbolado. «No me agrada lo pintado minuciosamente; ante todo persigo que en el cuadro haya algo de mi ser, tratando de reflejar lo que quiero con sobriedad», cuenta este creador que conjuga el verbo insinuar enarbolando un pincel y una escueta paleta de colores.
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1
Efecto neblina
El artista se ha valido de veladuras y transparencias para conseguir el efecto de bruma y neblina que inunda buena parte de la composición.
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2
Una paleta limpiacristales
Cuenta el pintor que la mayoría de las pinceladas las ha efectuado de «manera poco convencional más allá del uso del pincel y la espátula», echando mano de una paleta limpiacristales para difuminar los volúmenes.
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3
Contraste entre el río y las orillas
En la composición el río acapara el protagonismo, en torno a él se articula la escena con un cruce de luces y sombras que lo remarcan sobre las orillas.
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4
El color teja
Miguel Santos recuerda que desde que llegó a Valladolid en 1979 su visión de la ciudad ha sido desde lo alto de la ciudad en el barrio de Parquesol, con una panorámica constante sobre los tejados. De ahí viene también su preferencia por la utilización del color teja.
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