Las 'fake news' del uso del cinturón en el Valladolid de 1975
La impopular medida se tradujo en todo tipo de excusas para no utilizarlo y obligó a realizar campañas de concienciación que perduran casi medio siglo después
J. Sanz
Miércoles, 15 de marzo 2023, 20:28
Habían pasado casi dos meses desde que la impopular medida que obligaba a llevar el cinturón de seguridad abrochado en carretera (solo a conductores y ... copilotos) entrara en vigor, el 22 de abril de 1975, y un artículo de este periódico constaba la escasa utilización de un elemento de seguridad hoy, y ya entonces, considerado como imprescindible para salvar vidas. «Ya es obligatorio abrocharse el cinturón. Pero, ¿se usa? Según nuestras noticias, no», lamentaba con contundencia el redactor antes de apuntar una retahíla de excusas de los infractores para no hacerlo a pesar de que se exponían a una multa de 1.000 pesetas (6 euros).
La obligatoriedad del uso del cinto fue, en efecto, objeto de polémica en la época y su utilización no se salvó de las hoy tan comunes 'fake news'. Tanto es así que un sorprendente artículo de aquel 1975, previo al 22 de abril, recogía una serie de 'teorías anticinturón' que corrían por el Valladolid de la época, y presumiblemente por todo el país, para desmentirlas punto por punto. «Circulan numerosas teorías anticinturón con objeciones que carecen de la más mínima consistencia y que se basan en teorías poco razonadas», apuntaba una noticia que intentaba concienciar sobre la «eficacia probada» del dispositivo.
Las 'teorías anticinturón' recogían, incluso, que su uso ajaba la ropa e incitaba la conducción temeraria
Entre aquellas teorías, tan propias de las 'fake news' actuales, figuraban como las más singulares que el uso del cinturón «evitaría un rápido escape en caso de incendio» o que en «caso de caer al agua se muere atrapado». Eso en cuanto a la seguridad en sí del usuario. Otra teoría, más peregrina aún, apuntaba a que llevar el cinturón abrochado «aja los vestidos y los mancha».
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Otras teorías, de un cierto mayor calado, apuntaban a que el uso del cinturón «da al conductor una falsa sensación de seguridad y lleva a conducciones temerarias». Los sociólogos, recogía el artículo para desmentir dicho argumento, «coinciden en que conducir 'cinturados' conlleva una mejor toma de conciencia del riesgo y a mayor prudencia».
Y la teoría, léase excusa, más popular de la época pasaba por argumentar simplemente que el cinturón molestaba y era difícil de utilizar. «En todo caso, aunque es cierto que pueda ocasionar pequeñas molestias, perder unos segundos en manipular el cinturón no puede ser argumento en contra de su uso», argumentaba el artículo, que desmontaba una por una cada teoría, antes de concluir que «no vendrá mal decir que los cinturones no hacen milagros y que además del cinturón hay que seguir teniendo prudencia».
Las campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT) sobre su uso habían comenzado antes, incluso, de su obligatoriedad y recogían que su uso, también ciudad, evitaría seiscientas muertes cada año en todo el país. Un artículo, publicado en 1976, coincidiendo con el primer aniversario de la medida, recogía una de estas campañas, en la que se recordaba que una colisión a sesenta kilómetros por hora -la velocidad obligatoria entonces en el casco urbano- equivalía a una caída desde un quinto piso.
Aquella misma campaña, lanzada entre 1975 y 1976, en la que se recomendaba que 'Por su seguridad utilice el cinturón también en ciudad', bajo la silueta de dos canguros con un cinto y un volante en el caso del más pequeño, fue recuperada por la DGT hace solo dos años para recordar prácticamente el mismo mensaje: «Estamos en 2021. Ponte el cinturón'.
El uso del cinturón, que poco a poco fue imponiéndose, no sería obligatorio dentro del casco urbano y para todos los pasajeros hasta el 15 de abril de 1992. Los vallisoletanos, en aquella ocasión, respetaron en un amplio porcentaje, esta vez sí, la medida. «El noventa por ciento de los conductores se abrochó el cinturón de seguridad en vía urbana», confirmó ese mismo día el portavoz de la Policía Municipal.
Los agentes, fruto de las sucesivas campañas de la DGT, volvieron a vigilar la semana pasada la utilización del cinturón de seguridad en la ciudad. Tan solo, aunque aún supone una cifra significativa 48 años después de aquel lejano 1975, 36 personas fueron multadas (de 2.017) por no llevarlo abrochado. 21 de ellas, eso sí, eran pasajeros de un autobús (su uso en este tipo de transporte es obligatorio desde 2007).
Nadie discute hoy la importancia del uso de este sistema de retención. Y aún así la DGT recuerda que aún uno de cuatro fallecidos en accidente no llevaba abrochado el cinturón. No hacerlo supone una multa de 200 euros y la pérdida, en el caso del conductor, de tres puntos del carné. La sanción en 1975 era de 1.000 pesetas y se amenazaba directamente al conductor con retirarle el carné.
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