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Berta Pontes de los Ríos
Valladolid
Sábado, 30 de octubre 2021
El ocio nocturno de Valladolid cuenta desde anoche con una sala más: la mítica discoteca Kerala reabrió ayer sus puertas para acoger a más ... de un millar de jóvenes en su primera fiesta tras el cierre por la irrupción de la pandemia. Las ganas de volver a disfrutar de la noche como antes de la covid continúan en ascenso y así lo demostraron los vallisoletanos que acudieron ayer a la discoteca más amplia de la ciudad, situada junto a la feria de muestras.
Pasadas las ocho de la tarde ya había un buen puñado de jóvenes haciendo cola, muchos de ellos, menores, pues el cartel de la fiesta anunciaba que se permitiría la entrada a menores de hasta 16 años, aunque sin la posibilidad de servirles alcohol dentro de la discoteca.
Desde la sala explicaban que «se ha decidido reabrir para poder descongestionar el centro de la ciudad, porque otros sábados ha sido imposible entrar en muchas discotecas por la cantidad de gente que había». Por ello, ayer por la noche se daban cita allí adolescentes que jamás habían entrado en Kerala, como María, Marta y Alicia. Estas tres vallisoletanas de 17 años se dejaban pintar la cara con pinturas de colores mientras comentaban que ya habían estado en discotecas tras la pandemia pero «nunca antes en Kerala». Los nervios se notaban en aquellos que llegaban rozando las nueve de la noche y corrían para hacer cola. Jorge Valles, de 20 años, recordaba una fiesta a la que acudió en 2019 en este local y confía en que«esta noche sea igual o mejor que la última antes de la covid».
La intención de los porteros y del personal de seguridad de la discoteca era «quitar la cola rápido y dejar que los jóvenes fuesen entrando sin aglomeraciones y con calma». Una vez abiertas las puertas, comenzaban a pasar los primeros con la mascarilla puesta y con ganas de «pasar una buena noche con amigos y disfrutar de la buena música»
Los días previos a la celebración de la fiesta de reapertura las redes sociales se llenaron de mensajes que afeaban el comportamiento de algunos a los que acusaban de haber comprado entradas para «hacer negocio con ellas». Las entradas, cuyo precio inicial era de cinco euros, llegaron a a nunciaste hasta por cincuenta y sesenta euros, aunque «todo parece apuntar a que se trataba de algo puntual y la policía no pudo confirmar nada», aseguraban fuentes de la sala.
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