«No he encontrado relevo, si no llega nadie bajaré la persiana»
Eutiquio Arenal, de la Pescadería Arenal, se acerca a la jubilación sin encontrar a quien ceder el negocio
Eutiquio Arenal, de la Pescadería Arenal del mercado del Val, empieza a otear ya su jubilación tras sumar recientemente 62 primaveras. Le queda poco para ... jubilarse y le preocupa, a todos los niveles, qué pasará con el negocio que le ha dado de comer durante toda la vida. No ha encontrado un relevo que tanto ansía. «Estoy en ello·, apunta Eutiquio, que le tocará bajar la persiana si no se interesa nadie en menos de tres años.
Eso sí, con la premisa de que le gustaría que el puesto en el mercado siga siendo una pescadería. «Empiezo a comentar que si alguien lo quiere, aquí lo tiene. Es demostrable que funciona. Llevo toda la vida aquí y hay una clientela muy buena que no quiero dejarla huérfana. Me da pena», añade.
A pesar de intentar traspasar el negocio, Arenal es sabedor de la problemática de su profesión en la provincia. «Las pescaderías están desapareciendo, me gustaría que hicierais la misma información dentro de ocho años. ¡A ver cuántas quedan en Valladolid! Quedarán cuatro boutiques y poco más. Antes siempre se quedaban estos puestos de trabajo algún hijo o alguno de los empleados. Eso ya no se estila», continúa.
Más futuro ve a los mercados como en el que trabaja de martes a sábado. «Ahora mismo esto es un oasis en el desierto, porque trabajamos bien y no nos podemos quejar. Pero lo visto hasta el momento y en ciudades como en Madrid, es que estas infraestructuras permanecerán para la hostelería. Es el futuro para estos mercados. Ese sector funciona muy bien», afirma el experimentado pescadero, que entiende las dificultades de emprender en una pescadería. «Es complicado por darse de alta en autónomos y por los impuestos que hay que afrontar», prosigue mientras se lamenta de la nueva deriva del sector de las pescaderías tradicionales.
«Los jóvenes quiere rapidez. Dicen que no tienen tiempo, pero se pueden pasar dos horas con el teléfono móvil. Se nota la tendencia de meterlo en el microondas y en el horno. Además, vemos a los chavales que ya no quieren cocinar», concluye Eutiquio con sentimientos encontrados al llegar al final de su vida laboral y no encontrar un relevo.
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