Valladolid
Comercios que lideran la resistencia local frente a la voracidad global: «Nos están robando las calles»
Valladolid
Comercios que lideran la resistencia local frente a la voracidad global: «Nos están robando las calles»«Nos están robando las calles», advierte el fotógrafo Álvaro Sancha. El movimiento es lento, progresivo. Por desgracia, parece que imparable. Las grandes marcas globales (« ... como Amazon»), los fenómenos a golpe de clic (como los pedidos a domicilio) están transformando el paisaje urbano. Hay locales que cierran, arterias comerciales que se quedan sin tiendas, barrios en los que ya no hay zapaterías, pueblos sin comercio. «Nos están quitando las calles y, en parte, también es nuestra responsabilidad. Nuestros hábitos importan», dice Sancha, quien con su cámara ha retratado el rostro de la resistencia. Una trinchera de innovación comercial desde la que plantar cara (intentarlo al menos) al tsunami de la globalización.
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El resultado es 'Arte, resistencia & emprendimiento', una exposición de fotografías (inscrita en el proyecto Creava) que hasta el 31 de mayo acoge Errante Tattoo, el estudio de tatuajes de la calle Santuario 23. Allí, en sus paredes, puede verse una decena de retratos de históricos vallisoletanos que se han sabido reinventar y de jóvenes emprendedores que han ideado negocios con los que despuntar en un mundo donde el mejor escaparate es la pantalla del móvil. «La idea de la exposición es poner en valor estos comercios y, al mismo tiempo, reivindicar el papel de las acciones artísticas, que sirven para visibilizar una realidad que nos lleve a pensar».
Son imágenes en blanco y negro, de rostros serios, estética callejera. Es una exposición que lleva implícita, dice su artista, una «crítica global». «Las ciudades se están rompiendo. Se está acabando con el tejido social y laboral que las mantiene unidas. Y eso, se nota todavía más en las ciudades de cultura mediterránea, como la nuestra. Nosotros no vamos a una panadería, sino que vamos a la panadería de Conchi. No vamos a una cafetería, sino a la cafetería de Raquel. No son negocios impersonales, como puede ocurrir en Estados Unidos o una gran ciudad. Aquí importa mucho la personalidad de quien está al frente del negocio… y el esfuerzo que ha tenido que hacer para ponerlo en marcha». Y eso, explica Sancha, está también en esta exposición en la que se recuerda que el comercio de proximidad no ofrece solo servicio a la ciudadanía, sino que es parte fundamental del paisaje local.
Por ejemplo, la Joyeria Jesús, de la calle Pólvora. La librería Sandoval (más de medio siglo en Valladolid). La tienda de fotografía CJC en Acibelas. Degustación de Café, con más de 35 años en la calle Mantería. «Esa calle es muy interesante. Es una de las grandes arterias comerciales de la ciudad, pero apenas quedan un par de comercios históricos. El resto son tiendas que abren, que cierran. Por eso es tan importante que haya tiendas que permanecen en el tiempo, porque ayudan a crear barrio. Incluso en calles más céntricas».
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Ocurre, dice, en la calle Platerías, donde está ubicada La Tetera, el negocio que Ana María Sánchez abrió junto a una socia hace más de tres décadas. Hace cuatro años, su hija Clara Igea, trabajadora social, llevó nuevas ideas al negocio. «El gran reto al que se enfrenta el pequeño comercio es mantenerse, competir en un mundo que cada vez es más 'online'», dice Clara, quien subraya las bondades de una tienda de cercanías («el trato personalizado, el tú a tú»), aunque, para llegar a eso, «te tienen que conocer». Y ahí, dice, las redes sociales han sido grandes aliadas. «Nosotras publicamos vídeos divertidos, que apenas están editados, y eso ayuda a crear cercanía», dice Clara.
Instagram o Tik Tok son también escaparate para Señora Flores, la floristería que Marcell Hernández y Jacobo Salgado abrieron hace justo un año en la calle Torrecilla. «Siempre me ha gustado este mundo», explica Marcell, quien con 18 años se apuntó a un grado de jardinería e hizo después prácticas en varias floristerías. Después de una temporada en Madrid, regresó a Valladolid y junto a Jacobo abrió esta tienda que defiende una idea clara: «Las flores no son solo para los grandes eventos».
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Más allá de San Valentín, del día de la madre o de un cumpleaños… ¿por qué no regalarle flores a un amigo con el que has quedado a tomar un café? «Una de las mejores cosas que nos ha pasado este año es la visita de una chica de 15 años, que entró con timidez a la tienda. Nos contó que nos había visto a través de Tik Tok, que le habían gustado nuestros vídeos y que quería regalar flores, pero no había entrado nunca en una floristería». Su modelo, cuentan, difiere de lo habitual.
«Lo normal es entrar, decir que tienes 35 euros y pedir que te preparen un ramo por ese dinero. Eso es un poco impersonal. Nosotros tenemos las flores expuestas, la gente coge la que les guste y luego, con eso que nos dan, preparamos el ramo», explican Marcell y Jacobo, convencidos de que la especialización y una buena imagen en Internet es clave: «Es importante que la gente sepa dónde encontrarte y qué es lo que se va a encontrar».
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«¿Cómo competir contra la globalización? «Con un comercio cercano, que te ofrezca buen trato, en el que te sientas como en casa». Lo dice Andrés Gutiérrez, impulsor de Bicoca Records, un negocio que, en la calle Empecinado, aúna tres de las grandes pasiones de su propietario: «El café, la música y la cerveza artesana». En su tienda, los vinilos se mezclan con las birras, las presentaciones culturales con las sesiones de dj. «El título de la exposición habla de resistencia y es verdad. Uno de nuestros grandes retos es aguantar. Saber que a lo largo del año tendrás rachas buenas y otras malas. Y, a pesar de eso, no decaer. Cuando eres autónomo no descansas y el negocio es como un hijo: te da satisfacciones, pero tienes que estar todo el día pendiente de él».
¿Lo más complicado? «Darte a conocer. No es fácil cuando no tienes muchos recursos. Y tampoco es sencillo competir con las franquicias. A la tienda llega gente con el móvil en la mano, que consulta cuánto cuesta el disco en Internet y que incluso te regatea un euro porque dice que en una gran cadena, con la tarjeta de socio, le hacen descuento». Con eso hay que lidiar. Y con dificultades añadidas, como encontrar un local. «Hay mucho local vacío en Valladolid, pero cuando te interesas por uno te encuentras con que te piden unos precios altísimos de alquiler. En un barrio lo puedes asumir, pero como te acerques al centro, te triplican el precio. Es una pasada», dice Andrés.
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Elisa Gutierrez López es otro de los rostros que forman parte de la exposición. Hace tres años abrió Franela, una tienda de café de especialidad que comenzó con un pequeño local en la calle Librería y ahora sirve la dosis cotidiana de cafeína en Juan Mambrilla. «Valladolid es una ciudad muy exigente a la hora de montar un negocio. Cuesta empezar. Pero luego tiene una cosa muy buena y es que el cliente es fiel. Si consigues conquistar a un cliente, lo tendrás ahí durante mucho tiempo», cuenta Elisa, quien explica que en su tienda se sirven cafés procedentes de Etiopía, Ruanda, Indonesia, Brasil… «Cada día que abres es un nuevo reto, un día más de supervivencia», asegura Elisa.
Y ese mosaico de supervivientes, de resistentes (también Akelarre Café o La Perdiz Roja), es lo que forma la exposición de Álvaro Sancha, quien presenta su iniciativa a través de Latitude, su tienda y galería virtual, donde muestra sus trabajos más personales, con conciencia documental. La muestra se inscribe dentro de Creava, un proyecto expositivo colectivo que exhibe, en espacios alternativos, el trabajo de artistas emergentes de Valladolid. «Este tipo de acciones son importantes porque en Valladolid devaluamos nuestro trabajo sin querer. Aquí hay una vida cultural y creativa potente. No es necesario marcharse a una gran ciudad para exhibir tu trabajo». Y esto, explica Sancha, enlaza bien con el espíritu de esta exposición, que se acompaña con vídeos, y reivindica el papel social del comercio, su imprescindible papel para tejer redes sociales en la ciudad y evitar que la globalización «nos robe las calles», las vacíe de tiendas y las llene de locales huérfanos.
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