Castilla y León
Dos estudiantes llevan la esperanza a las mujeres del Congo: «Es una sociedad machista»Los futuros médicos Alicia Novo (Valladolid) y Javier Segovia (Zamora) participan en un proyecto de ayuda a la prevención del cáncer de cérvix
María López
Valladolid
Jueves, 25 de julio 2024, 06:46
El virus del papiloma humano causa cerca del 99% de los casos de cáncer de cérvix. En el Congo, esta enfermedad provoca la muerte de ... más de 4.800 mujeres cada año, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El proyecto Elikia, impulsado desde la Universidad de Navarra y la Fundación Amigos de Monkole, trabaja en la prevención de este cáncer, tratando de implantar un método de diagnóstico precoz que sea sostenible en un país en vías de desarrollo como el Congo. Dos estudiantes de Medicina, una vallisoletana y un zamorano, han estado en el país africano para ayudar a combatir esta dolencia.
«Chapada a la antigua y bastante machista». Con estas palabras define la vallisoletana Alicia Novo, alumna de Medicina en la Universidad de Navarra, a la sociedad del Congo. «Sorprende mucho la cantidad de hombres que un martes por la tarde están dando un paseo o tomándose una cerveza mientras la mujer está en casa encargándose de todo. Al final, son mujeres con mucho carácter y de primeras muestran una actitud muy dura y seria», señala al recordar a las primeras mujeres a las que atendía en el hospital.
«La promiscuidad es muy elevada y en muchos casos tienen varias parejas»
Javier Segovia
Estudiante de Medicina
Con tan sólo 22 años, es la segunda vez que participa en el proyecto dedicado a la prevención del cáncer de cérvix. No dudó ni un segundo en volver a embarcarse en una iniciativa promovida por su profesor de ginecología, Luis Chiva. «El primer año que participé fue gracias a una charla durante una de sus clases en la que explicó en lo que consistía el proyecto y me pareció una oportunidad estupenda. Además, que en Kinshasa se hablara francés fue un plus porque domino bastante bien el idioma». Y un año más tarde no dudó en volver a repetir la experiencia. «Terminé encantada en todos los sentidos. La parte humana y la relación con las mujeres fue encantadora y la parte práctica supuso un gran aprendizaje que califico como increíble», afirma una vez concluido su segundo viaje humanitario.
En esta segunda experiencia, Alicia estuvo acompañada de Javier Segovia, su novio, quién participaba por primera vez en el proyecto Elikia. Natural de Zamora y estudiante también de Medicina en la Universidad de Navarra, empezará en septiembre su quinto año de carrera. «El cáncer de cuello uterino es el cáncer con mayor prevalencia y su diagnóstico equivale a la muerte, entonces nosotros intentamos adelantarnos a ello», explica el joven antes de relatar que el Congo «es un país en el que la promiscuidad es muy elevada y en la mayoría de los casos se tienen varias parejas, lo que tiene como consecuencia directa, un pico muy elevado de infecciones. A mayores, hay que añadirle que no existe un tratamiento para el cáncer, por ello lo que hacemos es llevar a cabo un método de prevención de la enfermedad».
No sólo la determinación de un sistema de cribado sostenible basado en la inspección visual es el objetivo que se pretende conseguir con este proyecto. «En las dos semanas hemos atendido a más de quinientas mujeres, que es la misma cantidad que atienden durante todo un año. Para poder mantenerlo, lo que hacemos es crear un equipo de profesionales que continúa ayudando a las mujeres congoleñas. Mantener este tipo de iniciativa el resto del año es lo importante», resume el joven zamorano.
Desafíos y retos a los que enfrentarse
«La cultura médica es muy diferente a la de España. Tienen la costumbre de acudir al médico cuándo ya les pasa algo o tienen algo grave, y nosotros justamente hacemos un poco lo contrario, que es la prevención. Muchas veces no entendían que después de venir a vernos, no les diéramos una medicación o alguna pastilla, pero si no tienen ningún problema, no podemos recetarles nada», explica Alicia Novo sobre las primeras dificultades a las que tuvo que hacer frente.
Algo a lo que también tuvieron que adaptarse y no fue tarea fácil es al ritmo de vida que se llevan en la capital congoleña. «La cultura es un poco difícil, especialmente con los médicos locales. Tienen un ritmo de vida muy pausado en comparación a España. Todo se lo toman con mucha calma y eso es algo a lo que nos costó adaptarnos».
«Son situaciones que te dejan con el corazón roto»
Alicia Novo
Estudiante de Medicina
Viajar al corazón de África con la intención de seguir progresando en sus estudios de Medicina y, en concreto, en la especialidad de la ginecología, esa que tanto le apasiona. Alicia hace memoria y recuerda con la voz entrecortada una experiencia que la dejó «con el corazón roto». Era uno de los últimos días que le quedaban de estancia en el Congo y un médico local les invitó a Javier y a ella a su casa para conocer a su familia. «Cuando entramos en su casa, ya me llevé la primera sorpresa. Era un hogar de dos estancias y la cocina estaba fuera de la propia casa. Era una familia con cinco niños y la mujer estaba embarazada. Nos contaron que habían perdido a una hija y nos enseñaron una foto de ella… son situaciones que te dejan con el corazón roto», detalla mientras suspira al recordar lo vivido.
Por su parte, Javier tiene una experiencia de la que se acuerda especialmente: «En una ocasión atendimos a mujeres policías militares, de un campamento militar que venían en un estado muy deprimente y de mucha pobreza. Mientras les atendías, te pedían dinero para poder comer y, al final, son situaciones muy duras a las que tienes que hacer frente. Es algo para lo que nadie te prepara, al final empatizas con ellas y a nivel emocional es realmente duro».
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En cambio, también tienen otros recuerdos de mayor gratitud. Gracias al dinero sobrante de las donaciones, tuvieron la oportunidad de poder operar a cinco mujeres y a una de ellas la atendió Alicia. «Cuando esta mujer vino al cribado tenía un sangrado importante y en estos casos lo que hacemos es informar de que puede existir un riesgo de otro tipo de cáncer, como finalmente fue su caso. Ante una situación así, se pide a la mujer una pequeña aportación económica del total de la operación y nosotros ponemos lo que falta. A los días, la mujer volvió preguntando por mi ya que disponía del dinero para poder operarse. Finalmente, la operamos y todo salió bien. Pero no se queda ahí a historia. A los días de ser operada apareció en el hospital preguntando por mi y esos momentos son en los que piensas que todo lo que hacemos merece la pena. Me hizo mucha ilusión y es lo que te llevas».
En la habitación de un hospital debido a una indisposición a consecuencia del viaje, Javier cuenta que vuelve «con la duda del efecto que la experiencia puede tener a medio largo plazo en mi vida. Que es una experiencia positiva no tengo duda. Pienso mucho en que será de las personas que conocí allí. Ya no solo las mujeres a las que atendí durante esos quince días si no aquellas con las que establecí una relación más cercana. A nivel de aprendizaje académico me ha servido para conocer como es la situación de la medicina en países en vías de desarrollo. Si tengo la oportunidad, ¿volvería a repetir la experiencia? Sí, sin dudarlo. Este tipo de acciones te tocan el corazón y he podido ayudar a veinte mujeres, pero la realidad es que me llevo mucho más que eso», concluye el joven de 22 años.
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