Fallece Elías González, capellán del Clínico durante 27 años
Hasta hace dos meses el sacerdote de 93 años ha estado concelebrando la misa diaria de las doce y media en la parroquia de la Inmaculada
«Este 2022 me muero, es mi último año de vida». Elías González Cañíbano, sacerdote nacido en Santa Eufemia del Arroyo (1929), fallecía a las 05.30 de la madrugada del pasado lunes en su piso junto al antiguo Hospital Militar haciendo realidad el augurio que había expresado al comenzar el año a algunos allegados, entre ellos Alfredo Velasco, delegado de clero del Arzobispado de Valladolid. «Murió con las botas puestas, lleno de paz, plenamente lúcido», cuenta de quien desde 1977 hasta 2004 ejerció como capellán en el Hospital Clínico de Valladolid.
Ofrecer consuelo espiritual a cientos de enfermos en la capilla, pasillos y habitaciones del centro hospitalario fue durante 27 años la principal dedicación de Elías González Cañíbano, a quien también se recuerda por seguir concelebrando misa hasta hace dos meses, a sus 93 años, en la parroquia de la Inmaculada. Al altar del templo de los Franciscanos en el Paseo de Zorrilla ha seguido subiendo este vallisoletano en el final de una trayectoria religiosa iniciada en los seminarios de Valderas y León.
El primer destino donde se estrenó en el sacerdocio fue la pedanía leonesa de Palacio de Valdellorma. Unos comienzos en la brega religiosa en el medio rural que años después tuvo continuidad en la provincia de Valladolid. Primero en Palazuelo de Vedija, después en Villavellid, Castromonte y Mayorga. Con los años, recaló en la capital y fue destinado al Hospital Clínico, donde ha desarrollado buena parte de su labor pastoral compaginándola con la de la parroquia de Santo Tomás de Aquino en la plaza del Ejército. «Era un hombre de fe, con una gran capacidad de escucha y cercanía a la gente; a mí me ha hecho mucho bien, coincidimos en la parroquia muchos años y aunque él estaba de colaborador al ser mayor de 75 años hemos trabajado como si fuera el párroco, repartiéndonos las tareas; conectamos bien y me ha ayudado mucho en mi vida sacerdotal», relata Alfredo Velasco.
«Ideal limando asperezas»
Al enfermar su hermana María José, Elías González Cañíbano se retiró de las labores parroquiales de Santo Tomás para poder cuidarla y estar más cerca de ella, por lo que pasó únicamente a concelebrar la misa en la parroquia de la Inmaculada cada día a las doce y media y los domingos en la Sagrada Familia a las diez de la mañana. «Apenas veía y nos advertía: 'si alguna vez me paro es porque ya no veo las letras', y le decíamos que estuviese tranquilo, que tuviese la misma paciencia que mostraba con los demás; era optimista, animado, si había algún problema le restaba gravedad pensando que para todo había una solución; era ideal limando asperezas. He aprendido mucho de él», revela el sacerdote Alfredo Velasco.
Sostiene el delegado del clero local que el excapellán del Clínico había aceptado con plena entereza que había llegado al final de sus días: «'Ya he vivido 93 años, doy gracias a Dios por esta vida y es hora de que me reúna con él', decía unas horas antes de que se le parara el corazón. Fue admirable la paz y la lucidez con la que afrontó la muerte».
El cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha presidido su funeral durante la mañana de este martes en la parroquia donde Elías González Cañíbano ofició sus últimas misas.