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Escaparate roto en la cafetería Velvet, de la Plaza de España, en Valladolid. Rodrigo Jiménez

Los comerciantes de la Plaza de España de Valladolid: «Los daños pueden arreglarse, pero el miedo no»

El hombre de 31 años que destrozó con furia varios escaparates de la zona acumula 15 detenciones y se encuentra en libertad con cargos

Lunes, 28 de octubre 2019, 21:57

El viernes a primera hora de la tarde, la Plaza de España de Valladolid parecía un camino de esquirlas. Después de minutos de miedo y destrozos, la Policía llegaba para detener al hombre que había agredido a un cliente de una terraza para después reventar varios escaparates con una mesa. Su paso dejaba al menos cinco locales con desperfectos y varias llamadas de emergencia. Hasta el momento, la Policía Nacional ha registrado cuatro denuncias por daños y el acusado ha sido puesto en libertad con cargos.

El varón, L. T., de 31 años, llegó de la calle Duque de la Victoria, «ya sin camiseta y con sangre en la cara», relata Verónica Barrios, camarera del bar La Semilla Negra. Ella misma salió en defensa de un cliente, al que el recién llegado tumbó de «un puñetazo sin venir a cuento». La víctima se levantó y huyó hacia el kiosco de la Once, pero el agresor no atendía a razones. Tomó una mesa alta de la terraza del hotel Enara y, tras perseguir brevemente al mismo hombre, la emprendió a golpes con varios escaparates y mobiliario, tal y como puede reconstruirse a partir de los testimonios.

Antonio Hernández, el trabajador que ese día estaba a cargo del kiosco de la Once, da gracias a que fuera viernes, pues esos días llega a las cinco en punto, y no antes, como otros días de la semana. La cruzada particular del individuo contra los locales de la plaza comenzó unos minutos antes de que llegaran las 17 horas, de modo que para cuando él llegó, el kiosco ya estaba destrozado. Aunque vio la mayor parte de la escena desde un extremo de la plaza, no «le pilló» dentro y no sufrió por tanto daños personales. Eso sí, a la caseta no la salvaron ni sus lunas blindadas. «Estaba todo como nevado», afirma, y señala el interior del compartimento.

Antonio Hernández en su puesto de trabajo, Rocío Barroso y su escaparate y la cristalera de la carnicería La Venta Tabanera. Rodrigo Jiménez
Imagen principal - Antonio Hernández en su puesto de trabajo, Rocío Barroso y su escaparate y la cristalera de la carnicería La Venta Tabanera.
Imagen secundaria 1 - Antonio Hernández en su puesto de trabajo, Rocío Barroso y su escaparate y la cristalera de la carnicería La Venta Tabanera.
Imagen secundaria 2 - Antonio Hernández en su puesto de trabajo, Rocío Barroso y su escaparate y la cristalera de la carnicería La Venta Tabanera.

Es lunes y el kiosco es de los pocos lugares en los que no quedan rastros del incidente. «La Once es una empresa fuerte y buena, que por suerte tenía recambio en el almacén de mantenimiento, así que el sábado a las 15 horas estaba todo arreglado», asegura Antonio, que atiende con amabilidad, entre un cliente y otro. «Con los que hay que quitarse la boina es con los de la limpieza del Ayuntamiento, rápidamente lo dejaron bordado», aplaude.

Rocío Barroso también opina que los de la limpieza hicieron una gran labor. Ella venía de la peluquería, con prisa, para abrir su negocio, 'El precio fijo', y se encontró con un hombre fuera de sí. Y con que no tenía puerta. Un impacto había roto el cristal -también blindado- del escaparate, estríado como una tela de araña desde su centro. «Cuando vio a la policía echó las manos a la espalda enseguida», afirma ella. Pero lamenta que los agentes tardaron mucho en venir y que el seguro no se ha hecho cargo. «A mí este escaparate y esta puerta me dan de comer, porque necesito que se vean los productos desde la calle», explica. Añade, no obstante, que los daños materiales pueden arreglarse: «Lo que no tiene tanta solución es el miedo», advierte, «¿dónde está la seguridad ciudadana?».

Vídeo. El detenido la emprendió con el mobilario y los escaparates de la Plaza España.

En la carnicería La Venta Tabanera estrenaban horario continuo, y la empleada que estaba dentro del local se encerró e intentó bajar la persiana para paliar los daños, pero de momento la charcutería luce otro rosetón de cristales rotos, fruto de los golpes. La Semilla Negra recibió tres golpes y alguna abolladura, pero su cristal resistió los embates. La cafetería Velvet no. «No me moví del interior, no tuve valor; le insulté, pero creo que no me oyó», recuerda Beatriz Hernández, que admite que muchos preguntan por la rotura o por el suceso. Se encoge de hombros, resignada: «Es la comidilla del momento».

Muchos de los locales critican que sea la decimoquinta detención del varón, aunque la mayor parte de antecedentes corresponden a fechas en 2014 o anteriores. La Policía Nacional declara que la detención se produjo sin resistencia y aclara que solo los últimos dos incidentes -que no corresponden a daños materiales- se han producido este año.

Las fuentes policiales también aseveran que no existe constancia de que el varón reciba tratamiento psiquiátrico o estuviera ebrio . Algún viandante aún mira extrañado los 'moratones' que luce la plaza, pero la vida ha retomado su cauce tranquilo, de mercado, gente que viene y va y tímidas terrazas. De momento, juicio y reparaciones.

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