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Don Diablo, durante un momento de su sesión en la Plaza Mayor de Valladolid. Alberto Mingueza

Fiesta techno con Don Diablo en Valladolid: tú no sabes la que los dj's han armado en la Plaza Mayor

El corazón de la capital se convierte en una gigantesca pista de baile en la que también participan Carlos Jean, Joyse y Sergei Rez

Víctor Vela

Valladolid

Lunes, 8 de septiembre 2025, 01:02

Como la tentación es grande (muy grande) y quien escribe esto débil (nivel millonésima parte del meñique de Alcaraz), lo mejor es quitárselo de encima ... cuanto antes, como las moscas, las tiritas y los pesados en los grupos de Whatsapp. Ahí vamos: Don Diablo se ha escapado y tú no sabes la que ha armado este domingo en la Plaza Mayor. Ya está, con la tontería dicha, podemos seguir como si tal cosa, sin que estemos preocupados por si el espíritu de Miguel Bosé (que anda por rincones y se esconde en los cajones) nos agarra suavemente y se cuela en estas líneas.

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Se acabó.

Lo que está claro (y ahí mesié Bosé era un visionario) es que Don Diablo la ha liado en las fiestas de Valladolid. Don Pepijn Shipper (porque ese es su nombre real) se ha coronado en esta noche de dj's que ya es tradición en la ciudad. El pincha neerlandés (tal vez hablemos de él unas líneas más abajo, no prometo nada) ha sido el encargado de cerrar una velada de samplers, drops y remix que comienza, a eso de las 20:45, con el pucelano Sergei Rez. La velada a esas horas tempraneras es todavía una promesa… y eso que a estas alturas del año, con el otoño mordiéndonos los talones, los días cada vez se acuestan antes y ya es casi de noche cuando la música empieza a sonar. Merece la pena montar una base de operaciones bajo alguno de los soportales, preparar la mirada para encontrar lo inesperado y sacar el cuaderno (o el móvil) para apuntar los movimientos que se producirán a continuación.

Derroche de confetis y cañones de humo en el inicio de la sesión de Don Diablo. Alberto Mingueza

Podremos anotar así cómo, durante estos primeros compases, la plaza es un batiburrillo de generaciones donde los niños que acaban de hacerse fotos ante los gigantes (y ahora juegan al zapatito inglés, está pasando) comparten adoquín con los jubilados que buscan helado en Iborra y mesa en el Lion d'Or. Que las parejas que pasean enhebradas del brazo se cruzan con adolescentes que caminan a toda prisa con el móvil lleno de planes. Que las cuadrillas de veinteañeros que han atiborrado de hielos unas bolsas del Mercadona sortean a esos grupillos de cuarentones divorciados que salen del tardeo, torpes y zarandeados, con la esperanza de que la noche les regale otro quizás. Que las familias de 'maxicosi' y gusanitos pasean por delante de esos enjambres de chavalas que bailotean lo que el dj propone mientras se beben a sorbos cachis de felicidad. Y así, en este arranque de velada, suenan con ritmos afro y techno melodías de Radiohead (que vuelve) y Nino Bravo (que nunca se ha ido).

El vallisoletano Sergei Rez fue el encargado de abrir la velada. A. Mingueza

Los dj's preparan en sus vitrocerámicas de botoncitos un hervidero de melodías para calentar una noche que, con septiembre viento en popa, ya huele a pupitre y plumier, a lápiz recién afilado y goma de borrar. Así que, con la vuelta al cole en ciernes, el retorno al insti pronto y el inicio de la uni ahí encima, nada mejor que la música para que la juventud disfrute de estas últimas horas de verano, antes de que la rutina lo invada todo de nuevo con sus calendarios grises de deberes y extraescolares. De momento, como simulacro de lo que espera, esta Plaza Mayor es una suerte de gran patio donde todo el mundo juega y al recreo le ponen música los dj.

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Carlos Jean (is in tha House) coge el testigo con esa fama transversal que le da salir en 'El hormiguero'. O sea. Ha sido productor musical de lo mejor y lo no tan bueno que ha dado este país (de Fangoria a Marta Sánchez, de Raphael a los OBK), autor de 'remixes' para Camela, Alejandro Sanz o Miguel Bosé (ay, no, aquí está de nuevo), compositor de esa maravilla que hizo para el programa 'Versión española' junto a Najwa Nimri… y ahora, en este primer domingo de ferias, pone a bailar a Valladolid con cachitos del 'Titanium' de David Guetta y 'Freed from desire', que son el 'Paquito chocolatero' de la verbena techno. Y pincha además el 'Amante, bandido', para que no nos olvidemos del subtexto de la noche.

Carlos Jean, durante su participación en la fiesta. A. Mingueza

Luego viene Joyse, andorrano que le mete más revoluciones a la velada con una sesión de mucho tech house y con apuestas diferentes, temas que no se escuchan de forma habitual. Son ya cerca de las 23:00 horas cuando los maduritos (calva en la coronilla) emprenden la retirada y la plaza se llena de cabezas adolescentes con el degradado niquelado (calva en la nuca). El corazón de Valladolid es invadido entonces por una legión de ratoncitos bailongos convocados por el embrujo de los dj. Joyse (con la camiseta del Pucela) echa mano de cortes como 'Miracle maker' o 'Fancy Shit' para comprobar que si Pucela está cansada (que no lo creo, esto acaba de empezar), lo disimula como un adolescente acelerado y empapado en Redbull. Porque hay jarana todavía por delante y, a eso de la medianoche, se enciende aún más con la aparición de Don Diablo.

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Como habíamos prometido hace unos párrafos, hablemos un poco de este neerlandés que es ejemplo vivo de algo que hemos comprobado esta noche, desde esta garita de cronista que nos hemos montado en los soportales de la Plaza Mayor.

Si te fijas, en todo grupo de amigos siempre hay alguno que se queda a un lado (acodado en la barra, con los pies quietos, la mano ocupada en la fanta o el cubata y pensando en a saber qué). ¿Por qué? Porque no se atreve a bailar. Cuando el jovencito Don Pepijn pensaba en esta imagen, dos palabras se le venían a la cabeza: 'Sí soy'. Un NPC de libro. Cuenta en las contadas entrevistas que concede que comenzó a pinchar porque no sabía bailar y era de esos que se protegía en una esquina mientras el mundo sudaba estribillos a su alrededor. Con esa pinta de aburridote, comprobó que ninguna chica se acercaba a hablar con él pero, en cambio, no le quitaban el ojo al tío que estaba en la cabina. Don Pepijn pensó (y suponemos acertó) que la mesa de mezclas sería para él como el restaurante de Carlos Sobera, la barra libre del Tinder, y comenzó a pinchar así, como si las canciones fueran flechitas de Cupido. En fin, no nos flipemos.

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El caso es que en 1997 comenzó a hacer sus pinitos en el mundo de la música, hace diez años fundó su propia discográfica (Hexagon), reclutó por festivales y plataformas a un montón de fieles (se hacen llamar 'hexagonians') y él eligió, porque le molaba, el nombre de Don Diablo para encaramarse a la lista de los dj's más importantes del mundo (el número 15, según esa biblia de la cosa que se llama 'Dj Mag'). Total, que Don Diablo sale a medianoche a la Plaza Mayor y tú no veas la que ha armado, con su repertorio future house, un género que impulsó en 2015 junto a Oliver Heldens y Thami, que se baila haciendo 'shuffle' (aunque vimos pocos deslizadores en la plaza) y que ahora combina con el bass house. Vamos, que una vez rematada la noche, no queda más remedio que darle la razón a Miguel Bosé. Don Diablo, tú nos sabes que la que has armado.

PD. Un saludo desde aquí a María Pombo, que no estará leyendo esto.

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