Los hosteleros exigen «poder trabajar» ante el cierre del 20% de los negocios en la región
Una caravana de medio centenar de vehículos y cerca de 200 profesionales vinculados al sector, según las estimaciones iniciales, se han manifestado este viernes para exigir a la Junta un alivio en las restricciones
«Estamos hartos, la situación está al límite. Lo único que pedimos es trabajar porque no vemos que haya un patrón que relacione el ... cierre de la hostelería con el aumento de contagios», resumía la presidenta de la Asociación Provincial de Hosteleros de Valladolid (Apehva), María José Hernández, este viernes por la mañana, minutos antes de comenzar una nueva movilización que congregó a cerca de 200 profesionales vinculados al sector -según las primeras estimaciones policiales-, que estuvo reforzada por una caravana formada por medio centenar de taxis y vehículos de distribución de bebidas y que también contó con el respaldo de compañeros de otras provincias como Ávila.
El tejido empresarial ligado a la hostelería escenificó por las calles de la capital vallisoletana su «unidad y hartazgo». Van todos a una. El pan de sus familias está en juego, y trabajadores y empresarios de sectores como el turismo, las agencias de viajes, la distribución de bebidas, el comercio de proximidad o el taxi, entre otros, salieron a la calle para exigir a la Junta un alivio en las restricciones antes de que sea demasiado tarde. Porque, advirtió Hernández, están heridos de muerte. Muchos compañeros se van a quedar por el camino si no se toman medidas «ya». «La hostelería está al límite y el ocio nocturno está moribundo. Es necesario que se alivien las restricciones, necesitamos una inyección económica, esas ayudas que iban a llegar y todavía no lo han hecho», aseveró la presidenta provincial, al tiempo que precisó que, según las cifras que manejan, el 20% de los negocios hosteleros de Castilla y León han bajado ya la persiana y «se prevé que en 2021 otro 30% pueda cerrar si no llegan ayudas».
Los hosteleros protestan en Castilla y León
La comitiva a pie partió pasadas las diez y media de la mañana de la Plaza de la Universidad, y fue recorriendo céntricas calles de la ciudad hasta desembocar, aproximadamente una hora después, frente a la sede de la Delegación del Gobierno, donde se leyó un manifiesto en el que se reclamaban -entre otras medidas- la ampliación del toque de queda hasta las 00:00 horas y la apertura del interior de los locales. De forma paralela, unos cincuenta taxis y furgonetas de distribución de bebida recrearon una caravana de vehículos que visibilizaron su malestar con el sonido de sus cláxones. «La ampliación del toque de queda es para garantizar un poco la viabilidad de los negocios, para que puedan facturar un poco; la apertura del interior es vital», subrayó María José Hernández, mientras anticipó que «si la semana que viene no se abre, creo que es el momento de decir que se abre».
«Estamos en peligro de extinción»
Quien también alzó la voz antes de comenzar la manifestación fue el presidente de la asociación de agencias de viajes de la provincia, Pablo Parrilla. No tenía adjetivos suficientes para describir la situación que atraviesan. «Estamos hartos, cansados, aburridos y no podemos más. Están matando a nuestros negocios y matando de hambre a nuestras familias», lamentó el representante, que también avisó de que «estamos en peligro de extinción». «Si nosotros caemos, también lo hará nuestra economía y pueblos y ciudades. Si prohibís que trabajemos, hacedlo por completo con ayudas y no dejéis que nos hundamos», incidió Parrilla.
No era la primera vez que los distribuidores de bebidas evidenciaban que «nosotros también existimos» y que su salud depende directamente de la hostelería. Fueron varias las empresas del sector que secundaron la protesta. Como la de Óscar Díez, de Gregorio Díez, quien insistió en que «está muy bien que cierres, pero con ayudas». «Hay gente que parece que piensa que los que nos dedicamos a la hostelería o dependemos de ella no comemos ni tenemos casa ni familia», revindicó. También varios taxistas reclamaron su sitio. Porque las calles de Valladolid están «vacías». Apenas transita gente por ellas. «La situación es crítica. Sacamos lo justo para pagar gastos. Trabajamos 14 horas diarias para ganar cincuenta euros; no nos damos cuenta de que el hambre es otro síntoma del coronavirus», coincidió un grupo de conductores, que también cifraron las pérdidas derivadas de limitaciones de la Junta en torno al 70%.
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