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Fachada del Teatro Calderón de Valladolid. Rodrigo Jiménez

Un teatro neoclásico que nació sin el visto bueno del arzobispado

Valladolid, piedra sobre piedra ·

El gran Teatro Calderón de Valladolid se construyó en 1864 para contentar a una burguesía floreciente, a pesar de que la Iglesia no lo quería tan cerca de su sede

Martes, 29 de octubre 2019

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Jerónimo de la Gándara, que firmaba otros proyectos exitosos -como el Teatro de la Zarzuela madrileño- proyectó en 1864 un flamante teatro neoclásico en Valladolid. El edificio se creó a instancias de la necesidad de atender la demanda cultural de una burguesía creciente, y para su construcción se invirtieron 390.000 pesetas. Un año antes el gobernador había autorizado la obra, pese a que el arzobispado pidió que no se ubicara un teatro tan cerca de su propia sede.

Signo de modernidad y con capacidad para más de un millar de espectadores, ocupó el solar en el que antes estuviera el palacio del Almirante de Castilla. Como guiño al dramaturgo de quien toma el nombre, Calderón de la Barca, la primera representación que acogió el edificio fue 'El alcalde de Zalamea'.

Su sala principal, con decoración modernista, está dispuesta en forma de herradura. A finales del siglo XX, el teatro se remodeló por completo bajo el mando de los arquitectos Jaime Nadal y Sebastián Araujo: reabría sus puertas en 1999, de la mano de la reina Sofía. A esta remodelación debe el teatro su enorme lámpara de una tonelada, diseñada en la Real Fábrica de Cristales de la Granja de San Ildefonso, pero también la implantación de tecnología led en toda su red de iluminación.

En la actualidad se revela como sede de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

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