El confinamiento permitió que aflorara el alcoholismo y fortaleció la rehabilitación
Las asociaciones de apoyo apenas han registrado recaídas de pacientes durante la alerta sanitaria
Son colectivos veteranos, bregados en sacar del pozo de la adicción al alcohol a miles de víctimas, que primero vivieron con inquietud los efectos del ... confinamiento, adaptando sus terapias presenciales a las videoconferencias o el seguimiento telefónico, y ahora hacen balance de la experiencia. De un tiempo en el que no han dejado de atender a nuevos pacientes. «Hemos recibido más demanda de ayuda que durante una época normal», asevera Julián Rodríguez Peña, al frente de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de Castilla y León, que aglutina a una quincena de asociaciones, entre ellas la vallisoletana ARVA, de la que también es dirigente.
Además de decenas de consultas telefónicas, durante el período de alerta sanitaria, a las oficinas de este colectivo han acudido por primera vez 20 personas. De ellas, catorce comenzaron el tratamiento. «El equipo técnico ha estado trabajando intensamente porque ha habido una gran cantidad de llamadas y se ha hecho un seguimiento de todos los enfermos que tenemos; somos unos 300 socios, aunque el 60% lleva más de tres años y son los que hemos dejado un poco más al margen porque disponen de más herramientas para defenderse».
Desde otro colectivo, la Asociación Vallisoletana de Alcohólicos Rehabilitados (AVAR), su terapeuta, Asunción Bombín de la Cuesta, alerta de que la reclusión a la que obligó la covid hizo aflorar nuevos casos. «No poder salir de casa no agravó la situación. Hemos estado muy pendientes en el seguimiento terapéutico de las familias y de los enfermos y no hemos observado ninguna recaída; lo que hizo el confinamiento es sacar a la luz nuevos casos, pues si el afectado antes bebía en el bar, se vio obligado a hacerlo en su casa y los convivientes han sido plenamente conscientes del problema».
Más información sobre coronavirus en Castilla y León
La especialista alerta también de que si hace años el consumo abusivo de alcohol se asociaba también al del tabaco y al cannabis, en el caso de los más jóvenes, en la actualidad está muy vinculado a los juegos de azar por Internet y a las apuestas deportivas.
«El perfil que me encontré cuando empecé en esto, en 1996, era de hombres mayores de 45 años, y ahora recibimos a hombres y mujeres de 25 años para arriba. El paciente masculino suele estar muy apoyado por su familia; en cambio, la mujer que bebe suele encontrarse muy sola».
Tres cervezas al día
En tres cervezas diarias en el caso de los hombres (21 a la semana) y dos de las mujeres (14 semanales) suele estar la frontera que marca la consideración de la bebida como un problema, apunta la terapeuta de AVAR, reseñando que también puede concentrarse el exceso de ingesta en un fin de semana o en otros periodos de tiempo. Porque otro cambio generacional en esta adicción viene marcado por el consumo compulsivo, en opinión de Julián Rodríguez Peña.
«Algunas estadísticas revelan que se compró un 50% más de alcohol en los centros comerciales durante el confinamiento y eso alertó a muchas familias, haciéndolas ver que alguno de sus miembros tenía un problema. Hay que tener muy claro que se es alcohólico para toda la vida. El beber controlado en una persona con dependencia no existe. Yo llevo 35 años sin probarlo y sé que el día que estaré totalmente rehabilitado será cuando me muera porque ya no tendré opciones de beber».
«Las terapias de recuperación se vieron reforzadas por la cuarentena en las casas»
El aislamiento decretado para combatir el coronavirus ha constituido, para el proceso de rehabilitación de alcoholismo, una «especie de barrera protectora», limitando el acceso a la bebida. De ello está convencido el psiquiatra Blas Bombín, al frente del Centro Específico para el Tratamiento y la Rehabilitación de Adicciones Sociales (Cetras), al que está adscrita la Asociación para el Tratamiento y la Rehabilitación del Alcoholismo (ATRA).
«En la mayoría de los pacientes el confinamiento no ha tenido una repercusión negativa. No hay que olvidar que el alcohólico es, en cierta medida, una persona confinada porque tiene tendencia a la sociabilidad superficial, a encontrarse con gente en la barra del bar, pero avanzado el tiempo llega el momento en el que se hace más solitario, bebe más para sí, para zanjar sus frustraciones y evadir sus problemas; el alcohólico entiende mucho de confinamiento», asevera.
La experiencia del doctor es que durante la pandemia apenas hubo recaídas en los tratamientos y las terapias de rehabilitación «se han visto reforzadas por el aislamiento en las casas durante la cuarentena». Y está convencido de que «el paciente ha salido más fortalecido y concienciado».
Desde la Asociación para el Tratamiento y la Rehabilitación del Alcoholismo (ATRA), el psiquiatra Blas Bombín destaca que el período de confinamiento permitió en su colectivo realizar terapias por vía telemática, así como sesiones monográficas específicas dedicadas a los efectos del temor desatado por el coronavirus. «Nos ha servido también –reflexiona– para afrontar riesgos y peligros y tomar conciencia de la levedad del ser humano».
Que los colectivos de ayuda necesitan más recursos y respaldo de las administraciones públicas es otra de las enseñanzas que ha deparado la pandemia. «Nos reconforta saber que las asociaciones estamos haciendo un gran trabajo, pero debe ser reconocido con más medios», concluye Rodríguez Peña.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión