Crimen de la Circular en Valladolid: «No se puede vivir un año sin saber no ya quién mató a mi madre sino cómo murió»
La hija de María Aguña, cuyo cuerpo fue encontrado amordazado en su piso el 18 de octubre de 2018, pide celeridad en la investigación ante el estancamiento del caso
«No se puede vivir durante tanto tiempo sin saber absolutamente nada de lo que le ocurrió a mi madre hace casi un año», lamentaba ... ayer Mónica, la hija de María Aguña, 'Mari', de 73 años, la vecina de la plaza de la Circular cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en su casa por sus allegados el 18 de octubre del año pasado. La autopsia determinó que había fallecido en la mañana del día anterior (en torno a 28 horas antes del hallazgo del cadáver) y los investigadores confirmaron entonces que el piso «estaba revuelto», que la víctima estaba amordazada con cinta americana y que la puerta estaba cerrada con llave. Nada más se ha vuelto a saber de un caso que se mantiene desde entonces bajo el más absoluto de los secretos (de sumario). Tanto es así que los familiares de la víctima no saben siquiera la causa de la muerte o el estado de las pesquisas más allá de que los agentes que las llevan a cabo, pertenecientes al Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, les han ido comunicando desde hace meses que «la investigación iba bien y que pronto habría resultados». Pero esto ocurre desde marzo.
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«No se puede vivir durante casi un año sin saber no ya quién mató a mi madre sino cómo murió», insiste una de los tres hijos de la víctima, cuyo abogado está personado en una causa que la titular del Juzgado de Instrucción número 3 mantiene aún bajo secreto de sumario cuando está a punto de cumplirse un año desde la muerte de María. El letrado ha solicitado que se levante el velo judicial para tener, al menos, acceso al sumario y poder conocer la situación real en la que se encuentra el caso.
Cuarto crimen sin resolver del siglo XXI
El nombre de María Aguña, la víctima del crimen de la Circular, ocurrido en octubre de 2018, se suma por ahora a los de las tres víctimas de otros tantos crímenes ocurridos en lo que va de siglo XXI en Valladolid que continúan sin esclarecerse. A María Salarino la mataron a cuchilladas en su casa de Delicias en 2001; el hostelero Óscar Gómez falleció de un golpe en Tordesillas en 2007, y al también hostelero José Luis Boal le acuchillaron en su bar de la avenida de Segovia, también en Delicias, en 2009. Estos cuatro casos son los únicos que están sin resolver en los últimos 18 años.
«Entendemos las cautelas de los policías y ojalá sea cierto que están a punto de resolver lo que le ocurrió a mi madre, pero esta espera nos está matando y por eso lo único que pedimos es que el caso no se olvide, que se mantenga abierta la investigación y que pronto sepamos algo», añade Mónica, la hija de la víctima, quien incide en que «lo único que queremos es descansar, dejar de darle vueltas a lo que pudo ocurrir y poder pasar página, aunque sea imposible olvidar lo que le pasó a mi madre».
Incógnitas sin respuestas
Fuentes policiales confirmaron ayer que la investigación, como es lógico, continúa abierta y bajo el más estricto de los secretos. ¿Quién mató a María Aguña y cómo murió? Son dos incógnitas que aún no tienen respuesta. Ni siquiera la segunda. «Lo único que sabemos es que a mi madre la amordazaron y que el autor debió llevarse las llaves del piso la mañana anterior a que mi hermano la echara en falta», relata la hija de María. Después encontraron su cuerpo. Eso ocurrió a las 15:45 horas de aquel lejano 18 de octubre de 2018.
«Era muy desconfiada desde que la intentaron robar y no abría jamás a nadie si no le conocía»
De lo poco que trascendió entonces sobre lo ocurrido se puede deducir que la víctima, que apenas un lustro antes ya sufrió un intento de robo en su propio domicilio –los autores también la amordazaron, aunque luego huyeron sin botín al negarse ella a facilitarles el código de la caja fuerte–, pudo abrir voluntariamente la puerta a su posterior verdugo (o verdugos). «Mi madre era muy desconfiada desde que la pasó aquello –por el robo anterior– y no abría jamás a nadie si no le conocía», recuerda Mónica antes de reconocer que el hecho de que el autor (o autores) puedan ser del entorno cercano a la víctima les genera «aún más inquietud».
El caso es que la puerta estaba cerrada aquella tarde del 18 de octubre, cuando los allegados de la víctima, que vivía sola desde que enviudó cuatro años antes del crimen, abrieron y se encontraron con su cuerpo. Los agentes sí informaron a la familia de que la caja fuerte estaba cerrada. «No sabemos siquiera si robaron algo...», lamenta la hija de María Aguña antes de volver a reclamar «justicia» para su madre. La investigación continúa abierta.
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