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Hombres G. pone el listón muy alto en el arranque musical de las fiestas de la Virgen de San Lorenzo.
Hombres G llevan a Valladolid a los 80

Hombres G llevan a Valladolid a los 80

El grupo de David Summers abre a lo grande los conciertos de la Plaza Mayor, con público de varias generaciones que corea sus exitazos

Víctor Vela

Sábado, 6 de septiembre 2014, 09:51

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Primero un dato, así, a bocajarro, para empezar la temporada con precisión, a lo Ana Pastor. Entre los cuatro integrantes de Hombres G suman más de 200 años. Dos siglos, que juntitos, nos llevarían a principios del XIX. Brutal. Pero ojo, no dejes que este periodismo de precisión te obnubile. No permitas que las entradas en la sien ni esas camisetas negras que a ciertas edades son como un disfraz de camuflaje te confundan. Hombres G no solo parecen más jóvenes que nunca, sino que sus canciones se asemejan a un ribera en barrica, envejecen de lujo y dejan un poso mejor que el de mediados de los 80. El repertorio de los Hombres G es como un expediente con las cuentas andorranas de los Pujol.

Cuando crees que ya no hay más, sale una nueva para pegar el pelotazo. Otra joyita de la familia. Son canciones de letras desenfadadas que David Summers canta como si tuviera acné en la garganta, con esa voz de adolescente que peina canas. «Muchas gracias, chicos». «Buenas noches, chicos». «Ojalá lo paséis muy bien, chicos», le dice a su público, una colección de peterpanes con hipoteca, un enjambre de tipos que salían de la cama dando un salto mortal (y no ahora, que crujen más las rodillas que el somier), una generación entera que veía al enemigo en un ford Fiesta blanco con jersey amarillo, un ramillete de madres que llevaban a Rafa en la carpeta y ahora ven cómo sus hijas se hacen un selfie en la Plaza Mayor con minishort de Bershka y los Hombres G al fondo.

Han conseguido, con casi 30 años sobre los escenarios, congregar a miles de personas (exitazo para empezar las ferias) en una petadísima Plaza Mayor que no le hace ascos a ninguna generación. Y todo, para escuchar esos estribillos que le cantaban a los últimos avances de la medicina (ay, Marta, ese marcapasos), que daban pistas a los futuros guionistas de Homeland con posibles fórmulas de tortura (esos polvos pica pica) o que enseñaron las pocas palabras que muchos conocemos de italiano (io sono il capo de la mafia), imprescindibles para una conversación de tú a tú con Berlusconi. Total, que hubo éxitos para llenar la noche. Y si faltaba munición, el grupo rebuscó en el fondo de armario para rescatar una de las primeras piezas, una canción «muy cachonda» (como la presentaron) y que este año vuelve a sonar en directo.

Dejad que las niñas se acerquen a mí cantan ante un público que no necesita subtítulos de karaoke para acompañar unas canciones que basculan desde esas baladas que encadenan varios Te quiero (con Javi, el pitillo haciendo equilibrios en la boca, marcando latidos con la batería)_con estribillos como el Nassau, que canta eso de «son las doce de la noche le quito la capota» justo cuando el reloj de la Plaza Mayor marca la medianoche. Y la traca final de Visite nuestro bar y demás exitazos se abre con, ay ay ay, Suéltate el pelo, esa canción que, según quien la cante y dónde la cante, ay ay ay, puede llegar a ser trending topic mundial. «Y luego si quieres... el sujetador». Vaya forma de comenzar las fiestas. Nivelón, oiga, nivelón.

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