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Menos merluza y menos sardinillas. Menos verduras en el menú. Y también menos frutas. Los vallisoletanos redujeron durante el año pasado su consumo alimentario (sobre ... todo en frutas, hortalizas y pescado) para hacer frente al desatado incremento de precios registrado durante 2023. «Más del 90% de los españoles ha modificado su comportamiento de compra para el control de los gastos de la cesta alimentaria», concluye la memoria anual de Mercaolid, que analiza las ventas de los productos más destacados en el mayor centro distribuidor de alimentos frescos de Castilla y León (y uno de los más importantes del noroeste español).
Porque allí, en esa macrodespensa que es Mercaolid (con casi cien empresas asentadas y mil trabajadores), también se ha notado el impacto de un año complicado por la sequía, los conflictos internacionales, la tensión inflacionista que ahora parece que se empieza a relajar. Los alimentos se encarecieron el 7,1% a lo largo del 2023 en Valladolid (y este incremento se sumaba al del 16,7% sufrido en 2022). En lo que llevamos de 2024, la variación es del 0,8%. Entre julio de 2023 y el mismo mes de 2024, del 2,8%, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
«Debido a esta situación de precios altos, la demanda registró valores muy negativos durante la primera parte del año, recuperándose algo en el tramo final», apunta en su análisis Javier Pastor, director gerente de Mercaolid. El poder adquisitivo de los vallisoletanos (de todos los españoles) «se ha encogido». Esto hizo que, en el conjunto del país, el gasto de la cesta de la compra se redujera el 10,4%. Y en este contexto, claro, las empresas que operan en Mercaolid «vieron reducirse sus volúmenes de comercialización».
Esto fue «especialmente llamativo en el sector de productos pesqueros». Mercaolid comercializó 13.890 toneladas de pescados y mariscos durante el año pasado. Es un descenso medio de entradas del 15,18% con respecto a 2022, una de las reducciones «más altas de los últimos años». ¿Por qué? Afectó un parón, en determinados momentos, de las flotas de países extranjeros. Desde allí llega el 28,23% de los productos pesqueros que distribuye Mercaolid. Pero sobre todo tuvieron la culpa los precios. El precio medio del pescado fresco se situó en 8,37 euros por kilo, frente a los 7,69 euros de 2022 (un incremento del 8,8%). El congelado subió el 32% (de 6,02 a 8 euros). El marisco fresco se encareció el 10,9%. El marisco congelado, el 9%.
La memoria de Mercaolid constata «un castigo del consumidor hacia este tipo de productos buscando alternativas más económicas». Y esto es algo que también tiene reflejo en el informe que sobre consumo alimentario elabora cada año el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Las ventas que más subieron durante 2023 (el 11,1%) fueron las de bacalao, uno de los pocos pescados que rebajaron su precio. El atún y bonito, que mantuvo una cotización estable, se consumió el 5,3% más. Pero, por ejemplo, la venta de merluza cayó el 4,7% (con subida de precios del 7,2%). El lenguado fresco se vendió el 6,9% menos (al encarecerse el 11,4%). El consumo de lubina y dorada creció tímidamente, pese a aumentar el precio el 7,3% y 13,5% respectivamente. Lo que está claro es que el pescado es uno de los productos más sacrificados. Y eso que en Castilla y León su consumo (21,67 kilos por persona y año) está por encima de la media nacional (18,36). Es la quinta comunidad con más afición al pescado, por detrás de Asturias (24,25), País Vasco (23,54), Galicia (23,06) y Navarra (22,12).
Habría que sumar además dos datos muy significativos. El primero, vinculado con el precio, es que las clases medias y altas consumen más pescado (24,4 kilos por persona y año) que las clases bajas (en torno a 17,4). El segundo, relacionado con los nuevos consumos: los mayores de 65 años comen más pescado (33,54 kilos por persona y año) que los menores de 35 (tan solo 7,76). En Mercaolid, el retroceso en las ventas se vio compensado por ese incremento de precios en las cuentas de resultados de los operadores.
De esos 13.890 toneladas de productos pesqueros despachados desde Mercaolid, el 65,19% era pescado fresco; el 8,97%, congelado, el 15,13% marisco fresco y el 10,71%, congelado. Del total, el 61,77% tenía marchamo nacional. De estos, el 42,04% llegaba de Galicia y el 26,06 del País Vasco.
El otro gran sector afectado por este alza de precios ha sido el de las frutas y verduras, que el año pasado también se vio afectado por «las complicadas condiciones climatológicas de algunas campañas importantes, por las elevadas temperaturas medias y por la adversidad provocada por la sequía, las lluvias y heladas importantes». Esta situación, explica Pastor, ha generado «una reducción de oferta de determinados mercados y dificultades por la superposición de campañas de algunos productos según su origen geográfico». Mercaolid comercializó durante 2023 un total de 127.102 toneladas de frutas y verduras. Es un descenso del 6,76% con respecto al ejercicio anterior. «La reducción de volúmenes comercializados ha sido compensada con unas cotizaciones medias elevadas que han permitido a las empresas terminar el ejercicio con volúmenes de facturación similares o incluso superiores al ejercicio anterior». Las frutas se encarecieron, de media, el 6,8% (de 1,62 a 1,69 euros por kilo). Las verduras y hortalizas subieron el 13,8% (de 1,52 a 1,73). Las patatas fueron el 26,8% más caras (de 0,56 a 0,71 euros por kilo).
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Los castellanos y leoneses consumen 89,22 kilos de fruta fresca (los terceros que más de España, solo por detrás de Navarra y el País Vasco). El 9,27% (casi uno de cada diez euros) que se gastan en alimentación va a este capítulo. Los productos que más sufrieron en 2023, de acuerdo con el Informe Alimentario del Ministerio, fueron los cítricos. La venta de naranjas y limones (también mandarinas y pomelo) se desplomó el 13,4%. Subió, en cambio, la de frutas exóticas, el 8,8%, apartado en el que se incluyen plátano, kiwi y aguacate. En los carritos de la compra también se metieron menos uvas, manzanas y peras (el 5,5%), pero un poco más de sandías y melones (el 3%).
La actividad de Mercaolid (que a lo largo del año pasado registró 375.864 accesos de vehículos) se completó con la distribución de 14.579 toneladas productos cárnicos (el 7,01% menos que en 2022) y 4.775 de otros productos alimenticios.
¿Cómo se ha adaptado el consumidor a este incremento de precios? De todos los datos anteriores, se desprende que una estrategia inicial ha sido la de comprar menos. Pero hay otras alternativas. Por ejemplo, el 48% de los consumidores asegura que ha incrementado la compra de productos de marca de distribuidor (marcas blancas). El 8% ha incrementado los actos de compra. Es decir, se va más veces a la tienda o al supermercado, lo que supone hacer menos acopio de alimentos en más compras y así, se ajusta más lo que se necesita en cada momento y lo que se consume al final. Además, se ha optado por llevar menos unidades de un mismo producto o por adquirir formatos más pequeños.
Todos estos comportamientos, analizados por las principales consultoras de consumo, están recogidos en la memoria de Mercaolid, donde también se dibujan otras tendencias a largo plazo. «Los próximos ejercicios apuntan al inicio de un ciclo que estará marcado por la estabilidad, con volúmenes de comercialización más estables y la recuperación de tendencias que ya existían antes de la pandemia». Por ejemplo, se van a extender las compras 'on line', las de platos preparados o semipreparados (lo que impacta en las ventas de productos frescos) y se constata una mayor conciencia frente al desperdicio, con esa disminución de los volúmenes de compra y con neveras y despensas más ajustadas al consumo real.
Mercaolid registra un altísimo grado de ocupación de sus instalaciones (el 99,86%), lo que lleva a su gerente a subrayar en la memoria la necesidad de «afrontar una ampliación». Para este año 2024 está prevista la elaboración de un plan director de mantenimiento de estas instalaciones, con el objetivo de «acometer proyectos innovadores y mejorar su estado». Además, se trabaja en un programa para reducir el impacto ambiental y para aumentar el peso de las actividades logísticas y de los productos que conlleven procesos de transformación y elaboración.
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