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Un incendio mantiene sin luz ni agua a 16 familias de la calle ImperialTodo lo cotidiano se ha convertido en un oasis. En una utopía. Sin luz, aquí no hay quien viva. Es lo que padecen estos días ... los moradores de las 16 viviendas del número 9 de la calle Imperial, quienes el pasado sábado, entre el susto y la incertidumbre, tuvieron que abandonar su casa a la carrera para dar cobijo, entre otras cosas, a todos los alimentos que almacenaban en sus frigoríficos y congeladores para que estos no se echaran a perder.
A primera hora de la tarde del pasado 19 de abril se originaba un incendio en el angosto cuarto de contadores que se extinguía una vez que consumió todo el material que se acumulaba en esa estancia. Eso sí, según apuntaron los Bomberos de Valladolid, dejó una gran carga térmica y una humareda que inquietaba a todo aquel que merodeaba por la zona. «Daba miedo», agrega este lunes el propietario de un negocio que abrirá en las próximas semanas y cuyo local se encuentra puerta con puerta con el edificio afectado.
Este hombre, de mediana edad, fue un testigo más en la larga intervención del Servicio de Extinción de Incendios del Ayuntamiento de Valladolid. Junto a él, esa tarde del Sábado Santo, se hallaban también los afectados. Se afanaban en escuchar las explicaciones de los profesionales contra el fuego, quienes ya adelantaban que la reparación iba a ser tediosa al tratarse de un incendio que ellos mismos calificaron de «grave». Y tiene todos esos visos, porque 48 horas después el bloque sigue 'apagado o fuera de cobertura'.
Las llamas en el interior del cuarto de contadores, ubicado tras subir una veintena de escalones desde la misma entrada del portal, calcinó todo aparato allí instalado, y por ende, dejó sin luz y sin agua (las bombas propulsoras no funcionan) a toda la comunidad de vecinos. Es, dos días después, un inmueble sin servicios básicos.
Sin decretarse un desalojo oficial, el bloque se desalojó. Muchos apostaron por acudir a una segunda residencia, mientras que otros optaron por 'mudarse' a alguna casa de familiares o amigos. No les quedaba otra. A pesar de que muchos eligieron realojarse, a alguno que otro no le quedó más remedio que seguir en su casa. Es el caso de una mujer, en alquiler, que este lunes se encontraba contrariada en el mismo portal. Se resigna mientras espera una solución. «Vivo sola y trabajo por la tarde. Me toca llegar a casa y no puedo utilizar el ascensor. Subo por las escaleras a oscuras y en casa tampoco tengo luz», se lamenta sin conocer una fecha concreta de cuándo regresarán los servicios. «Nos han comentado que desde este lunes se podrían recuperar, pero...», continúa mientras pone rumbo a unos contenedores a pie del portal.
Esta mujer es de las pocas personas que se encontraban en el número 9 de la calle Imperial. Ya en el interior, en el recorrido por las ocho plantas del inmueble, la instantánea era la de un edificio vacío. Tal vez por ser horas laborales o tal vez porque muchos ya habían hecho las maletas. La mayoría de los felpudos estaban pinados contra la pared, mientras que el olor a quemado se palpaba desde las plantas más elevadas, a pesar de que las ventanas de los descansillos se encontraban abiertas.
En ese trayecto por el edificio tan solo otra vecina se encontraba en la zona damnificada. Su paso por su casa fue testimonial debido a los acontecimientos y le toca estos días tirar de la ayuda de su hermano. De hecho, en la mañana de este lunes se apresuraba a bajar dos garrafas de agua para llenarlas y volver a subir más de cuatro pisos con alrededor de doce litros. «No nos queda otra», recalca mientras asegura que quiere mantener el anonimato dentro de la comunidad de vecinos.
Tareas todas ellas llenas de imprevistos y que se entremezclan con las obligaciones. Era el caso de otro joven del inmueble, quien, instalado desde el sábado en una segunda residencia y sin fecha de vuelta, afirmaba que durante la tarde de este lunes tenía previsto acercarse hasta su casa para cargar con la ropa sucia y transportarla hasta una lavandería de la zona. Porque ante las complicaciones, soluciones.
Moradores que viven estos días con la incertidumbre de no saber cuándo volverá la luz y el resto de servicios. Inicialmente el administrador de la comunidad de vecinos les había aventurado que este lunes se recuperaría la normalidad, aunque finalmente no fue así. Desde Iberdrola, cuyos técnicos también acudieron el sábado en pleno incendio, apuntan que la avería se encuentra en una zona particular (en este caso en la comunidad de propietarios) y que hasta que no esté reparada no podrán cambiar todos los contadores individuales. Una sustitución de aparatos que no llevaría mucho tiempo, según informaron desde la empresa energética.
Además de los contratiempos acontecidos 48 horas después del incendio, la secuencia de las llamas dejó más de un susto tras decretarse el incendio, pues uno de los vecinos quedó atrapado en el interior del ascensor en mitad del fuego. Precisamente, los Bomberos de Valladolid, además de centrar los esfuerzos en evitar que el incendio se propagara por el resto de las viviendas, se focalizó en rescatar al hombre, vecino del inmueble. Finalmente no se lamentaron daños personales.
Los materiales, aún por cuantificar, se sumarán a las adversidades de unas casas sin servicios. «Ahora mismo no son viviendas, solo son paredes», lamentan los vecinos a la espera de que les den una solución definitiva.
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