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Dos enormes motores de barco abastecieron de electricidad al Río HortegaSon dos mastodontes instalados en una sala enorme donde la rutina habitual es la situación de hibernación, del modo apagado, y que despertaron automáticamente el ... 28 de abril, cuando el suministro eléctrico que entraba en el complejo hospitalario del Río Hortega se cortó radicalmente con un apagón total. El centro no se paró en ese momento porque arrancaron los dos enormes motores de barco que dan vida a los dos generadores electrógenos con los que cuenta el hospital. El silencio de la sala de hormigón visto que cobija estas máquinas mudó a un ruido ensordecedor.
«Cada uno de ellos podría con la potencia consumida en el hospital sin ningún problema», resalta José Carlos Cardillo, ingeniero jefe del Servicio de Mantenimiento del Río Hortega. Son dos equipos con motor y alternador. El primero se construye tanto para grupos electrógenos como para barcos. Lo mismo está varado en las entrañas de un hospital como el de Valladolid, que surca el Atlántico o el Mediterráneo en las tripas de un carguero.
Ofrecen una potencia de 2.000 caveas cada uno con 2.500 caballos. Trabajan en paralelo y están alimentado por gasóleo. 18.000 litros almacenaba el día del apagón el Río Hortega y gastó 2.500. El personal de mantenimiento controló los depósitos internos de carburante y que las bombas metiesen del que hay enterrado en el exterior suficiente combustible, además de tener supervisada la temperatura del sobrante que se devuelve a ese depósito subterráneo, puesto que a medida que se prolongan las horas de trabajo del grupo electrógeno esa temperatura puede convertirse en un riesgo.
«Un hospital es como una gran ciudad, no para un día por una situación especial, tiene que estar funcionando constantemente y eso hace que la gestión del edificio sea particular», explica Jesús Pérez Toribio, director de Gestión del Río Hortega.
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Un centro que cuenta con un sistema de abastecimiento eléctrico asentado en dos líneas de entrada de suministro contratadas con Iberdrola que llegan desde transformadores diferentes. Si una se avería, entra la otra. Si las dos fallan, como ocurrió el 28 de abril con el apagón general, saltan las dos bestias de la mecánica de los grupos electrógenos. Sin interrupción. De manera automática.
«Con la potencia que tenemos podríamos tener todo el hospital funcionando sin problema», precisa Pérez Toribio. Pero la cautela llevó a ahorrar consumo interno para garantizar, en una situación excepcional, cambiante y con incertidumbre sobre el tiempo que podía durar, a «que lo importante no deje de funcionar, puntualmente se puede estar sin climatización en un pasillo o una sala general», acota el director de Gestión.
El Río Hortega dispone de instalación de placas solares en sus cubiertas, tanto para abastecerse de agua caliente sanitaria como para producción eléctrica que funciona de manera óptima contra la red externa, acoplándose a ella. Una generación de energía que podría haberse utilizado el 28 de abril, decisión que se descartó por seguridad y porque el abastecimiento estaba garantizado con los equipos electrógenos.
La garantía que ofrecía el suministro estable y regulable de los dos generadores primó frente al impacto en el sistema que podrían tener las oscilaciones de la entrada de energía de los paneles solares: una nube baja la producción, se despeja esa zona de sombra y genera un pico. Eso podía descompensar el sistema que funcionaba en el centro hospitalario.
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