«Estuvimos durmiendo en un cajero de la calle Santiago durante 54 días»
Onassis Medrano y Navalbino Gallego, son pareja y ahora viven juntos en una pensión. Han dormido y vivido en la calle
Onassis Medrano y Navalbino Gallego son pareja. Se conocieron en un albergue de Valladolid hace un año. Desde entonces, no se han separado. Juntos han ... vivido algunos de los peores momentos de sus vidas, pero también juntos, han sido capaces de crear nuevos sueños que son los que marcarán su porvenir a partir de ahora.
Ella tiene 43 años y es de origen dominicano. Llegó a España a los 9 años y la mayor parte de su vida la ha pasado en Galicia. No puede evitar contar su dura historia con una permanente sonrisa en la cara. Es su forma de protegerse de la tragedia que marcó su infancia y juventud. Tenía tan sólo 13 años cuando su madre la echó de casa. Aquella fue la primera vez que se vio indefensa y sin saber a dónde ir. «Metió cuatro cosas en una bolsa de basura y me echó a la calle. Me sentí desamparada. No conocía a nadie y no sabía qué hacer. Me fui a casa de una prima segunda que me acogió, pero más tarde mi madre regresó a buscarme», relata.
Tras varias denuncias de vecinos, la Xunta de Galicia tuvo que intervenir y Onassis terminó en un centro de menores. Estaba embarazada. Tenía sólo 13 años. A su madre la acusaron de maltrato y corrupción de menores. «Me enviaron a República Dominicana, aunque luego pude regresar a España. Al salir del centro de menores no supe valorar lo que me ofrecían. Me quedé en la calle. Yo pasé de ser un ángel y a convertirme en un diablillo. Entré en contacto con ambientes nocturnos y empecé a conocer el mundo de la cocaína con 19 años», prosigue. Ha sido adicta desde entonces, hasta que hace un año, llegó a Valladolid, conoció a Navalbino y se desenganchó. «Entre idas y venidas en Orense estuve viviendo en la calle más de tres años. Lo más duro de no tener un techo, es no saber qué hacer ni a dónde ir. Es muy angustioso y por eso, yo me pasaba el día andando y colocándome para no pensar».
Navalbino llegó hace un año y cuatro meses a España desde su Colombia natal. «Soy barranquillero», se presenta. Nunca había sido un sintecho hasta que llegó a Valladolid, donde ha pasado por albergues y pisos compartidos y también por la calle. «Cuando vine de Colombia, llegué a casa de un conocido de un familiar mío y a los 6 ó 7 días me echó a la calle. Estuve en albergues y encontré un trabajo durante un tiempo en el campo, lo que me daba para pagar una habitación con mi pareja. Lamentablemente no puedes elegir al resto de personas con las que compartes piso y nosotros veíamos que en nuestra casa había mucho trapicheo de droga. Onassis se estaba desenganchando y la situación le causaba ansiedad, así que decidimos alejarnos de allí. Terminamos durmiendo en un cajero de la calle Santiago durante 54 días», cuenta él.
Desde hace un tiempo, viven en una pensión los dos juntos. Gracias al apoyo de Cáritas Diocesana todo ha ido mejor para ellos. Han recuperado sus sueños. «De aquí a 4 años, me veo en una cocina trabajando. Tengo experiencia como cocinero y es en lo que me gustaría trabajar. Y, quizás dentro de 10 años, logre tener mi propio restaurante», desea Navalbino. Onassis también tiene claro cuál es su meta. «A mí lo que me gusta es la limpieza. Me encantaría tener un uniforme de limpiadora. Creo que valgo para ello», apostilla ella.
Crear y enseñar el 'Museo sin hogar' les ha colmado de ilusión. «La gente que viene a visitarlo siente empatía por nuestra situación. Muchos se sorprenden y otros se afligen al contarles nuestra experiencia. Uno cuando vive en la calle, toca fondo y ve como todos sus sueños se desbaratan. Se siente que se pierde el juicio. Uno se ve tan abajo que se siente trastornar poco a poco. Enseñar la exposición nos mantiene ocupados. Si tienes la mente ociosa es fácil que llegue la depresión y también los vicios», dicen ambos. «En Cáritas hemos encontrado muchas manos amigas, que nos han ayudado y nos han dado un abrazo y una palabra amable cuando lo hemos necesitado. Es muy grande sentirse escuchado y apoyado. Tratan de reinsertarnos en la sociedad y con muchos de nosotros lo logran», terminan.
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